En la poesía modernista la poeta Delmira Agustini sigue siendo un referente, se abrió paso entre los poetas de su época y escandalizó a la sociedad con su poesía erótica, donde se trastocan los roles de género y la moral conservadora. 

Nació durante 1886 en Montevideo, la  capital de Uruguay. Debido a su estatus socioeconómico tuvo acceso a la educación en casa, con lo que desarrolló habilidades para las artes, así como sensibilidad y capacidad creativa. Estudió francés. artes, piano y otras disciplinas, sin embargo, desde temprana edad perfiló su destino hacia la literatura, creando y publicando sus primeros poemas en revistas literarias.

Para entender el desarrollo y éxito de una artista como Delmira es necesario destacar las contradicciones de la sociedad uruguaya, que por un aparte mantenía un escenario conservador en relación a la sexualidad, pero también fue uno de los primeros países de Latinoamérica en dar pasos importantes en favor de las mujeres, como la creación de una universidad para mujeres en 1912 y la aprobación del divorcio en 1907. 

Cuando tan sólo tenía 17 años colaboró con la revista La Alborada, donde escribió retratos de mujeres destacadas pertenecientes a la burguesía de su ciudad natal en la sección “La legión etérea”. 

Los libros que causaron escándalo

Su primer poemario se publicó en 1907 bajo el título “El libro blanco”, donde se puede encontrar cierta presencia erótica, pero es considerada la obra más inocente de la poetisa.

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Pocos años después se publicaron dos libros de Delmira  que causaron un verdadero escándalo social: Cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913). En ellos se podía apreciar un erotismo mucho más claro y subversivo. 

La pluma de Delmira no se apenaba, en su obra se aprecian claras alusiones al deseo, el sexo y la sensualidad física, envuelta en un halo de sexualidad sensitiva y voraz. El simbolismo y las metáforas fungen de velo al deseo erótico escondido entre sus letras, de lo que da cuenta el siguiente fragmento se su poema “El nudo”:

“En los palacios fúlgidos de las tardes en calma hablábanse un lenguaje sentido como un lloro, y se besaban hondo hasta morderse el alma!... Las horas deshojándose como flores de oro y el destino interpuso sus dos manos heladas… ¡Ah! los cuerpos cedieron, más las almas trenzadas son el más intrincado nudo que nunca fue… En lucha con sus locos enredos sobrehumanos las furias de la vida se rompieron las manos y fatigó sus dedos supremos Ananké.”

La poesía de Delmira reivindica el papel activo de las mujeres en las relaciones sexuales

La poesía de Dellmira reivindicaba el papel de la mujer en la representación de las relaciones íntimas, en su obra la mujer se posiciona como sujeto activo de deseo, y en contraposición, coloca al hombre como sujeto pasivo deseado. Sin duda, la trasgresión de los roles de género en su poesía rompió con normas fuertemente arraigadas sobre las relaciones eróticas. 

La escena de la poesía modernista se encontraba llena de varones, quienes sintieron atacada su masculinidad con la poesía  y el atrevimiento de Delmira. El miedo los llevó a tratar a la poeta con paternalismo y elogiar su belleza por encima de su genio artístico, señalando incluso que Delmira no comprendía sus propios poemas, porque: “¿cómo una mujer joven y públicamente virgen iba a ser capaz de escribir esos versos?”.

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La crítica dominante impulsada por varones sugería que la poeta no sabía de lo que hablaba en sus poemas, pero ese no fue el único ataque que recibió. Los críticos y la opinión pública abusaron de su asesinato, perpetrado por su ex-esposo, de quien se divorció tempranamente. 

Cuando su expareja le quitó la vida Elmira tenía apenas 27 años y diversos proyectos por delante, muchas letras con las cuales incomodar y escandalizar a la moral machista de su época.

Con información de: Izquierda Diario