Desde hace ya varias décadas el aumento en las cesáreas a nivel mundial, regional y nacional ha generado alertas entre diferentes actores. En 1985 la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece, a partir de un panel de expertos llevado a cabo en Fortaleza, Brasil, que no existen razones médicas para que la tasa de cesáreas se eleve por encima del 15 por ciento.

Hoy en día, dicho porcentaje se encuentra en revisión y debate. El mismo organismo internacional junto con la Organización Panamericana de la Salud, publica en 2018 el documento “Recomendaciones de la OMS: cuidados durante el parto para una experiencia de parto positiva” con una mirada centrada en la mujer y su vivencia en donde se mantiene una preocupación por el número tan elevado de cesáreas sin una aparente justificación médica. Asimismo, ese mismo año la revista The Lancet publica un número especial dedicado a esta práctica quirúrgica. En su editorial señala: “Cuando están médicamente indicadas, como lo es en casos de placenta previa, sufrimiento fetal o posición anormal, las cesáreas pueden salvar la vida de las mujeres y los bebés. Claramente, existe una subutilización debida a la falta de acceso en algunas áreas y está asociada con daños maternos y perinatales. Pero su uso desmedido y sus implicaciones son ahora una creciente preocupación”. Es decir, de inmediato coloca la práctica en el registro de la necesidad, del riesgo, pero también de la alerta.

Acompañando lo anterior, podemos leer en algunos artículos de prensa, boletines de organismos oficiales y artículos académicos el término de epidemia para calificar a las cesáreas, término que más bien refiere al campo de la epidemiología y grosso modo refiere a procesos de enfermedad e infecciosos.

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Nuestro artículo tiene como objetivo reflexionar acerca del uso del término “epidemia” para referirse de manera alarmista al creciente aumento de cesáreas que aparentemente no serían necesarias utilizando una noción que contribuye a seguir colocando el proceso del parto en un terreno medicalizado. Brevemente dicho, la medicalización significa introducir en un campo médico y bajo el lenguaje de la enfermedad procesos que no lo son o no lo eran. En este sentido, existe una literatura extensa sobre cómo se han ido patologizando paulatina y crecientemente los procesos relativos al embarazo y al parto (y con ello medicalizándolos). Las cesáreas que no son necesarias entrarían, de alguna forma, en este marco crítico.

Veamos algunos ejemplos del uso del término “epidemia”. En 1980, Hermann Bellinghausen utilizaba el término para cuestionar el aumento de cesáreas: “se ha observado una verdadera epidemia de operaciones cesáreas, lo que sólo puede tener, médicamente hablando, dos causas: o los problemas obstétricos han aumentado, o la vía vaginal de parto resulta menos adecuada de lo que se pensaba”. El autor dedica todo el artículo a hacer un cuestionamiento de estas dos ideas. Décadas después, Theresa Morris titula uno de sus artículos de investigación “C-Section Epidemic” y desde el inicio, utilizando una terminología epidemiológica, escribe “La realización de cesáreas ha alcanzado un nivel de epidemia en los Estados Unidos” e inmediatamente después presenta algunos datos estadísticos cuyo fin es demostrar la aseveración. Un ejemplo más: en un boletín que da cuenta de lo discutido en una reunión de la OMS en Tbilisi, Georgia en 2018 se puede leer “El uso de cesáreas en los partos ha aumentado drásticamente en los últimos veinte años y, de acuerdo con los médicos, está alcanzando proporciones epidémicas”. Además, detectamos el término en algunos títulos de artículos de periódicos, por ejemplo, en el New York Times en español del 28 de agosto de 2017 “Una epidemia de cesáreas innecesarias en México”. Ninguno de los documentos que revisamos niega la necesidad de la intervención quirúrgica en aquellos casos en donde sea realmente necesaria pero sí hace uso de la categoría de epidemia para llamar la atención, para alertar.

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Ahora bien, la palabra “epidemia”, tanto en español como en inglés, tiene dos principales significados, siendo el primero de carácter más médico. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), la palabra epidemia refiere a una “enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, acometiendo simultáneamente a gran número de personas”. De manera similar, Oxford la define en inglés como “una aparición generalizada de una enfermedad infecciosa en una comunidad en un momento determinado”. Teniendo en mente estas definiciones, el hablar de una “epidemia de cesáreas” sitúa al hecho de parir en el ámbito médico y refuerza la patologización del embarazo, cuestionada desde hace ya varias décadas. Esto resulta mucho más evidente al notar que la definición en inglés incorpora el calificativo “infecciosa”. Como segunda definición, la RAE define epidemia como un “mal o daño que se expande de forma intensa e indiscriminada”. De igual forma, Oxford sostiene que es una “una aparición repentina y generalizada de un fenómeno particular indeseable”. Cabe notar que este segundo significado tiene un carácter moral y deriva en una valoración de la operación cesárea como un “mal” o “fenómeno indeseable”. Podemos preguntarnos ¿cuál es el objetivo y el beneficio, si lo hay, de utilizar la palabra epidemia al hablar del aumento de cesáreas? Y ¿en qué medida su uso tiene el efecto de estigmatizar esta práctica, pero sin sacarla de cierto campo simbólico y práctico?

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Si comparamos los usos en diferentes soportes, como los aquí ejemplificados, con los significados de los diccionarios (para quedarnos en su uso coloquial y no referirnos al manejo más especializado que podría tener dentro de los campos epidemiológicos)*, observamos una paradoja puesto que, los significados de epidemia contribuyen a la medicalización de los procesos de parto. Así, pese a buscar generar una crítica al calificar el aumento de cesáreas como epidemia, se profundiza la patologización de dichos procesos. Pero además, la alerta que se intenta hacer sobre el aumento de la intervención quirúrgica y su uso excesivo puede llevar a pensar que nunca es necesaria la intervención y contribuye a confusiones en el campo que nos ocupa.

*Green MS, Swartz T, Mayshar E, Lev B, Leventhal A, Slater PE, Shemer J. 2002. “When is an epidemic an epidemic?” Isr Med Assoc J. 4(1): 3-6. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/11802306/

Alicia Márquez Murrieta 

Doctora en Sociología por el CEMS-EHESS de París. Miembro del SNI. Investigadora del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y miembro asociado del CEMS-EHESS, París. Una de sus principales líneas de investigación es analizar la relación entre problema público y acontecimiento en la temática de la "violencia obstétrica". 

Paloma Pineda Sacristán

Licenciada en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; se encuentra cursando una maestría en Gestión del Desarrollo Sostenible en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Rhein-Waal en Alemania. Es becaria del Instituto Mora y su línea de investigación se centra en temas de género, paz y seguridad, con un enfoque especial en la violencia de género y la posguerra.