Para muchas madres, enterarse de que sus bebés nacerán niñas puede llegar a ser una preocupación, ya que, en una sociedad machista, son las madres quienes saben desde la propia experiencia, la violencia a la que las niñas están expuestas. 

En noviembre del año pasado, la organización Aldeas Infantiles SOS informó que México ocupa el primer lugar en abuso infantil a escala mundial, y que, en la mayoría de los casos, el delito es cometido por familiares o personas cercanas a la víctima. Además, de acuerdo con datos del Inegi, se estima que diariamente 12 niñas son vendidas o utilizadas con fines de explotación sexual.

“Durante todo el embarazo me habían dicho que mi bebé era niño y estaba hasta cierto punto tranquila, no me preocupaba nada, solo que naciera bien y que el parto saliera bien. Cuando nació y me dijeron que era una niña me llenó de emoción, pero ahí empezó mi preocupación porque no quería que viviera las situaciones que viví yo o que he vivido yo”, cuenta Mireya Domínguez, madre y enfermera. 

“Me daba cuenta de la discriminación, de la desigualdad de género, del maltrato y yo no quería que mi bebé viviera eso, me generó mucha preocupación”, agregó Mireya. 

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Preocupada por el género de su bebé, comenzó a pensar en cómo educarla para que su hija pudiera ser de un carácter fuerte y pudiera afrontar a la sociedad machista. Contó en entrevista para La Cadera de Eva que comenzó a ser  muy cuidadosa sobre con quién dejaba a su hija, procuraba dejarla al cuidado de gente que la  protegiera. “Desconfiaba de todo el mundo, hasta de su papá, la quería vigilar siempre”, dijo Mireya.

Como mujer y enfermera, Mireya comprende toda la violencia  la que las niñas se enfrentan, “me preocupaba por todas las situaciones que yo veía en el hospital, de los abusos de las niñas y niños, sobre todo de las niñas porque son mucho mayores”, afirmó. 

Pero la angustia no terminó cuando terminó la infancia de su hija, “conforme iba creciendo también me preocupaba que en la calle mi hija sufriera acoso, que le dijeran cosas ofensivas”, dijo. “Luego la otra preocupación fue el novio, que cuando alguien le gustara y tuviera pareja, yo quería estar al pendiente de que no la maltrataran”, agregó. 

Mireya asegura que, debido a sus temores, su crianza fue “dura” o “fuerte”, aunque ahora que su hija es mayor entiende que ese no era el único camino. “Pensaba que si la trataba fuerte iba a tener carácter fuerte y eso le iba a ayudar a enfrentar el mundo. Pero después me di cuenta que eso yo no lo podía definir porque mi hija tiene su propio carácter y su propio temperamento”.

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“Fui abusada de niña, no quiero que mi hija pase por lo mismo”

Para Tania el sentimiento es parecido, cuando se enteró de que su bebé sería niña sintió preocupación, “Yo fui abusada de niña, no quiero que mi hija pase por lo mismo”, contó en entrevista para La Cadera de Eva. 

Durante su infancia, abusaron sexualmente de Tania durante varios años, hasta que logró alzar la voz; asegura que ahora, como madre, le preocupa mucho la seguridad de su hija, “me horroriza pensar que alguien puede abusar de ella, quiero cuidarla siempre pero sé que los agresores y violadores están en todas partes”. 

Aunque su hija aún es muy pequeña, Tania ya se está preparando para prevenir cualquier tipo de abuso, se informa y busca la mejor manera para la crianza de su hija. “Siento un peso muy grande sobre mí, porque quiero que ella entienda que puede confiar en mí y quiero que crezca sabiendo que nadie puede tocarla sin su permiso”, dijo, “siempre procuro informarme sobre las mejores formas para prevenir la violencia que pudiera sufrir mi hija”, agregó. 

Así como Tania y Mireya, muchas mujeres sienten preocupación cuando se enteran del sexo de sus hijas.

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