¿Alguna vez has escuchado frases como “tiene forma fálica” y lo has asimilado como aquello que tiene forma de pene? En muchas ocasiones las palabras  “pene” y “falo” se utilizan como sinónimos; sin embargo, pene y falo no son lo mismo. La diferencia entre ambos términos radica en el poder. 

Los hombres crecen dando demasiada importancia al tamaño de su pene; es común que en algún momento de su vida hayan tomado una regla para saber cuánto mide su miembro. ¿Por qué los varones tienen esta obsesión con el tamaño de su pene?

La sociedad da mucha importancia al tamaño de los penes, y casi siempre está relacionada con el mito de que mientras más grande es el pene, más aumenta la virilidad. Lo cierto es que el tamaño de un pene no hace a un hombre más o menos varón, pero la idea de lo fálico relacionado con la virilidad afecta muchos otros ámbitos. 

La diferencia entre pene y falo

Tal como menciona la columnista Catalina Ruiz Navarro, en su libro Las mujeres que luchan se encuentran, estamos acostumbradas y acostumbrados a ver objetos con forma fálica relacionados con el poder.

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Aunque no lo pareciera, eso que conocemos como “poder” es lo que diferencía a un pene de un falo. “Los penes son un tipo de genital; el falo, en cambio, una abstracción simbólica del pene en la que este siempre está erecto y así se convierte en un símbolo de grandeza y dominación”, explica Ruiz Navarro. 

Por otra parte, en el libro Dialéctica feminista de la ilustración, Cristina Molina Petit llama Falogocentrismo a la idea de razón, justo, vertical y recto dentro del modelo fálico. 

La representación de los genitales

Algo ocurre cuando comparamos la representación de los órganos sexuales femeninos y masculinos. Mientras que lo femenino es presentado como decorativo, los penes representan poder: 

“Mientras que los senos o la vulva tienen carácter decorativo, los penes aparecen en nuestro cotidiano representados metafóricamente como objetos de poder y así advierten pistola, corbata, obelisco, insulto con el dedo en medio de la mano”, afirma Catalina Ruiz.

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De acuerdo con la autora, incluso cuando nos encontramos con esos dibujos o graffitis de penes, que a los hombres les encanta dibujar en todas partes, el “choque” no ocurre porque los creamos feos, sino porque estamos acostumbrados a relacionarlos con características de la masculinidad, como lo agresivo y la ostentación del poder.