Bertha acepta relatar su experiencia sexual durante la pandemia con la condición de no revelar su verdadera identidad. “Es algo muy íntimo”, justifica y tiene razón. “Te puedo decir que tengo 30 y que hasta antes de la covid era una persona normal, sexualmente activa con un ‘amigo con derechos’, nada formal. Éramos solo un hombre y una mujer sin deseos de compromiso ni de tener pareja; solo compartíamos la cama sin hablar de cosas más profundas ¿me explico?”.

“¿Qué te digo? En mi caso el coronavirus emprendió una lucha por arrinconar mis deseos sexuales; fue como si intentara apagarlos a cubetadas de miedo, de precaución, de conciencia ¿Qué le debía decir a Diego en mayo, por ejemplo, cuando me mandaba mensajes y fotos por whatsapp hablando de sus ganas de verme? ‘Chiquita, te voy a poner una de aquellas en la cama… Mira cómo me tienes… Anoche fantaseando contigo, me hice justicia por propia mano… Y yo con ganas de decirle ¿A qué hora sales hoy del hospital? Vente al depa”.

“Pero ver las noticias y los reportes diarios del covid me hicieron frenarme tantito antes de responderle con palabras, mientras ganaba tiempo con emoticones de caritas con lengüita. Diego es enfermero en un hospital y, dicho sea de paso ¡Esta buenísimo! Pero ¿cómo sabía yo que entraría a mi cama limpio de coronavirus? ¿Cómo saber que en sus besos no venía pegado el covid? ¿Con qué confianza me podía dejar llevar, por más que nos bañáramos? ¿A qué sabe el sexo sin besos?”.

“Lo estuve pensando y la verdad es que sí tuve miedo de contagiarme, de que él -por el riesgo de su trabajo en una zona cero, aunque no estuviera asignado a un área covid- pudiera ser un paciente asintomático que obviamente, me contagiaría. Trabajo por honorarios, sin prestaciones de servicio médico, en el home office; él no corría ningún riesgo conmigo, no podía contagiarlo de nada ¿Podría yo decir lo mismo, sea en mi departamento, el suyo o un hotel? Con todo el dolor de mi líbido -porque aquí el corazón no aplica- tuve que matar mi pasión momentáneamente y negarme a sus deseos, no una, sino varias veces”.

“Le escribí Diego perate tantito… Tengo las mismas ganas que tú o hasta más, pero está muy dura la pandemia, creo que no es seguro vernos ahorita… ¿Por qué no nos esperamos unas semanas y vemos? Es solo por precaución, ¿tú no has tenido ningún síntoma? ¿te has sentido bien? le puse en el whats. Jajaja, contestó, no te preocupes bonita, luego nos buscamos. La realidad es que esa escena se repitió en junio, julio y todavía la primera semana de agosto. Después dejó de escribirme mensajitos calientes, todo se resumió a saludos y buenos deseos”.

“En aquellas semanas suplí a Diego con el internet y comprobé que esa pinche pandemia mata pasión no solo me pegó a mí; pero cada quien buscó la manera de compensarlo como pudo. Encontré a un güey en Querétaro que se anunció en Twitter como el ‘taxi del amor’ pues siendo chofer de Uber ofrecía servicios de traslado y hasta de vouyerismo, trasladando a parejitas que quisieran fajar o tener sexo en la parte trasera del coche, mientras (según) él solo vería por el retrovisor durante el viaje. Y el muy caliente sugería, si la parejita quería, terminar el viaje en trío”.

“En Youtube encontré videos más allá de porno regular ¿O será que ahí estuvieron siempre y mi radar no los había detectado? Ni idea. Chavitas extranjeras que terminaron con la eyaculación del tipo en la cara; o ellas utilizando una app similar a un vibrador para experimentar cómo se excitan mientras la utilizan. No lo niego: sin Diego también use un vibrador y como él, pase por la masturbación y hasta me compré alguna cosita de lencería por internet. No llegué al sexo virtual por zoom o telefónico porque no me latió eso de hacerlo de lejos con un extraño que igual y me grababa sin darme cuenta y al rato ahí estaba yo en las redes ¿no?”.

“Arriesgándome tantito en algún momento le pregunté a Diego si alguna vez había practicado el sexo virtual, como las trabajadoras sexuales. Me contestó que no y que tampoco le llamaba la atención, que eso y masturbarse era igual. Fin del tema. Hace un mes mi libido recibió un nockout cuando subí al cuarto de lavado en la azotea pero no pude pasar de la puerta de acceso: un par de voces, de jadeos y gemidos bien calientes me paralizaron ¿Qué le hacía él a ella? Me lo pude imaginar en segundos… Se oía muy rico, igual a las buenas noches que tuve con el buenísimo de Diego… Quién sabe qué le hacía y decía él a ella, palabras entrecortadas que ella le respondía con jadeos sabrosos, jadeos que me dieron envidia y al mismo tiempo vergüenza ¿Qué chingados estaba haciendo yo ahí?”.

“Al regresar al depa no pude evitar preguntarme: ya es octubre ¿entonces ya podíamos coger otra vez sin miedo al virus? La Sheinbaum decía que los números de contagios iban para abajo ¿Se había levantado ya la veda sexual? Mientras tomé una cerveza para reponerme del shock escuché el mensaje de mi cuerpo que ya no quería sexo con la computadora ni conmigo, sino que lo quería con él. Me decidí y tomé el celular; le escribí ansiosa, esperando que viera mi mensaje y viniera corriendo (o yo fuera corriendo a él, me da igual) a tener sexo y quitarnos las ganas que el covid arrinconó, pero no mató”.

“Diego, quiero verte, creo que ahora es un poco más seguro, la pandemia está estable ¿qué dices? Esta fue su respuesta en un mensaje de voz. ‘Hola bonita ¿Qué crees? No puedo, ando en friega y además a un tío y un primo les dio esa madre de covid. A mí ya me dio, pero sin síntomas… La verdad es que en estos meses no me dio miedo, he tenido mis escapadas y pues la masturbada también aplica ¿Por qué no? He tomado mis prevenciones en el trabajo, pero en el acto ¡Chingue su madre! La verdad no pienso en eso cuando me voy a echar pasión, porque me voy con alguien que está sanita; sé que voy con alguien que no tiene covid”.

“Creo que no me da miedo por mi trabajo. No hay día que no atienda covid, pero como ya me dio, conozco mi cuerpo, cualquier pedo pues ya sabes ¡A checarse! Y la neta aquí sigo al cien. No soy así de esos espantados, pero sí me cuido mucho. El día que me digan ¿Sabes qué? Mejor no te veo porque tengo estos síntomas pues ¡Sin problema! Y gracias por avisar jajaja… No me da pena decirte estas cosas… ¿Qué quieres? Es que tú desde la pandemia te afresaste para vernos”.

fmma