La categoría o concepto de género puede ser una perspectiva de análisis muy útil en cualquier campo temático o fenómeno de estudio. Uno de esos campos es el uso problemático del consumo de drogas. En este breve apartado pretendo abordar las relaciones que tiene un consumo problemático (que puede o no ser entendido como adicción, abuso o problema de aprendizaje) en hombres y mujeres, así como sus diferencias y relaciones.

La perspectiva de género aplicada en el uso problemático de drogas nos lleva a analizar si las mujeres o los hombres tienen la misma forma de consumir drogas, si asumen los mismos riesgos o si, por ejemplo, tienen los mismos daños. A través de esta perspectiva también podemos analizar desigualdades en otros grupos que pueden tener vulnerabilidades a partir no sólo de su sexo sino también de su género, clase social u orientación sexual, tal es el caso de la población de la diversidad sexual no heterosexual, por ejemplo.

Cuándo nos preguntamos por qué en la inmensa mayoría de las estadísticas sobre el consumo de alcohol, por ejemplo, es más común la abstinencia en mujeres que en hombres, o por qué en la mayoría de las regiones existen más hombres que consumen alcohol que mujeres, o por qué los hombres también presentan más del doble de posibilidades que las mujeres de reportar ingesta severa crónica y por ende de presentar diversos problemas relacionados con el uso de alcohol, entonces estamos cuestionando las diferencias en las que se entiende y se vive la masculinidad y la feminidad en un contexto social histórico limitado.

Si bien, los consumos de drogas por parte de las mujeres han estado en aumento en tiempos recientes (sobre todo en lo concerniente a psicofármacos, drogas legales y avaladas por el sistema de salud dominante), el consumo de drogas (legales: tabaco y alcohol e ilegales) por parte de los varones sigue siendo mayor. Una de las principales hipótesis explicadas desde una perspectiva de género y masculinidades es decir que el modelo hegemónico de masculinidad privilegia el poder y la dominación en la identidad masculina, en este sentido un consumo de drogas pudiera llevarles a asumir riesgos o expresar falta de miedo ante un posible consumo problemático e incluso a tomar confianza en la capacidad de aguante de su cuerpo ante un exceso o simplemente a despreocuparse de su salud con mayor facilidad. En cambio, para las mujeres, un consumo de drogas pudiera ocasionarle mayor estigma, mayor riesgo de sufrir diferentes tipos de violencia (generalmente por varones) aunque también las mujeres correrían menos riesgo al realizar menos mezclas de drogas que los varones y al consumir menos que ellos, podrían correr menos daños por sobredosis, todo esto, desde luego, en las generalidades de los roles de género tradicionales. 

La perspectiva de género, además de estudiar las diferencias que se atribuyen a los sexos por su dimensión sociocultural en principal beneficio de la no subordinación de estas en ningún ámbito de la vida, también se interesa y lucha por la no discriminación, las desigualdades y la inequidad que padecen hombres y mujeres por su condición sociosexual. Uno de esos grupos es el colectivo homosexual.

El consumo de drogas aparece como una práctica más comúnmente representada en el colectivo gay que en el colectivo heterosexual, esto al menos en lo que se refiere a portales de ligue en internet (en el cual se pregunta el gusto o no por drogas más no así en los portales heterosexuales) y en una diversidad de películas y expresiones artísticas que intentan representar la gaycidad. Asimismo, hay varios estudios que desde los años ochenta han vinculado el uso problemático de drogas (heroína) con la prevalencia de adquirir el VIH hasta años más recientes que han vinculado la práctica del chemsex (sexo bajo el consumo de drogas tales como los poppers, GHB, éxtasis, cocaína, cristal, ketamina, cloruro) en estas poblaciones que terminan definiéndolas como vulnerables, quizás acentuando varios tipos de estigma, aunque también reconociendo lo que las estadísticas señalan.

La perspectiva de género en estas problemáticas nos debería invitar a no afianzar más la desigualdad mediante estereotipos y simplificaciones innecesarias, pero también a buscar explicaciones y soluciones mediante acciones reinvindicativas y políticas públicas como la reducción de riesgos y daños en el consumo problemático de drogas y también de atención a la salud mental. Los grupos de riesgo pueden ser los varones, las mujeres y subgrupos de la diversidad sexual no heterosexual, todos pueden tener riesgos por su condición de género, hay que saber leer los contextos y las prácticas que en las generalidades se dan para poder dar una respuesta focalizada a cada una de estas experiencias en apego de un cumplimiento a los derechos humanos de todas las personas.

Por si te interesa más, te invito a consultar las siguientes referencias en las que basé mi escrito:

Drogas y género (2009). Gizonduz-Emakunde

Derechos humanos y política de drogas. Reducción de daños

Informe técnico. Reducción de daños para los consumidores de drogas (2017)

Reducción de daños como estrategia para el uso y abuso de sustancias en México: desafíos y oportunidades (2017)

Los retos de la reducción de daños como política pública de drogas en Brasil (2015)

De riesgos y placeres. Manual para entender las drogas (2013)

Edgar Iván Zazueta Luzanilla

Twitter: @Edgarivanzaz

Dr. Edgar Iván Zazueta Luzanilla, es Doctor en Ciencias, con especialidad en Desarrollo Regional por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A. C., pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y a la Red Conacyt “Género, Sociedad y Medio Ambiente (GESMA).