La frase “detrás de un gran hombre hay una gran mujer” aplica para muchos casos y no necesariamente es una frase positiva. En el caso de  Ludwig Van Beethoven la frase se ajusta de manera negativa porque Nannette Streicher no recibió el crédito que merecía por fabricar los pianos con los que el famosos compositor dejó su legado musical. 

No creían que una mujer fabricaba los mejores pianos

Nannette fue marginada porque los historiadores no creían posible que una mujere estuviera dentro de los mejores constructores de pianos de Europa del siglo XVIII. Además, era dueña de su propia empresa,  donde le dio trabajo a su esposo Andreas Streicher como encargado de ventas y contabilidad. 

Lamentablemente, la historia contada por hombres dejó a Nannette en la oscuridad, relegada a ser la acompañante de Andreas, a quien se le adjudicaba el crédito por la fabricación y éxito de los pianos. 

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Nannette nació en Alemania durante 1769 y fue la sexta hija de un renombrado fabricante de pianos, que llevaba por nombre Johann Stein. De la experiencia de su padre aprendió a innovar el mecanismo de los pianos. A los 10 años Nannette ya dominaba muchas de las técnicas de construcción utilizadas por su padre.

Nannette continuó el negocio de su padre

En 1792 el padre de Nannette falleció, y ella, de tan solo 23 años y recién casada, transportó los pianos a Viena, donde estableció su negocio asociándose con su hermano menor. Juntos renombraron la empresa, llamándola “Geschwister Stein”. Años después se separaron y Nannette fundó su propio negocio. En el mercado se enfrentó a constructores locales, franceses e ingleses.

Beethoven conoció a Nannette en Augsburgo y pidió prestado uno de sus pianos para el concierto de  1796 en lo que ahora es Bratislava, pero el estilo ligero del elegante piano Stein no encajaba con la interpretación salvaje de Beethoven, quien estaba especialmente interesado en encontrar un piano que se adaptara a sus extremos dinámicos. Posteriormente requirió un piano con un sonido más fuerte, debido al avance de su sordera, todos fabricados por Nannette.

Los pianos más grandes, ruidosos y resistentes de Viena

Para 1809 Nanette había rediseñado múltiples veces el diseño de su padre, lo que la llevó a producir algunos de los pianos más grandes, ruidosos y resistentes de Viena. Su alta producción también era impresionante, producía entre 50 y 65 pianos al año.  

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Su relación con Beethoven era tan cercana, que por un tiempo trabajó encargándose de las labores domésticas en casa del compositor. Beethoven, quien nunca tuvo una relación exitosa con mujeres, la llamó “su buena samaritana”.

La fabricante de pianos murió en 1833, a los 64 años. Su empresa continúo a cargo de su hijo Johann Baptiste y de su nieto Emil, quien al morir marcó el fin de la empresa. 

Pero el legado de Nannette no murió, sus instrumentos siguen vivos en museos de todo el mundo.

Con información de: The New York Times