Miguel vivía en Guadalajara, Jalisco, cuando a sus ocho años, tuvo que afrontar la pérdida de su madre a causa del cáncer de mama. Lucila, su mamá, a quien recuerda como una mujer cariñosa y trabajadora, dedicó su vida a la enseñanza. Era maestra rural. 

Tenía aproximadamente seis años, cuando su mamá entró al cuarto donde Miguel y su hermana menor veían televisión. En la pantalla apareció un reportaje sobre el cáncer de mama en México, y su madre aprovechó para decirles que ella padecía esa enfermedad. “Tengo muy grabado ese recuerdo. Así fue como me enteré de su cáncer”, dijo en entrevista para La Cadera de Eva.

Miguel confiesa que los recuerdos más presentes que tiene de su mamá son aquellos relacionados al tratamiento del cáncer. El recuerdo de su imagen física lo conserva a través de las fotografías. 

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Cuando se habla del cáncer de mama, las conversaciones e información se centran en la salud y estado físico de las pacientes, pero detrás de la enfermedad existe un proceso largo y complicado que afecta familias enteras y de manera particular a los niños y niñas. 

El cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres

En México, el cáncer de mama es la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres, y de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cáncer de mama es el más común en las mujeres de todo el mundo. Representa el 16% de todos los cánceres femeninos. 

La lucha contra el cáncer que miles de mujeres enfrentan cada año es un proceso largo y desgastante, en el que las quimioterapias y la atención médica son una constante. Enfrentar  tal situación dentro del círculo familiar puede traer confusión y tristeza para niños y niñas.

“Recuerdo que empezaba a ir al hospital a las quimioterapias. Había días en los que nos dejaban nos dejaban con algún tío, una tía o algún primo que fuera mayor, pues mi papá y mamá se iban a las quimioterapias”.

Miguel cuenta que, después de que tuvieran que quitarle el seno, su mamá regresó a casa para recuperarse, pero un día tuvieron que volver a llevarla al hospital. La incertidumbre era una constante.

“Recuerdo que había temporadas en las que mi papá no estaba porque acompañaba en las quimioterapias a mi mamá”

Como un niño tan pequeño, y con tan poca información a la mano, Miguel afirma que sentía confusión:

“No me asustaba la verdad. Era muy extraño para mí ver que mi mamá tenía que ir tanto al hospital. Nunca alcancé a dimensionar realmente la gravedad de la enfermedad, hasta que noté que no era normal que estuviera tanto tiempo en el hospital y que fuera por ella una ambulancia”

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Vivir de cerca el desgaste de la madre

Lo más difícil para un niño en tal situación, según relata Miguel desde la experiencia, es ver el proceso de desgaste de la madre enferma y estar ante la incertidumbre de si puede mejorar o no.

“Como un mal recuerdo tengo la incertidumbre de no saber qué estaba pasando con mi mamá, de verla enfermarse, ver como perdía el cabello, verla más delgada, débil, empezar a ver que ya no se levantaba de la cama”.

Miguel recuerda sentir tristeza, porque no veía a su madre ni a su padre con la energía para estar con su hermana y con él, a pesar de que intentaban hacerles ver que todo estaba bien. La atención del cáncer requería toda la energía que había en ellos.

La lucha contra el cáncer convierte a la convivencia familiar en algo difícil de gestionar. Una anécdota que Miguel recuerda es que, un día, sus tíos del Estado de México fueron a visitarlos y los llevaron de paseo a un balneario.

“En esa ocasión yo quería que todos fuéramos: mi mamá, mi papá, mi hermana y yo, pero como mi mamá ya no podía salir solo nos enviaron a nosotros. Ahora que lo veo con perspectiva, me doy cuenta de que haber hecho estas cosas de mandarnos no era porque no quisieran estar con nosotros, sino porque era una forma que mi mamá y mi papá tenían para que mi hermana y yo no estuviéramos pensando en esas cosas. Esas fueron de las cosas más tristes que recuerdo, que no estuvieran tan cerca de mi como me hubiera gustado”.

De acuerdo con la American Society of Clinical Oncology, ser padre o madre con cáncer presenta desafíos particulares para los pacientes, como la comunicación, los cambios de comportamiento en los niños, la inversión de los roles y la dificultad de equilibrar las necesidades del paciente con las necesidades de los hijos. 

Lo más difícil del duelo

La última vez que Miguel vio a su mamá, fue a través de una ventana del hospital. Como no se permitía el acceso a menores, Lucila se asomó por la ventana para poder ver a sus hijos, a lo lejos, poco después falleció.  

Según cuenta Miguel, lo más difícil del duelo es intentar comprender la muerte, teniendo apenas ocho años de edad, “fue muy difícil hacerme a la idea de que había muerto mi mamá, porque no tenía ni idea de qué cosas implicaba eso”.

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A sus 22 años, Miguel afirma que muchas cosas las ha dejado atrás, pero está consciente de que hubo muchas experiencias que nunca vivió respecto a la relación de un hijo con una madre, que socialmente es visto como una relación de mucha cercanía y de cuidados.

Los roles de género en la familia

La idea de las madres está construida socialmente a través de los cuidados, de la función productiva y reproductiva de la vida en el seno del hogar. Una vez que su madre falleció, sucedió un reacomodo de los roles de género en casa, y su padre fue quien se encargó del cuidado de los hijos y el hogar: 

“Mi papá fue una persona cariñosa, que ahora sé y me doy cuenta que le costó trabajo adoptar este rol que se acostumbra a asignar a las mamás, pero que no le fue imposible, porque él no tenía prejuicios respecto a su masculinidad o al menos yo nunca lo sentí así”.

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La pérdida de una madre es una situación difícil de afrontar en cualquier momento o circunstancia. Cuando se trata de una enfermedad terminal como el cáncer de mama, la confusión y la tristeza puede inundar a los más jóvenes de la familia. 

Ante su experiencia personal, Miguel dice que lo primordial ante una pérdida por cáncer de mama es no olvidar darle comprensión y cariño a los niños:

“Es difícil tratar de explicarle a un niño algo tan complejo. Yo les diría a sus papás y a sus familiares, que son quienes en realidad pueden dimensionar lo que está pasando, que no los dejen, que les den mucho cariño, comprensión, que los abracen”.