Desde el sureste de México, entre las regiones montañosas, de costa, sierra, selva y valles, me atrapa el colorido del pantógrafo multicolor apenas registrado por mis ojos humanos. Los cielos azules en diferentes tonalidades enmarcan las nubes aborregadas, que de manera engarzada forman un sinfín de figuras que me hacen imaginar situaciones, jugueteando así con mi imaginación citadina y apresurada, la cual se calma por un momento.

Luego entonces, los sonidos aparecen a través del caminar de las personas entre las calles mojadas, el transporte, la vendimia, el soplo del viento, los pájaros cantores, la música diversa entre los andadores principales, y también ese silencio tenue que apenas es perceptible ante mis oídos. Los sonidos se engarzan con los olores de la lluvia recién resecada por el sol que acaba de salir en un santiamén entre mezclándose con los sabores del café, el chocolate, el pan, los quesos, el posh un fermento de piloncillo y maíz artesanal, tortillas, dulces y nuez de macadamia.

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Así que entre miradas, olores y sabores, mi cuerpo y mis pensamientos me llevan a arrojarme al vacío con la seguridad de que justo ahí encontraré algo de lo que busco. La vida sin duda es un recorrido que está lleno de contrastes maravillosos, vivencias, sensaciones, emociones, historias, demoliciones, y creaciones. Literalmente es un lienzo blanco, la primera hoja de un libro, un trozo de barro húmedo, la posibilidad entre otras cosas de plasmar lo que queramos construir de nuestra vida de manera permanente, reescribiéndonos todo el tiempo.  Claro, no partimos de cero del todo, hay un contexto que no está en nuestras manos controlar y que de alguna manera como seres sociales nos determina, pero sí existe una parte que depende de nosotras, la cual si decidimos tomarla nos mantendrá en constante movimiento y aprendizaje para que valga la pena vivirla.   

VIVIR DE MANERA PASIVA O DINÁMICA

Las opciones para vivir la vida y para la búsqueda de respuestas, me parece son tantas como las personas que somos, sin embargo, me centraré en dos principalmente: una de ellas es decidir vivir de manera pasiva, esperando llenar el listado histórico y estereotipado del “deber ser” desde que nacemos hasta el último momento de nuestra vida. En esta opción no tendremos tantas frustraciones seguramente porque nos adecuaremos al check list esperado, y si no salen las cosas sabremos que la vida así lo quiso. Otra opción, es vivirla de una manera más dinámica, responsable y propositiva, opción en donde habremos de buscar aquello que queremos hacer, construir, vivir, sentir, y proponer. Esto seguramente le dará mayor sentido a nuestra vida y la hará más disfrutable. Tendremos un mayor número de frustraciones, pero el gozo de ir sumando esa experiencia tan vivida será más que gratificante. Seguramente también abonaremos a un mayor número de herramientas para transitar con tolerancia nuestras frustraciones, y un monto de creatividad para podernos sobreponer ante las diferentes adversidades que seguramente encontraremos en nuestro andar cotidiano.

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En este recorrido de vida seguramente necesitaremos algunos momentos para detenernos y analizar en dónde estamos paradas, idealmente cuando lo hacemos de manera consciente, el proceso nos llevará de la mano para ir ubicando, reflexionando y acomodando lo que a su paso vayamos encontrando. Sin embargo, no siempre será así, en la mayoría de los casos los acontecimientos y las circunstancias llegan de porrazo, y a veces en paquete familiar y queramos o no, nos detendrán abruptamente para mirar de una manera más consciente en el mejor de los casos de dónde vino y cuál es el sentido de evidenciarse en ese momento, lo cual a su vez nos llevará a reflexionar, valorar y tomar algunas decisiones necesarias para irlas e irnos reparando.  A veces lo que podremos ver tal ver sea un raspón, una herida, un socavón, un hoyo negro, o solo un pequeño tropiezo que no requiera tanto de nuestra atención, pero si un llamado a revisar algo de nuestra vida.

Vivir estos desafíos siempre serán mejor con las amigas y amigos, quienes nos ayudan entre muchas cosas a curarnos, a espejearnos sesudamente durante noches y madrugadas enteras sin chistar, buscando nuevas formas de entender el mundo, relamiendo heridas, acompañando, abrazando, y con el impulso siempre de disfrutar  hasta el último momento del día para sobreponernos. De pronto es necesario regresar a esos diferentes lugares por los cuales hemos andado para recolectar, recordar y retomar nuevos caminos. 

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Pues bien, la ruta que te ayuda a volver a ti, te hace reencontrarte con tu mente, con tu corazón y tu espíritu. Una vez que los abrazas puedes integrarte y resucitar para volver a tocar tierra firme, y entonces podemos mirar de qué está hecho el corazón y el espíritu de guerreras que nos hace levantarnos las veces que lo queramos hacer, llegando así a una serenidad que alentó un poco la vida, volviéndola menos incomoda, más sostenida, más amorosa, con un andar más liviano para encontrar las respuestas que siempre están dentro de una misma, en la espera de ser descubiertas.

Norma G. Escamilla Barrientos es licenciada en pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM y tiene maestría en psicoterapia psicoanalítica por el Centro Eleia, A.C.

@EscamillaBarr