¿Una mujer puede ser "sumisa" en la cama y feminista en la calle? ¿Hay alguna contradicción en esa práctica sexual? Al buscar literatura confiable, un tanto académica, para responder a esta pregunta me encontré con una respuesta inesperada. Pero… antes de comenzar con la reflexión primero hablemos del bondage, que es una de las acciones que pertenecen a la práctica del BDSM que se refiere a lo siguiente:

B: Bondage: atar o que te aten (se puede usar telas o cadenas)

D: Disciplina: normas y castigos por incumplimiento de las mismas

D: Dominación: La persona que lleva el rol dominante

S: Sumisión y sadismo, la persona que lleva el rol sumiso, es decir, la dominada. Sadismo: Obtener placer por causar dolor en la otra persona.

M: Masoquismo, obtener placer al experimentar dolor.

Después de esta explicación, surge la pregunta ¿cómo cabe la palabra feminismo en una composición de palabras donde está presente la “sumisión"? Vamos al análisis. Podemos encontrar varios textos donde nos dicen que el ser feminista no está peleado con querer cumplir nuestras fantasías sexuales, al contrario, querer cumplirlas es un acto feminista en sí mismo.

En un artículo académico de Michelle Mueller, miembro del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Santa Clara, recopila testimonios de los prácticas del BDSM o “Kinks” como se le nombra a las personas que lo practican. La académica expone un debate entre feministas sobre la misma pregunta que expongo: ¿Una mujer puede ser sumisa  y feminista a la vez?

Algunas de ellas, como Pat Califia y Carol Queen, feminista paganas, han señalado que el ejercer esta práctica debe ser elección de la mujer y que es nuestra libertad perseguir nuestras fantasías y deseos sexuales sin amonestación de la comunidad religiosa pagana. Desde su punto de vista, "todos los actos de amor y placer son rituales", en la práctica del BDSM el consenso es clave. En si, la frase pertenece a Doreen Valiente una de las líderes principales del Wicca.

Antes de seguir, porqué se habla de una amonestación pagana. Sí, el BDSM es una práctica Wicca, una religión neopagana relacionada con brujería y prácticas antiguas.

El sitio Aleteia describe a esta religión como: la reconstrucción y reinterpretación de religiones ancestrales pre-cristianas, fundida con elementos de modernidad como el romanticismo y el retorno a la naturaleza, el feminismo, el colectivismo, el ecologismo y el anticapitalismo.

Sin embargo, no todas las feministas están a favor de la práctica del BDSM como un acto feminista, Andrea Dworkin, Catherine MacKinnon y Kate Millett señalan que el BDSM erotiza la violencia y, por lo tanto, tiene un síntoma de misoginia patriarcal. En el mismo sentido, Starhawk, una escritora y activista anarquista y autodenominada bruja, señaló que el sadomasoquismo en todas sus formas es la manifestación sexual de una dinámica de poder poco saludable:

“Si examinamos los roles desempeñados en el sadomasoquismo, podemos ver que estamos jugando afuera, una y otra vez, en las máscaras de tutor y prisionero, maestro y alumno, sacerdote suplicante, adulto y niño, amo y sirviente, es la relación de poder”.

Aunque el consenso es vital en la práctica del BDSM, para las feministas que están en contra, sigue presente esta subjetividad de sumisa en la mujer quien podría caer en este juego de poder.

Los informantes de Mueller, definen el BDSM o “kink” como un juego consensuado, se practica por lo regular con las parejas, pero no siempre es sexual. Tiene otro fines espirituales, se trata de un juego de roles. Al respecto, el antropólogo Sherry B. Ortner ha dicho que son “juegos serios”.

De acuerdo con la autora del artículo If all acts of love and pleasure are Her rituals, what about BDSM? Feminist culture wars in contemporary Paganism, su traducción sería Si todos los actos de amor y placer son rituales, ¿qué pasa con BDSM? Guerras culturales feministas en el paganismo contemporáneo; Los kinksters representan dramas serios, si tienen éxito, podrían ayudar a sus practicantes a superar algún abuso sexual.

“Las sobrevivientes de violación (que lo han practicado) han informado que, en un torbellino, saben que podría terminar la escena en cualquier momento. Una escena BDSM puede ayudar a una sobreviviente de violación a encontrar su poder mientras está en un estado alterado y, por lo tanto, sea un ritual que ayude a su curación”.

Los practicantes establecen que las actividades deben ser "seguras, sanas y consensuadas" (un lema de la comunidad) entre los maestros quienes recomiendan negociar y acordar antes los límites de la relación y las palabras de seguridad. Así que para responder a la pregunta si una mujer deja de ser feminista por practicar BDSM, dependerá desde dónde está tomando su decisión.