Fue en los años 70, con las lecturas de Simone de Beauvoir, cuando la Dra. Teresa Incháustegui Romero se sumó a los colectivos feministas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “En los colectivos nos dimos cuenta que el patriarcado debía ser desmotando desde nosotras mismas, estaba incorporado en nuestro lenguaje, pensamientos, miedos. Fue ahí donde incorporamos la frase de lo personal es político…”, comentó para La Cadera de Eva.

El nombre de este sitio, La Cadera de Eva, que cobija el Grupo La Silla Rota surge en un desayuno a principios de enero de este año donde fueron invitadas diversas feministas, entre ellas, Teresa Incháustegui. Al preguntarles sobre sugerencias de nombres, la Dra. Teresa alzo la voz y dijo “que se llame La Cadera de Eva con el eslogan el verdadero hueso de la creación”. Su idea fue atractiva para el equipo, y así fue como esta sección comenzó a formar su identidad.

Al preguntarle sobre qué es el feminismo, nos respondió parafraseando una frase de Norberto Bobbio: “El feminismo tiene dos caras, una es la lucha reivindicativa de las mujeres por sus derechos y la otra es la construcción de conocimiento desde la perspectiva femenina”, esto para ella es el feminismo.

A manera de agradecimiento e interés en conocer cómo surge su trayectoria feminista, nos dio una entrevista en el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), al sur de la Ciudad de México.

- ¿Cómo comenzó tu interés por el feminismo?

Fue en la universidad, en el año 75 o 76, cuando me sumé a los colectivos feministas. Ya contábamos con derechos civiles, derechos políticos, pero la idea de igualdad era muy lejana. Todavía mis compañeras que estaban en ciencias duras eran tratadas de forma diferente por los profesores.

Ahí fue donde nos dimos cuenta que el mundo estaba hecho con patrones masculinos. Lo femenino era una caricatura de vestimenta de cosas. Lo femenino era lo ‘otro’, lo que no llegaba a ser pleno. 

-Existe un debate entre los conceptos de igualdad y equidad ¿qué puedes decirnos al respecto?

La discusión entre los conceptos es una confusión que se dio a partir de las traducciones de organismos internacionales a la palabra equity, que en inglés es igualdad. La idea de equidad supone que siendo diferentes podemos conseguir retribuciones justas en el reparto de los beneficios; la diferencia es, como equidad se tamiza la diferencia.

La igualdad implica que en lo que no somos diferentes debemos ser iguales. La equidad parte de que hay roles, en medio de los roles, tenemos que tener equidad. En lo referente a la igualdad no asume que los roles sean algo que debemos vivir.

- Respecto a la lucha feminista ¿has visto un cambio?

Ha habido un cambio. Ahora no se cuestionan acciones que antes sí, como el que una mujer decida estudiar, vivir sola o no tener hijos. Sin embargo, falta mucho. Hay una gran diferencia entre lo que tiene el 22 o 25% de la población al resto que vive como hace cinco siglos, eso es lo que no nos permite avanzar a todas. Esta es una consigna de la ONU, que nadie se quede atrás es un tema central.

-¿Qué opinas sobre la activación de la Alerta de Violencia de Género?

Lo dije como titular del instituto (Inmujeres) la alerta como está diseñada no funciona, no atiende emergencias, es un dispositivo que obliga a las instituciones a hacer lo que no habían hecho antes o que lo han hecho de forma insuficiente. La alerta está pensada para que resuelva el problema de la violencia en seis meses incluso hasta en un año; pero no podemos tener una alerta permanente.

El enfoque debe ser ubicar a las fuentes de la violencia y son éstas las que se deben atender. Las fuentes provienen desde la violencia estructural hasta los patrones culturales que ya están muy arraigados, se necesitan por lo menos 10 años de trabajo intenso para poderlos resolver. En este caso siempre pongo el ejemplo del alcoholímetro que cambió las conductas de las personas en la forma de decidir si manejaban o si se quedaban en casa de un amigo.

 

La alerta obliga a los estados a que hagan cosas que no habían hecho antes o no lo habían hecho lo suficiente, lo que hace es suplir la deficiencia que tiene la política en su conjunto.

Ahora, hay que preguntarnos ¿qué ha pasado con el Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (PIPASEVM)? Pensado para el periodo 2019-2024. ¿Le dieron recursos? Parece ser un programa que no tiene dientes.

Sin presupuesto ¿cómo haces para que los estados cumplan? Ese ha sido el problema de la política que no tiene dientes ni la manera de obligar a nadie. La alerta de alguna manera es una presión incluso a veces un chantaje que funciona para obligar a hacer ciertas acciones que no se han hecho.

En la Ciudad de México se han implementado acciones, que no son suficientes, por supuesto. El 70% de las medidas de la alerta estaban destinadas a la procuración de justicia. Se puede observar que ahí hay un gran rezago, pero es un rezago estructural que hay en la ciudad, el problema de la persecución de los delitos que no solo existe con el feminicidio.

Las organizaciones que demandan la alerta de género conforman un grupo de interés que ya tiene su dinámica, son defensoras de las víctimas, defienden los derechos humanos. Al final condicionan a los gobiernos a determinadas acciones.

- ¿Qué acciones deberían hacerse?

Tenemos más de 13 años con la Ley General de Acceso, y las acciones en materia educativa para generar una cultura de no violencia entre los niños y las niñas no existe, ni aquí en la Ciudad de México ni en ninguna parte; así ¿cómo vamos a cambiar las fuentes de la violencia? ¿Cómo reducimos las violaciones si no tenemos una política de ordenamiento urbano con perspectiva de género? Podemos ver las historias de los taxistas violadores, se las llevan a las barrancas, a lugares donde no hay nada. El gobierno debería tener una visión de la ciudad donde esos lugares solitarios estén vigilados o tengan iluminación.

- ¿Qué opina respecto a las marchas feministas?

Las manifestaciones demuestran un enojo social por parte de las jóvenes que están hartas de la inseguridad que viven en la ciudad. Es un síntoma de un cambio, donde ellas están tomando conciencia sobre su cuerpo, sus libertades y que deben vivir en un lugar libre de violencia. Muchas de ellas deben venir de hogares donde prevalece la violencia, el ir a una marcha es una forma de mostrar su inconformidad.

La violencia contra las mujeres está basada en la idea en que las mujeres estamos para servirles a los que tienen el poder, que pueden obligarnos a hacer cosas; y eso lo viven las mujeres jóvenes de hoy.

La Dra. Teresa Incháustegui Romero es Licenciada en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y  Doctora en Investigación en Ciencias Sociales con especialidad en Ciencia Política, por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede México. Fue directora del Inmujeres de la Ciudad de México y es profesora en el Programa Interdisciplinario en Estudios de la Mujer (PIEM) de El Colegio de México (COLMEX). Profesora del Diplomado de Género y Política Públicas de FLACSO-México desde 2002.