Andando en el metrobús, hoy una chica me avisó que colocaría su brazo al lado de mi cadera para que, según ella, “no me fuera a enojar”. Ya unas semanas antes, un joven puso una mochila, entre su cuerpo y el mío, diciéndome que era “para que no pensara que se estaba aprovechando”. La actitud de ambos fue la misma: tenían miedo. Más que al contacto físico, miedo a mi reacción. 

Para muchas personas, las interacciones diarias se han vuelto un campo minado en donde vale más ya no interactuar, para no pasar por un acosador sexual o una persona hostigadora. Las discusiones recientes en torno a la violencia contra las mujeres, afortunadamente han conducido a una mayor conciencia acerca de situaciones normalizadas que son violentas. Sin embargo, creo si no ampliamos y debatimos cotidianamente nuestras interacciones sociales, corremos el riesgo de generalizar todo como violento. Es importante pues, analizar cada situación en la que nos podamos sentir potencialmente agredidos o agresores.

Tener contacto corporal y rozones por la afluencia de personas que suben y bajan en un transporte público, no es acoso. Escuchar un halago eventual porque un vestido se nos ve bien, no es acoso. Que mi entrenador me toque y conduzca mi cuerpo mientras entreno, no es acoso. Incluso recibir una invitación a salir por parte de un jefe, tampoco es acoso. Y es que, verán, cualquiera de estas condiciones puede ser comprensible en muchos ambientes y contextos. 

La ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, establece que acoso, es una forma de violencia en la que existe un ejercicio ABUSIVO de poder que conlleva a un estado de INDEFENSIÓN y de RIESGO para la víctima.  Bajo esta definición, ejercicio abusivo significaría entonces, que la persona realiza una práctica (invitación, halago, comentario, etc.) de manera reiterada o consecutiva; o bien, lo hace en una sola ocasión, pero en circunstancias totalmente fuera de contexto o lugar (tocar mis genitales sin mi consentimiento, besarme sin aviso, llevarme a un lugar con engaños, etc.). 

Acosar es entonces pasar por alto un NO por parte de la otra persona, el que debería ser el único, ya sea dicho expresamente, u obviado por las condiciones de lugar, tiempo y espacio en el que se da la interacción. En ese inter, mientras el NO aún no se presente, es importante entender también, sobre todo entre pares, que las personas tienen derecho a expresar sus apreciaciones, a hacer su luchita amorosa, o a aspirar a un cambio en el estatus de una relación. De modo que recibir un comentario agradable sobre mi persona, o incluso una declaración de amor, si no me pone en una condición de INDEFENSIÓN o RIESGO como consecuencia, no constituye tampoco un acoso. 

Si no asimilamos esto, corremos el riesgo de caer en una cultura de autocensura; o donde se anule la posibilidad de dar o recibir un reconocimiento o halago; o donde ser reduzca la posibilidad de juego, coqueteo o cualquier otra forma sana y creativa de ejercer nuestro erotismo, sexualidad o capacidad afectiva.

Hay que practicar con mayor frecuencia el diálogo y recordar que las conductas, especialmente las que cada quien considera sexual, también caen en un terreno subjetivo en donde una mirada, un abrazo, un rozón, pueden significar múltiples cosas para quienes interactúan, en función de nuestras experiencias previas y de nuestras condiciones socioculturales. 

Les invito a que recurramos al sentido común y al diálogo, a actitudes mediadoras, antes de asumir violencia como primera intención en todo. A que practiquemos el decir NO con firmeza y claridad desde la primera vez que nos sintamos incómodos/as. A que sepamos respetar un NO cuando nos toca recibirlo; y a vivir más relajados. El mundo ya está bastante estresado y requerimos de interacciones sanas, lejos de la no interacción, o peor aún, de vivir con miedo al interactuar.

Liliana Coutiño Escamilla

Twitter: @LiliCoutino

Psicóloga y educadora, maestra en Sociología de la salud por el @ColSonora y doctora en Ciencias en Epidemiología por el @inspmx. Colabora en diversos proyectos institucionales, entre ellos los referentes a violencia y diversidades sexuales en el @institutomora.