El 25 de julio se conmemora el día de la mujer afrodescendiente, una fecha propicia para visibilizar las distintas opresiones que sufren las mujeres por cuestión de género y por su origen étnico.

La fecha se eligió porque el 25 de julio de 1992 fue la primera vez que cientos de mujeres de todo el continente se reunieron en República Dominicana para discutir algunas de sus problemáticas más sentidas.

En México, el movimiento de mujeres afrodescendientes que exige el cumplimiento de los derechos que les corresponden por ley no sólo ha avanzando en lograr que cada vez más mujeres se enorgullezcan de su origen étnico y de las tradiciones de su cultura, sino que han logrado que poco a poco se discuta en los espacios públicos sobre esta problemática.

MUJERES AFRODESCENDIENTES AL PODER

Ahora, las mujeres afrodescendientes ocupan espacios en lugares relacionados con la academia, la investigación de todo tipo, en los colectivos y colectivas, en las escuelas y también en los lugares y espacios de toma de decisiones.

Uno de estos casos es el de Celeste Sánchez, actual senadora que ocupó el lugar que dejó Citlali Hernández cuando fue elegida como Secretaria General del Movimiento de Regeneración Nacional.

Celeste es una joven originaria de Guerrero que decidió dedicarse a las ciencias biológicas pero que ahora se encuentra en el Senado de la República y, desde ahí, busca incidir en la toma de decisiones para atender las problemáticas de las mujeres afrodescendientes.

Sabe que no representa a todas las mujeres y ni siquiera representa a todas las mujeres afrodescendientes pero es muy consciente de que desde el lugar en el que se encuentra, el trabajo que realiza puede generar cambios en la vida de otras como ella.

TERCERA RAÍZ

El auto reconocimiento de la comunidad afrodescendiente ha implicado asumir que lo que se ha dado en llamar “la tercera raíz” de lo mexicano, en realidad es más una segunda raíz si se considera la cantidad de población africana que se trasladó a nuestro continente durante la colonización española.

“Los historiadores han calculado que alrededor de 250 000 personas esclavizadas de origen africano, entre ellas mujeres, arribaron de manera forzada a la Nueva España, sin contar aquellas que lo hicieron a través del contrabando, cuyo número es muy difícil de calcular y que aumentaría considerablemente la cifra”, explican María Elisa Velázquez Gutiérrez y Gabriela Iturralde en su libro “Afromexicanas: trayectoria, derechos y participación política”.

Celeste Sánchez explica que, en realidad, la población predominante en la Nueva España era indígena, pero la comunidad africana o afrodescendiente ocupaba el segundo lugar de la población colonial en términos numéricos y los españoles eran la minoría.

MOVIMIENTO AFROMEXICANO

El movimiento afromexicano ha tenido un desarrollo importante desde las últimas décadas gracias a las más de 20 asociaciones que se han formado y que han trabajado en estados como Oaxaca, Guerrero, Coahuila y Veracruz.

Sin embargo, entre la comunidad afrodescendiente, que en sí misma ya es heterogénea, las mujeres tienen una problemática específica que ha requerido que también como mujeres se organicen dentro del propio movimiento afro.

“Todavía hay tradiciones de que a los 15 años las niñas se van con alguien que les dobla la edad. En este momento todavía está este término de “se la robó”. Hay tradiciones como tirar cuetes o anuncian en los pueblos si una mujer es virgen o no. A raíz de eso también surgieron las redes de mujeres afro, las asociaciones dirigidas a la población pero a las mujeres específicamente.

“Sufrimos doble discriminación: al ser mujer y al ser una persona negra. El racismo, la discriminación y el machismo es lo que hizo surgir la necesidad de tener asociaciones específicas para las mujeres”, explica Celeste Sánchez.

La actual senadora también explica que hay una discusión dentro de la comunidad afrodescendiente en México sobre cómo reconocerse en ese grupo social.

TOMAR EN CUENTA O NO AL FENOTIPO

Así, habría dos grandes corrientes de posicionamiento político: quienes reconocen que no es necesario tener cierto tipo de piel para ser reconocido o reconocida como afrodescendiente pues lo principal son las tradiciones y la cultura; y por otro lado quienes reconocen la importancia de la cultura y las tradiciones pero también le dan su lugar al fenotipo, es decir, al aspecto de las personas.

En ese sentido, Celeste se coloca de lado de quienes sí reconocen la importancia del fenotipo porque además de que puede llegar a ser muy importante para el autoreconocimiento, es fundamental para que el otro o la otra reconozcan también a uno de los suyos.

“Si vas en la calle y ves a alguien no le preguntas si trae alguna tradición, te fijas primero en el aspecto físico y eso es real”, dice Sánchez.

“Hay mucho activismo de la población afro, pero en su mayoría es de mujeres. Hay influencers, mujeres jóvenes desde las redes sociales, que tienen actividades antiracistas, traen otra línea de pensamiento pero van a lo mismo: a exigir que haya las mismas oportunidades para acceder a los mismo derechos”.

El objetivo del movimiento de mujeres afrodescendientes en el que Celeste participa tiene el objetivo de especificar las violencias machistas que las mujeres afro sufren porque no es lo mismo la violencia que atraviesa a las mujeres blancas que a las mujeres negras.

“Como mujer afro nos atraviesa la discriminación, el racismo, la pobreza, el analfabetismo. En 2015 en el conteo intercensal se veía que las mujeres afro éramos las que teníamos mayor índice de analfabetismo, por encima de las mujeres indígenas, por ejemplo”, señala Sánchez.

En el momento actual, a pesar de que se ha avanzado muchísimo en el camino del reconocimiento de la comunidad afrodescendiente, es necesario cumplir con algunas tareas necesarias para garantizar que la comunidad afro tenga los mismo derechos que el resto de la población.

Para esto, es necesario que los afrodescendientes también participen en los espacios de toma de decisiones y que, además, se construyan mecanismos y políticas públicas que estén dirigidos especialmente a este grupo de población para colaborar en el cumplimiento de sus derechos.