Pascual abandonó a su hijo Antony cuando tenía 11 meses, se fue porque iba en busca del sueño americano. Lo dejó con su abuela en Acapulco, pero cuando Antony tenía tres años llegó a la Ciudad de México para vivir con su tía en la delegación Gustavo A. Madero. Años después, el menor fue rescatado de la violencia y abandono de sus tíos y acaba de encontrarse con su padre.
El encuentro entre Antony y su padre fue difícil pues iban a conocerse por primera vez. De acuerdo a los psicólogos, el menor solamente conocía la voz de Pascual cuando le llamaba por teléfono desde San Diego y por ese rencor no quería estar con él.
— ¿Sabes quién soy? —preguntó Pascual a su hijo.
— No —le respondió Antony.
— Mi nombre empieza con “P”.
— ¡Ahh, Pascual! —expresó el menor para después dejarse abrazar por su padre.
Después de que Pascual se disculpara, Antony se relajó y hasta jugó a la pelota con su padre. El hielo pudo romperse al menos un poco, pero después de que transcurrieran dos horas, el menor tuvo que regresar con su familia adoptiva.
En un periodo mínimo de seis meses, Pascual deberá comprobar que podrá ganar lo suficiente mantener a su hijo, trabajar y tener la estabilidad emocional para ser responsable de Antony; por ello, en este tiempo tendrá que recuperar los vínculos emocionales con su hijo.
El DIF también apoyará a Pascual, quien trabajará como albañil, un oficio que ejerció toda su estancia en Estados Unidos.
Ahora Pascual buscará un domicilio en la delegación Benito Juárez, donde está el centro de convivencia. Su objetivo es trabajar y estar cerca del niño, pues dice, busca recuperarlo lo más pronto posible y después, ir en busca de Pascual Brandon, el otro hermano de Antony, a quien tampoco ha visto desde hace tres años.
“Fue muy corto y emotivo. Nos costó trabajo porque él no me conocía, fue el primer paso y la verdad estoy muy contento por eso. De aquí en adelante prometo no fallarle y hacer todo lo que me digan las autoridades con tal de recuperar a mi hijo”, concluyó Pascual.
Con información de El Debate
fmma