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La historia de Samuel, el indigente cristiano en CDMX

El hombre recorre manifestaciones y sitios de interés con letreros polémicos "de parte de Jesucristo"

Escrito en METRÓPOLI el

La vida de Samuel de la Cruz, el indigente cristiano que se pasea con polémicos carteles por las calles de la Ciudad de México, es una historia peculiar. El hombre, que anteriormente vivía en el albergue Coruña, ahora duerme en el Parque México, “porque las banquitas tienen techito”, explica a Vice que nunca ha pedido dinero, y que en algunas ocasiones, la gente le da dinero.

El hombre de 51 años, originario de San Luis Potosí, tuvo una vida común hasta sus 30 años trabajando como guardia en Monterrey. Sin embargo la “buena vida” no le daba satisfacciones y vivía deprimido, por lo que decidió viajar a Acapulco para suicidarse y al no conseguirlo, decidió ir a la cárcel, destruyendo 10 obras de una tienda de arte. 

Samuel lo consiguió, estuvo cuatro años y medio purgando su pena por desorden en el Cereso de Acapulco; dentro del centro de reclusión, conoció a Dios y a partir de ahí su vida cambio, platica en entrevista con Vice.

Al salir de la cárcel, Samuel decidió que el propósito de su vida era para predicar la palabra de Jesucristo, primero empezó con folletos y posteriormente, con ingeniosos letreros que dependen de la ocasión.

Samuel asegura que todos sus letreros provienen de la biblia y que solamente los hace coincidir con la ocasión, algunos de los más polémicos fueron, por ejemplo el del concierto de Ricky Martin en el Auditorio Nacional que decía “Que seas gay Jesucristo lo entiende, pero que sientas orgullo de ello, no”, o el del Día de la Mujer: “Jesucristo ama a las mujeres, pero no al feminismo”.

En la entrevista, destaca que su cartel del día de la mujer provocó que lo persiguieran.

“¡Ellas me querían arrebatar el letrero a patadas! Acabaron correteándome y yo subiéndome a una escultura de las que hay en Reforma, para salvarme”, cuenta Samuel.

Su fe lo motiva todos los días a sostener sus curiosos letreros, explica que puede estar hasta seis horas y no siente el cansancio, pero al bajar los brazos, ahí sí se quiebra. 

Con información de Vice

fmma