Por C. Quiroz y J. Jacome*

Uno de los retos para la implementación de una eficaz política de género es la dificultad para identificar contextos y definir conceptos, y por lo tanto, los objetivos adecuados.

Cuando desde fuera de Cancillería se pretende criticar al cuerpo diplomático mexicano, se toma como referencia a los titulares de las representaciones, comúnmente con un salario en el rango de embajador o ministro; y quienes, además, cuentan con el uso de una residencia oficial, vehículo y otros elementos de apoyo para el desarrollo apropiado de su encargo. El resto del personal de una representación no cuenta con esas herramientas y en algunos rangos, los funcionarios reciben apenas una tercera parte del salario del titular. La renta, a veces, consume solita la mitad del ingreso. Ni hablar del personal de apoyo.

En el mismo sentido, la equidad de género no puede medirse únicamente con el número de mujeres en puestos de mando en la estructura de Cancillería -quienes merecen todo nuestro reconocimiento-, sino también con las condiciones que enfrentan aquellas que no tienen una posición de autoridad. Si bien la llegada de mujeres a esas posiciones es claramente positiva, no necesariamente implica la existencia de condiciones generales favorables para las mujeres en el resto de la institución.

Al conmemorar fechas como el Día Internacional de la Mujer, es usual escuchar solamente la experiencia de mujeres que han alcanzado posiciones de relevancia en la Secretaría de Relaciones Exteriores, que parecieran describir un escenario en el que su llegada comprueba la existencia de condiciones mayoritariamente favorables en materia de género en nuestra Secretaría, confirmándose por qué, siguiendo los usos institucionales, varias de esas voces incluyen en sus narrativas el agradecimiento a la superioridad por todos los avances realizados. Parece entonces que, como dijera una muy renombrada diplomática mexicana “ese tema de la igualdad de la mujer ya está superado”, ¿será?

Apenas en el 2008, la Cancillería tuvo un primer gesto hacia el tema de género, creando la Unidad sobre el tema. Se realizó un diagnóstico de género inicial sobre las circunstancias al interior de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se crearon los “enlaces de género” en cada representación en el exterior y se lanzaron cursos de “sensibilización en materia de género”, con una narrativa que citaba las premisas fundamentales del tema.

A la fecha, no se conocen las acciones para atender las conclusiones del diagnóstico. Los “enlaces de género” se usan principalmente para la divulgación de “logros”, pero no para recibir retroalimentación sistemática. Su existencia no se ha formalizado en la Ley del SEM o su reglamento, por lo que no tienen capacidad jurídica para intervenir ni dar seguimiento a las denuncias sobre posibles abusos motivados por género.

Parece que el único fruto tangible de esa unidad ocurrió en el 2014 cuando aprobó el “permiso de paternidad” de cinco días para que el padre pueda “acompañar” a la madre después del alumbramiento, y luego, cuando se cambió el nombre de “permiso” a “licencia”; siempre bajo criterios restrictivos que corroboran el anacrónico concepto sobre la feminización de la crianza de los hijos. Temas pendientes.

Posteriormente, se emitió el Código de Conducta de la SRE, se creó el Comité de Ética de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y la figura de Persona Consejera. Si bien con los años han ido mejorando los procesos, el Comité no tiene capacidad jurídica para interponer sanciones de manera independiente por violaciones al Código de Conducta sin depender a que autoridades ajenas a la Secretaría determinen una responsabilidad por la violación a otros cuerpos normativos. Tema pendiente.

Es por eso que, a pesar de la voluntad de los y las integrantes del Comité, en casos como el ocurrido en una representación de importancia mayor, donde un funcionario fue señalado de manera múltiple por diversas mujeres que describían violencia laboral, y a pesar de haberse seguido los mecanismos internos para la denuncia de estos hechos, sólo pudo determinarse como sanción, principalmente, clases de sensibilización en materia de género para el señalado y su compromiso a dejar de ejercer esas conductas. Las funcionarias fueron “protegidas” siendo trasladas a otra representación. Tema pendiente.

Otro funcionario de la misma representación también se quejó del mismo abuso cometido por el mismo sujeto. No procedió la queja por no ser un asunto de género ya que los dos son hombres. De facto, así, se protegió al acusado. Tema pendiente.

Pero hay muchos otros casos. Mujeres a quienes les han dicho que su condición de mujer, pareja y madre, no son compatibles con sus aspiraciones profesionales. Mujeres a quienes se les ha impedido ascender, usando las evaluaciones, como castigo por haber querido un traslado a una adscripción diferente. Mujeres a quienes su titular, con insultos, les exige asumir el oneroso costo de cambio de boletos de avión para ella y sus hijos, para regresar de inmediato a la adscripción, aunque estuvieran en México, con autorización, cumpliendo en tiempo y forma las instrucciones emitidas por la SRE para acreditar el proceso de evaluación y ascenso que dicta la ley. Mujeres a quienes obligan a recoger a sus hijos e hijas menores de edad y volver con ellas a la oficina para continuar laborando más allá del horario de trabajo. Mujeres a quienes, presentándose en su nueva oficina, se les acusa de ser espías y se les somete a ostracismo laboral simplemente porque su llegada no fue iniciativa de la titular de esa oficina.

Lo que destaca en los ejemplos anteriores es que han sido vejaciones a mujeres ejercidas por mujeres en posición de autoridad, no por hombres. Alguna de éstas, hoy parte de las voces frecuentes en materia de género. Evidentemente hay hombres en la SRE que han desplegado o recibido este maltrato, pero, aparentemente, para que un incidente sea visto como una agresión contra las condiciones personales o profesionales derivadas del género o el sexo, éstos tienen que haber sido cometidos por un hombre contra una mujer, de lo contrario, parece que se puede dejar pasar. Doble tema pendiente.

Entonces, para poder analizar las condiciones en la materia dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se deben discutir y definir los conceptos y escenarios inherentes al tema de género. Tema pendiente.

Es necesario conocer los porcentajes de casos de acoso laboral y de género satisfactoriamente resueltos en la Secretaría. Tema pendiente.

Se deben otorgar, por ejemplo, los beneficios para guardería en favor de los hijos e hijas del personal en el exterior, que tienen años en la ley, pero sin concederse. Tema pendiente.

En general, se necesitan condiciones que permitan el desarrollo pleno de la mujer funcionaria y trabajadora de la SRE, en sus distintas facetas y en todo nivel de la estructura de nuestra Cancillería, a tal punto, en que la percepción sobre las condiciones de género sea similar desde cualquier nivel jerárquico de la Secretaría; extinguiendo, entre otras cosas, la percepción en algunos hombres y mujeres de que las funcionarias que son madres lo hacen bajo su propia responsabilidad, sin requerir consideración alguna en lo laboral.

Para este 8M se nos instruyó a realizar en cada representación sesiones entre mujeres, para felicitarnos entre mujeres por ser mujeres. Además de una sesión cerrada de felicitaciones y la foto de cada año con letreros de colores, es necesario que la Cancillería instaure un diálogo vertical y horizontal sobre los retos existentes, incluyendo a los hombres y mujeres con y sin posición de autoridad tomadora de decisiones. Un diálogo así es muy necesario para avanzar sensiblemente en este asunto, a veces abordado de manera superficial. Tema pendiente.

Cancillería realiza una gran labor en foros internacionales sobre género e incluso, como parte de su labor de protección consular, para las mexicanas en el extranjero, ha desarrollado mecanismos y protocolos para la atención a víctimas de violencia de género. Es necesario, tal vez, replicar la gran labor que se hace hacia afuera, en los esfuerzos que deben hacerse hacia dentro. Mucho tema pendiente.

*C. Quiroz y J. Jacome son integrantes del Servicio Exterior Mexicano