La migración se describe comúnmente como un proceso tan antiguo como la humanidad. El desplazamiento espacial de las especies, incluida la nuestra, describe una movilidad cíclica, rítmica y estacionaria que ha facilitado la supervivencia desde que la humanidad tiene memoria. Sin embargo, esta narrativa transhistórica de los flujos migratorios se contrapone al surgimiento de los Estados-nación, las fronteras y el régimen migratorio, los cuales convierten los procesos de movilidad humana en vectores de multiplicación de desigualdades. Así, la migración es un fenómeno de frontera ligado a la división social e internacional del trabajo y la riqueza.

Ocurre de forma similar con los cuidados. Podemos rastrear su presencia en toda huella humana, en tanto los cuidados implican la habitabilidad del mundo y la sostenibilidad de la vida. Pensar los cuidados como un fenómeno sempiterno no es equivocado, sino impreciso, pues esconde el efecto de la división sexual del trabajo, de las fronteras invisibles del género, la clase y la racialización de las personas. Es decir, los cuidados son fundamentales para la supervivencia, pero la forma en que se organizan socialmente y se distribuye su responsabilidad es desigual e injusta.

Gilda Ceballos (2017) explica que la crisis de los cuidados en el Norte global (la falta de mano de obra para atender los cuidados cotidianos) genera una crisis de reproducción (que suma a la crisis de cuidados las condiciones de pobreza, inseguridad y desempleo) en el Sur global. Ambas crisis ponen al centro el papel de la fuerza de trabajo femenina en la sostenibilidad de la vida, replicando asimetrías entre regiones y entre sujetos generizados. Así, se pone en entredicho la posibilidad de acceder a condiciones de justicia social dentro de este sistema y nos aleja de una reivindicación más amplia de los derechos de las mujeres.

A partir de desarrollos teóricos en los estudios sobre migración, también podemos abordar los cuidados con nuevos lentes. Por ejemplo, desde el transnacionalismo se pone énfasis en los vínculos regulares y continuos en circuitos migratorios origen-destino. Este paradigma permite visibilizar la intensidad en los intercambios entre personas que viven en diferentes países y la multiplicidad de actividades que atraviesan las fronteras. Esto implica una reconceptualización del sujeto migrante estereotípico, el guestworker, un varón que migra en busca de trabajo y que es independiente, para visibilizar a otres sujetos (mujeres, infancias) y colectividades (familias, comunidades)

Así, los cuidados migran y los flujos migratorios se encuentran atravesados por la crisis de sostenibilidad de la vida. Pero ¿quién cuida a quienes migran? ¿Los estados cuidan? ¿Grupos de activistas y defensores de derechos humanos? ¿Se cuidan elles mismes? 

Desde la teoría de redes podemos contestar, pues el acento está puesto en los vínculos interpersonales (por razón de parentesco, amistad, paisanaje, obligación mutua o llana solidaridad) y su gran valor para las personas migrantes. Las redes sostienen la migración internacional, reduciendo los costos y la incertidumbre que ésta implica, ya que brindan acceso a alojamiento, víveres, servicios de salud, recursos económicos, información sobre oportunidades de empleo y de educación, entre otros. Las redes incluyen no sólo a quienes migran y sus familias en países de destino, sino a ONGs, iglesias y otros colectivos de apoyo a migrantes, tanto en el país de origen como en el de destino.

La migración constituye una cultura de migrar. Sin embargo, es una cultura atravesada por la xenofobia y la discriminación. Aquí los cuidados resultan cruciales, ya que pueden ayudar a comprender la mutua interdependencia de las personas y la labor común de sostener la vida. La apuesta central de los cuidados puede motivar una cultura de hospitalidad y empatía hacia quienes dejan su hogar y su vida para formar una nueva, al abrigo del tejido social transnacional.

Referencias

Ceballos Angulo, Gilda (2017), “El debate inacabado sobre la crisis de los cuidados”, en ONU Mujeres (2017), ¿Por qué nos preocupamos por los cuidados? Colección de ensayos en español sobre Economía de los Cuidados, Centro de Formación de ONU
Mujeres, pp. 142-156.

 

Luz Galindo

Actualmente, docente de la UNAM. Realizó su estancia postdoctoral en el CEDUA-COLMEX. Sus líneas de investigación son la perspectiva de género, políticas públicas, usos del tiempo, corresponsabilidad social, vida cotidiana y trabajo de cuidados, diversidad familiar y diversidad sexual, nuevas experiencias de ser hombres (masculinidades).

Twitter: @Luzapelusita

David Arturo Sánchez Garduño 

Es psicólogo (UNAM), maestro en estudios sobre migración (Ibero) y estudiante del Doctorado en estudios del desarrollo (Instituto Mora). Estudia la Especialidad en estudios de género (UNAM) y la Especialidad en políticas de cuidado (CLACSO). Es miembro del Seminario Sociología política de los cuidados (Inst. Mora) y fundador de Nenemih, Existir al caminar A.C.