Hace un par de días, Peta Brunel fue expulsada del Tribunal del Condado de Victoria, ubicado en Texas, Estados Unidos; dentro del recinto se estaba llevando a cabo una audiencia cuando la bebé de Peta comenzó a llorar, ella salió un momento de la sala y cuando pudo calmarla regresó para amamantarla cuando el juez Mark Gamble le pidió salir del tribunal debido a que el alimentar a su hija en público “distraía a la audiencia”.

Este comentario y la expulsión de Peta generaron mucho enojo tanto para ella como para otras madres que comprendieron la magnitud de la agresión, por lo que organizaron una protesta pacífica a las afueras del Tribunal. De hecho, esta no es la primera vez que sucede algo parecido ya que meses antes otra madre fue expulsada de la misma manera por amamantar a su bebé dentro del Tribunal.

A la protesta pacífica realizada a las afueras del inmueble asistieron varias madres que han luchado por su derecho a alimentar a sus hijos en público y la misoginia que conlleva el obligarlas a esconderse. Una de las portavoces de la protesta, Stacey Harley, dijo que estas situaciones no se deben repetir y que no hay que avergonzar a las madres por amamantar a sus bebés en espacios públicos y, hasta ahora, el Tribunal no ha emitido ningún comentario al respecto.

Amamantar es un acto feminista

De acuerdo con la periodista española Esther Vivas, amamantar es una práctica feminista ya que implica la máxima autonomía de la mujer en la alimentación de su criatura y también ayuda a reconciliarse con el cuerpo propio y reconocer la capacidad de lactar con el cuerpo.

Por su parte, según el artículo Lactancia Materna: Un asunto feminista, la lactancia materna es un tema importante de las mujeres, de los derechos humanos y es un asunto feminista porque la lactancia materna le da poder a las mujeres y contribuye a la igualdad de géneros.

 A la gran mayoría de mujeres, la sociedad les niega el ejercicio de sus derechos. Las madres que desean amamantar a sus bebés pero que no lo hacen, porque no tienen adecuado apoyo de la familia y de los sistemas de salud o tienen obstáculos en los lugares de trabajo o reciben desinformación por parte de la industria de alimentos infantiles, están siendo atacadas en sus derechos.

Así mismo, según el artículo Lactancia materna y feminismos: una revisión desde la perspectiva de género, dentro de la capacidad autónoma de las mujeres respecto a la toma de decisiones con sus cuerpos, la lactancia se presenta como un “terreno minado de significados y disputas” ya que existe una crítica constante hacia las mujeres independientemente de su elección: por un lado, se sanciona a las mujeres que se decantan por la lactancia artificial y, por otro, paradójicamente, también a las que deciden una lactancia “a demanda y prolongada”, a lo que se suman las críticas que aún surgen cuando las mujeres amamantan en público.

Es así como la lactancia materna ha sido transmitida a las mujeres desde una visión idealizada de la maternidad, acompañada de estudios que refuerzan sus beneficios dentro del ámbito de la salud, olvidándose de sus propias experiencias subjetivas de mujeres y madres lactantes, y carentes en todo momento de enfoque de género.

La consecuencia de esto ha sido la vivencia de este acto desde la ambivalencia al generar un imaginario social donde entran en juego las figuras de “buena y mala madre” que muestra cómo son juzgadas las mujeres debido a que existe todo un código moral en torno al acto de amamantar que trata de guiar a las madres.