Hace algunos días se hizo viral un clip en donde el comediante mexicano Franco Escamilla explica qué acciones puede hacer las mujeres para “complacer” a los hombres. El supuesto chiste sucedió en el quinto episodio de su podcast “Toy Aburrido”, durante el video el hombre asegura que “los hombres quieren cosas muy básicas” y que las mujeres tenían que darse cuenta que era algo muy fácil de saber, después de ello procede a enlistar una serie de requerimientos sumamente machistas que, entre risas, afirma como ciertos.

Cogemos un ratito, cocíname algo rico y cállate el hocico, afirma el comediante.

Pero el machismo no paró ahí ya que el hombre aseguró que “no hay mejor prueba de amor que poder estar callada cinco minutos con tu pareja” y que, si las mujeres querían tener respuestas positivas por parte de sus parejas hombres, tenían que “arreglarse” y “ponerse faldas cortas”.

Fue por medio de TikTok donde el video se hizo viral y rápidamente se llenó de comentarios cuestionando este “humor” plagado de machismo y misoginia ya que además de perpetuar los roles de género, distintos comentarios afirmaron que el hombre parecía ver a las mujeres como una especie de trofeo que debe estar a su disposición. Hasta el momento el hombre no se ha posicionado al respecto.

¿Realmente es “humor negro” o sólo misoginia disfrazada?

En una sociedad innegablemente machista, los estereotipos, los prejuicios y la discriminación son dirigidos de manera sistemática y exacerbada en contra de las mujeres quienes, por su género, son consideradas como seres inferiores y, por ende, son objetos de burla y denigración. Así es, la cultura dominante, a lo largo de la historia, ha dado a las mujeres un papel de subordinación en una visión masculina que las deja sin derechos, poder y prestigio y, además, vulnerables a todo tipo de abusos y violencia, afirma la editora y creadora Sara Díez.

Los chistes y en general el humor, está compuesto de pequeñas historias que buscan hacer reír a quien los escucha; dentro del humor, existen los chistes ingenuos y que no causan daño a nadie pero también está su contraparte, aquellos que son tendenciosos y agresivos, capaces de denigrar a una persona, institución, grupo o creencia.

Estos "chistes" se dicen con el afán de humillar o denigrar a otras personas; a los que, por sus características y condición se les considera "diferentes" y es aquí donde se justifica la burla hacia las mujeres con el supuesto “humor negro” pero que, finalmente, continúan normalizando la violencia machista que ya de por sí es una constante en la sociedad.

Los “chistesmachistas no son inocentes, tienen un carácter anónimo, pero son aceptados por la sociedad que comparte un sistema de creencias que refleja la batalla entre ambos sexos. Aparecen en situaciones relajadas, pero encubren una gran violencia, una violencia simbólica presente en todos ellos, sea cual sea el género que se satiriza. Indudablemente, los tradicionales "chistes sobre mujeres", no son más que otra forma de violencia sutil para denigrar al sexo femenino, la cual se acepta y se tolera socialmente al ampararse, veladamente, bajo el manto del "humor", afirma Díez.

Cuando se cuentan "chistes misóginos" en realidad se busca atacar y denigrar a las mujeres a través de la burla y la mofa. Normalmente, esa clase de "chistes" hace referencia a la falta de inteligencia de las mujeres, o bien, hacen énfasis que tienen que ver con el cuerpo femenino.  Así mismo, de forma "graciosa" se refuerza los estereotipos por medio de ideas que la sociedad patriarcal mantiene sobre las mujeres, reafirma Díez.

El objetivo del humor es trasgredir y criticar a los sistemas opresores, por lo que es una contradicción usarlo para ridiculizar y estereotipar a un sector de la población que, sistemáticamente, se encuentra oprimido.