¿En qué momento nace la pasión por una profesión?, ¿elegimos porque lo deseamos o elegimos respondiendo a un constructo social?, de manera aún más específica, ¿qué carreras ejercemos las mujeres y por qué?, si pensamos en la tecnología, las matemáticas, la ingeniería o las ciencias, es innegable percibir una  connotación masculina, mientras que los trabajos de cuidado, como la enfermería, son atribuidos a labores de mujeres. En una sociedad donde la suerte de las profesiones está echada según el sexo, las mujeres que difunden la ciencia, que son tomadoras de decisiones y defienden sus ideales son inspiración para un grupo aún más vulnerable: las infancias

Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), 3 de cada 10 científicos son mujeres y es que, si retrocedemos aún más sobre este dato, encontramos que menos de una niña en nuestro país considera dedicarse a una disciplina científica; a diferencia de sus congéneres, donde 4 de cada 20 expresó su deseo por dedicarse a las ciencias, en este marco, existe la urgencia de poner en la agenda pública el porqué las infancias y adolescencias mexicanas cultural y socialmente, prescinden de ejercer en estos rubros. 

Raiza Pilatowsky Gruner es maestra en Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable por UCL University College London y comunicadora de la ciencia y el medio ambiente. Desde una posición como divulgadora de la ciencia reconoce que el camino se vuelve complejo, especialmente cuando eres mujer o una persona disidente, sin embargo, reconoce cómo una red de apoyo tejida por docentes, amigas y familiares puede ser un gran cobijo para despertar la curiosidad, el amor por las ciencias e impulsar a la acción. 

Un maestro que impartía Biología en preparatoria y que se involucraba de una manera empática con sus estudiantes fue el parteaguas en la vida de Raiza Pilatowsky quien, a través del aprendizaje y reciprocidad, encontró una pasión que se había mantenido dormida. Y en una secuencia de actos, los cines del 2004 anunciaban “El día después de mañana”, la película sobre el cambio climático que provocaría en ella un interés roba sueños. 

¿A qué viene esto?, sale a colación el poder transformador de distintos agentes, cosas pequeñas que se vuelven poderosas y disruptivas en la vida de niñas y adolescentes que han sido patriarcalmente educadas a creer que son incapaces de encontrar su pasión en las ciencias exactas y que son sometidas a un sistema educativo que no las acoge en paridad de género.

¿Por qué las infancias y adolescencias se alejan de las ciencias?

En 2021, por cada 100 hombres que iniciaron una carrera en construcción o ingeniería, sólo había 45 mujeres. Y en el caso de las ciencias, sólo 31 mujeres. Este escenario demuestra la manera en que nuestras instituciones se construyen. Es imposible no sentir una profunda insatisfacción al saber que nuestras infancias y adolescencias no pueden acceder con mayor facilidad a estos espacios, en palabras de Raiza Pilatowsky:

“Siempre pienso en mí cuando iba en la prepa y en estas pedagogías de memorización en materias de las ciencias y me impulsa a buscar transmitir conocimientos de una manera que tenga sentido, que sea amena y disfrutable. O sea, existe una necesidad de mostrar (a las infancias) lo increíble y maravilloso que es nuestro planeta de muchas maneras diferentes”

Los datos del IMCO arrojan que sólo el 6% de 10 mil alumnas mexicanas de la Zona Metropolitana del Valle de México están interesadas en involucrarse en las ciencias. La importancia de que nuestras hijas, nietas, sobrinas, vecinas e infancias de nuestro entorno puedan descubrir desde su formación -como señala la divulgadora de la ciencia Raiza Pilatowsky- el abanico tan vasto y maravilloso que ofrecen las ciencias y que históricamente ha sido ocupado por hombres. 

Uno de los fenómenos estructurales más interesantes a poner en la mira es cómo la biología, por ejemplo, tiene una gran ocupación de mujeres, pero en niveles catedráticos, de difusión, de puestos en la academia y docencia son los hombres quienes ejercen. Esto responde a una violencia estructural que pone en sobre aviso que el estado mexicano necesita una reestructuración para nuestras infancias pero también, para las mujeres que resisten violencias en su formación y trabajos. 

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Sara Moreno Mestre es estudiante de biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), impulsada por su amor a los animales, las plantas y los procesos del origen de la vida desde su infancia, se inició en esta carrera que, aunque explica existe una ocupación de mujeres, las violencias se dan con frecuencia en aspectos de la cotidianidad. 

“Es habitual que los profesores no presten atención a comentarios, ideas u opiniones de mujeres en las aulas. Más de una vez en el laboratorio, al comentarle algo a tu compañero él queda con el crédito sin mencionar que fuiste tú quien llegó a esa conclusión. La desigualdad se hace presente en pequeños detalles que suelen quedar en secreto o invisibilizados”, comparte en entrevista la futura bióloga

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Sobre estas inconsistencias del sistema patriarcal, reconocer el trabajo de la mujer en las ciencias, es también una ventana que permite exponer las disparidades y levantar la voz por las niñas, sus deseos y oportunidades de ejercer, descubrir y defender el mundo que las rodea. 

Para Sandra Moreno, que se reconozcan los desafíos académicos en las ciencias es muy significativo y necesario pues, históricamente ha existido un gran obstáculo -desde la infancia hasta en el mundo profesional- para que las mujeres accedan a estos espacios: “hablarlo una oportunidad para acercar a las niñas a saber que la ciencia también es de ellas, que les pertenece”.

Las mujeres, las niñas y la ciencia: el camino hacia la sostenibilidad

La ONU ha trazado una ruta a la sostenibilidad por medio de la Agenda 2030, que tiene como objetivo lograr metas en torno a la igualdad de género, ciudades sostenibles, cerrar brecha de desigualdades, generar oportunidades y construir modelos de educación con perspectiva y calidad. 

“La igualdad de género ha sido siempre un tema central de las Naciones Unidas. La igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas contribuirán decisivamente no sólo al desarrollo económico del mundo, sino también al progreso respecto de todos los objetivos y metas de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.”, señala el portal oficial de la Organización de las Naciones Unidas.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de diciembre de 2013, reconoció que el acceso y la participación en condiciones de igualdad en la ciencia, la tecnología y la innovación para las mujeres y las niñas de todas las edades son imprescindibles para lograr la igualdad de género y el fortalecimiento de las mujeres y las niñas.

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Luciana Verástegui, embajadora de UNICEF, representante juvenil de México en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, delegada y coordinadora del proyecto medioambiental Oceans Voice que reúne a 365 miembros de 75 países diferentes por la defensa de los océanos, comparte en entrevista con La Cadera de Eva que el impulso más importante en su formación es la manera en la que, desde la infancia, se relacionó con el mar, los animales, las plantas y su ecosistema

Luciana Verástegui
Luciana Verástegui, representante juvenil de México en la  Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático

Originaria de Cancún, Luciana Verástegui generó una conexión con el ecosistema y sosteniéndose en las redes de apoyo familiares, comenzó un proceso para levantar la voz y luchar por el medio ambiente, presentando proyectos en la ONU para visibilizar el carbón azul (sargazo y algas) en México.

“Causa mucha desesperación que el gobierno de México no lleve a personas especializadas en temas específicos, es decir, hay especialistas en muchas cosas, pero no en cuestiones específicas. Faltan especialistas mexicanos en un sólo tema que levanten la voz”

En México habitan 25.2 millones de niñas que son un punto de inflexión para el futuro; de ello parte la importancia de que sepan que las ciencias no son lejanas y, principalmente, que reconozcan que al igual que sus congéneres, también son transformadoras del mundo.