Mujeres que no fueron tapa (MQNFT), surge en Argentina en 2015 como un proyecto artivista que visibiliza cómo la cultura masiva va construyendo el ideal femenino, con la propuesta de que la idea de lo que es ser “buenas mujeres” se nos enseña mediante los cuerpos que son visibles en las portadas (o tapas) de las revistas. A partir de ese momento, MQNFT se ha convertido en una revolución cultural. Las campañas de Mujeres que no fueron tapa empiezan con pequeñas preguntas en redes sociales, y la respuesta llega siempre de miles, Lala Pasquinelli, su creadora, platicó con La Cadera de Eva sobre el proyecto y la resistencia de los cuerpos femeninos.

El principio es simple, la idea de que los medios, en este caso, las revistas, son un espacio donde se plasman los ideales de roles de género, y el rol de las mujeres presentado en estos espacios, históricamente ha girado en torno a los tips de belleza, cómo hacer para que nuestros cuerpo se parezcan a esos otros, los de esas mujeres ideales que ocupan las portadas y, por supuesto, el amor romántico.

Lala Pasquinelli nos comenta que en las revistas a las mujeres se les presenta hablando y performando constantemente del amor romántico y heterosexual como el camino hacia la felicidad. Y la propia revista ofrece diversas versiones del "paso a paso" para lograrlo, empezando por tener esas corporalidades aceptadas que nos permitirán encajar en el mercado del amor y del deseo y ser el elegida por varones y eso es lo que va a llevar al paso final que es poder ser madre y realizarnos como mujeres.  

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El resultado visual del proyecto fue muy potente y tuvo mucho impacto ya que en ese momento aun no se abría la conversación sobre la violencia simbólica, la violencia mediática, las pedagogías crueles, nos dice Pasquinelli. Y son estas pedagogías las que nos introducen el ideal de que la “buena mujer” es aquella que es sumisa, que encaja en el ideal de belleza, y que está dispuesta a entregar lo que haya que entregar para ser aceptada en ese mundo. Tras ese primer proyecto, Mujeres que no fueron tapa continuó bajo la idea de hacer político lo personal, esta vez a través de las redes sociales.

“Abríamos una pregunta a nuestra comunidad y esa pregunta, volvía de a miles de respuestas y esas respuestas se parecían un montón. La primera vez que lo hicimos preguntamos: ¿cuándo fue la primera vez que alguien te dijo que tenías que hacer dieta y quién fue?” nos cuenta Lala, “los testimonios, que llegaron de a miles, eran muy parecidos, eran casi iguales: mi mamá, mi tía, mi abuela, la maestra, el pediatra; entre los cinco y los 17 años. Todas las respuestas rondaban ahí con diferentes niveles de crueldad con diferentes niveles de humillación con diferentes niveles de violencia, pero la respuestas eran muy similares”.

El volumen y la similitud en las respuestas a las preguntas lanzadas por MQNFT empieza desmontar la idea de que una tiene la mala suerte de recibir mensajes gordofóbicos o de violencia estética, y pone el foco en que es el propio sistema el que funciona así, y que es una forma de control sobre el cuerpo de las mujeres, añade Lala Pasquinelli. “Usar la belleza como una excusa para la humillación de las mujeres y para control de sus cuerpos y sus identidades no es algo que te está pasando a ti porque tuviste mala suerte porque seas tonta o porque estás deprimida; son dispositivos de control políticos y entender eso libera, nos libera un montón a todas”.

Infancias y dietas: una reproducción de estereotipos

Una de las muchas herramientas que usa el patriarcado para continuar oprimiendo a las mujeres es la cultura de dieta; según la periodista Teresa Gómez, la cultura de dieta juzga el valor de las mujeres en función de su tamaño corporal y apariencia y asigna valores morales a la capacidad de las mujeres para cumplir con sus estándares.

Las mujeres se enfrentan a esta cultura de la delgadez y las dietas desde que son muy pequeñas, debido a las exigencias machistas de la sociedad; estos estándares traen consigo una mala relación con su cuerpo y con la comida. De acuerdo con una investigación publicada por la marca Dove, el 78% de las mujeres están “descontentas con sus cuerpos” y solo el 4% de las mujeres a nivel mundial se consideraran “bellas”.

Por su parte, un estudio publicado por Common Sense Media en 2015, en Estados Unidos, informó que el 80% de las niñas que tienen 10 años y han estado a dieta lo han hecho porque se sienten mejor con ellas mismas y más de la mitad desean tener “cuerpos más delgados”. En 1970, la edad promedio en que una niña comenzaba a hacer dieta era 14 años, según The Eating Disorder Foundation y para 1990, esa edad se había reducido a ocho y esa cifra se ha mantenido.

Así mismo, dentro de estos estudios se reveló que son las personas cuidadoras quienes comienzan a introducir las restricciones de alimentos a las niñas y niños, pero no sólo tiene que ver con las creencias que existen en casa, ya que los medios de comunicación tienen una influencia aún mayor. Common Sense Media afirmó que las niñas y niños encuestados enumeran los personajes de la televisión, el cine y los videojuegos como los estándares físicos a los que aspiran y el 72% asoció la delgadez con rasgos de carácter positivos como la amabilidad y tres de cada cuatro equipararon la obesidad con cualidades indeseables.

Opresión desde los cuerpos

La historia de las mujeres es la historia de opresión sobre los cuerpos de las mujeres, pero también es la historia de nuestra resistencia. Sin embargo, es una resistencia que ni siquiera es identificada como tal, no hay una gestualidad de resistencia que vayamos incorporando a nuestra vida cotidiana, ni siquiera la tenemos naturalizada.

Estos dispositivos lo que hacen es retirarnos de los lugares, ya no hacen falta leyes que digan que nosotras no podemos ir a trabajar a tal o cual lugar, o que no podemos hablar en tal o cual espacio, sino que con una cosa tan simple, como el ideal de belleza, a todas las que no tenemos una corporalidad hegemónica esto funciona para retirarnos de los lugares.

Sin embargo, continúa Pasquinelli, nuestros cuerpos se liberan colectivamente. Colectivamente no significa utópico ni simbólico, sino que es muy material; es ir a la búsqueda de espacios de validación, espacios, donde construimos en sororidad en términos de Marcela Lagarde: como un pacto político cuerpo a cuerpo, cara a cara con las compañeras. No la sororidad que se concibe a partir de que todas somos buenas con todas, sino de acuerdo con objetivos comunes consensuados.

La dignidad tiene que ver con poder reconocernos a nosotros, nuestra potencia creativa, nuestra vitalidad, existiendo, teniendo una voz, reconociendo la autoridad que tenemos sobre nuestras vidas más allá de la forma de nuestro cuerpo.

En el compartir experiencias hay saberes, sobre cómo vamos saliéndonos de estas normas y de estos mandatos. De esta manera, empezar a crear pedagogías de liberación, contra-pedagogías a la crueldad. Cada vez las redes de apoyo entre mujeres son más fuertes y con ello la lucha en contra del sistema patriarcal se fortalece. La entrevista completa sobre Mujeres que no fueron tapa con Lala Pasquinelli la encuentras disponible en nuestro podcast "El podcast de Eva" en Spotify, Apple Podcast y YouTube.