Día con día nos encontramos con noticias que buscan difundir los hechos más importantes que ocurren, pero detrás de esta avalancha de información están las y los periodistas quienes, dejan su conocimiento en cada nota. Por su parte, los medios de comunicación se encargan de construir los espacios necesarios para que esta información llegue a todos los rincones posibles, pero a pesar de ser un órgano crítico, los medios también se encuentran inmersos en el machismo sistémico que impera en la sociedad.

Las periodistas no suelen estar en el centro de las noticias, sin embargo, no se debe olvidar que ellas también son personas atravesadas por distintas vivencias que las conforman y también se encuentran inmersas en el sistema patriarcal que las violenta por el hecho de ser mujeres; es una realidad que dentro de las redacciones también se vive una serie de violencias patriarcales dirigidas a las mujeres y con las que los hombres se convierten en cómplices, ya sea al ejercerlas o al encubrirlas.

De manera literal, la palabra patriarcado significa “gobierno de los padres”, por lo que el sistema patriarcal es una organización social en la que el hombre y lo masculino tienen la supremacía porque se identifican como “superiores”, es así como la mujer queda relegada a un segundo plano con roles de género específicos.

De acuerdo con Nelly Lucero Lara Chávez, comunicóloga, profesora de la UNAM e investigadora del Centro de Investigaciones de Estudios de Género de la UNAM, estos dos roles, el de poder y dominación del hombre y el de servicio y sumisión de la mujer, se sostienen y perpetúan gracias al soporte del conjunto de la sociedad y dentro de esto se encuentran también los medios de comunicación que violentan a las mujeres y encubren agresores.

Hasta 1995 los medios de comunicación eran propiedad de los hombres, afirmó Nelly Lucero y debido a ello las mujeres seguían siendo representadas a partir de estereotipos de género por lo que el machismo dentro de los medios de comunicación no sólo se encuentra dentro de las redacciones, sino que la estructura de ellos es completamente patriarcal, lo que tiene una repercusión muy grande cuando las mujeres empiezan a sumarse a estos medios.

Era necesario que las mujeres fueran propietarias de los medios de comunicación y además tomarán decisiones al interior, es decir que las mujeres llegaran espacios estratégicos como editoras, productoras, jefas de información para así fomentar una imagen equilibrada y no estereotipada de las mujeres en los medios, explicó la investigadora.

Actualmente las áreas de Comunicación y Periodismo son consideradas como “carreras feminizadas”, ya que la mayoría de las personas que las estudian son mujeres, afirmó Nelly Lara; pero a pesar de los altos índices de presencia femenina en ellas cuando entran al campo laboral, es decir, a la industria mediática, se replica esta estructura desigual del patriarcado, dado que quienes siguen tomando decisiones al interior de los medios son hombres y, de acuerdo con estudios recientes, la mayoría de las mujeres sólo pueden llegar a ser reporteras. Son muy pocas quienes pueden acceder a puestos como jefas de información, confirma la experta.

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Esto nos habla de la relación que existe entre mujeres y hombres al interior de los medios de comunicación y cómo durante mucho tiempo han sido espacios que desplazan la presencia de las mujeres a pesar de que cada vez están más profesionalizadas […] Y por supuesto que se usan estrategias patriarcales como las burlas o el acoso, comentó Nelly Lucero Lara Chávez.

“Fue humillante”: violencia dentro de la redacción

Como lo ha mencionado la investigadora Nelly Lucero Lara Chávez, las mujeres periodistas y reporteras son quienes reciben la violencia machista gracias a la estructura patriarcal que impera en los medios. De acuerdo con el programa de Libertad de Expresión y Género de CIMAC que documenta los casos de violencia en contra de las periodistas, en los primeros tres años del sexenio de Andrés Manuel López Obrador se registraron 767 casos de agresiones contra periodistas, lo que representa un aumento del 209.27% desde el mismo periodo de tiempo en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

De acuerdo con un artículo de El País, mientras que los ataques dirigidos contra los hombres periodistas se limitan a su entorno profesional, los realizados contra las mujeres periodistas en su mayoría van acompañados de una carga misógina y sexista que buscan su silenciamiento. CIMAC documentó que en 8 de cada 10 agresiones contra periodistas está presente la violencia psicológica, las amenazas, la intimidación, el hostigamiento y el descrédito de la labor, lo que puede desembocar en campañas de desprestigio.

Julieta (que por motivos de seguridad decidió ocultar su verdadero nombre) ha ejercido como periodista durante varios años y fue una de las víctimas de esta violencia sistémica dentro de los medios de comunicación. Ella trabajó para un medio que usa la radio como principal plataforma de difusión y afirma que su experiencia ahí fue humillante; Julieta comenta en entrevista con La Cadera de Eva que aplicó para el puesto de reportera, pero por supuesta falta de presupuesto la colocaron temporalmente como redactora y ese fue el inicio de una serie de violencias.

Él (editor) es un hombre prepotente y gritón, en las juntas editoriales me sorprendía que todo el equipo de producción siempre estaba aterrado porque les decía que su trabajo no era valioso, que no sabían hacer nada, que no eran competitivos y que él necesitaba el número uno del rating en radio, comenta Julieta.

Al inicio, los temas de investigación propuestos por Julieta parecían ser aceptados por el editor, pero con el paso de las semanas comenzó con las agresiones verbales diciéndole que parecía que no sabía hacer su trabajo y al ver que ella no cedía ante tal violencia, él decidió no tomarla en cuenta dentro de las juntas editoriales, silenciándola por completo y restándole la autoridad que tenía.

Las agresiones se dieron porque yo lo cuestionaba, pero no en mal plan, para hacer cambios y mejorar el nivel de rating […] Cuando él se dio cuenta que yo no le tenía miedo y lo confrontaba sobre su producción él decidió no tomarme en cuenta en las juntas, con lo cual yo no tenía más que hacer, afirmó Julieta.

Pero esta violencia no se limitaba sólo a esto, sino que, de acuerdo con Julieta: la violencia la ejercía él, pero también los directivos. Había una sensación de hartazgo en el equipo e incluso recursos humanos funcionaba de manera similar. El salario mensual era bajo el rubro de salarios no asimilados, no teníamos seguro social y no se respetaban horarios.

 “Aquí en confianza”: el pacto patriarcal en las redacciones

En diversas ocasiones, feministas han señalado que existe una complicidad entre varones que muchas veces es implícita, lo que han nombrado pacto patriarcal. De acuerdo con varias colectivas, el pacto patriarcal se entiende como la forma en que los hombres se reconocen entre sí sabiéndose iguales, comunicándose e interactuando entre ellos para su beneficio y sosteniendo el sistema que les pone en ventaja viendo a la mujer desde la otredad: lo que no es hombre.  

Dentro de las redacciones existe un muy marcado pacto patriarcal en donde los agresores asumen que los hombres que los rodean tienen las mismas creencias machistas, clasistas y racistas, por lo que, entre pares, se sienten con la confianza de “ser ellos mismos”, lo que significa dejar al descubierto el machismo que, frente a otras personas, no pueden evidenciar.

Este fue el caso de Ulises (que por motivos de seguridad decidió cambiar su nombre), su carrera se cimentó en un medio independiente. Este contaba con un portal digital y una estación de radio emitida por internet; Ulises describe su experiencia como “agridulce” ya que a pesar de ser un medio independiente y tener un buen posicionamiento en plataformas digitales, los directivos buscaron perseguir intereses personales en donde el pensamiento crítico y empático salía por la ventana para dar paso a la misoginia dentro de un juego político que, la mayoría de las veces, no tenía sentido, comenta Ulises.

Ulises afirma en entrevista para La Cadera de Eva que las agresiones que lo atravesaron se dieron poco a poco ya que, en 2014, él se convirtió en uno de los directores de la plataforma por lo que las juntas con los directores se hicieron cada vez más frecuentes.

Yo tomé la dirección en 2014 y al principio todo era muy formal y respetuoso, pero me imagino que ellos creían que yo era igual que ellos y, con la “confianza” hacían comentarios clasistas, racistas y misóginos, afirmó Ulises en entrevista.

Un claro ejemplo de ello, describe Ulises, fueron los comentarios realizados por uno de los directivos quien se refería a las personas de escasos recursos como “la perrada” y en reiteradas ocasiones afirmó que si él tuviera un puesto gubernamental “implementaría abortos y esterilizaciones sin consentimiento solamente para que la perrada no se reprodujera”.

Con la justificación de la “confianza” los directivos de la plataforma asumían el pacto patriarcal para reproducir pensamientos violentos y misóginos asumiendo que, en este caso, Ulises también estaba de acuerdo con ellos porque “son hombres”. Por otra parte, en este supuesto espacio independiente también se ejercía una violencia muy marcada hacia las mujeres que trabajaban ahí, ya que, al considerar a los hombres como sus iguales, todo el machismo se volcaba hacia ellas.

Los directivos se encargaban de acosar y violentar a las mujeres que trabajaban para el medio, asumiendo cosas sobre su vida sexual, criticando su forma de vestir e incluso amenazándolas mediante agresiones verbales que tuvieron una repercusión psicológica sobre ellas.

(Uno de los directivos) siempre amenazaba a su secretaria y a la persona encargada de la limpieza con difundir cuestiones personales si ellas hablaban sobre lo que ellos hacían […] incluso corrieron a la chica de recepción porque tuvo una relación personal con alguien y le hicieron firmar una hoja en la que, si ella decía algunas cosas personales de ellos, pues que ellos la iban a ventilar, afirmó Ulises.

El testimonio de Ulises es el claro ejemplo del pacto patriarcal que los directivos asumen tener ya que, si bien él nunca fue víctima de alguna agresión sexual, fue testigo de ellas. Él menciona que las jornadas de trabajo eran largas porque no existía una hora de salida y eso ni siquiera les garantizaba tener su pago a tiempo, pago por el que al día de hoy continúan peleando en audiencias de conciliación.

“Quien conoce el derecho, conoce la trampa”: No hay sanciones para los agresores

México se ha posicionado como uno de los países más peligrosos para las mujeres en la región de América Latina y el Caribe debido a los altos índices de feminicidios con 948 casos registrados en 2020, afirmó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.

Por otra parte, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), México fue el país con más asesinatos de periodistas a nivel mundial durante 2021, con nueve víctimas y, 2020, con diez, lo que lo situó por encima de países como Afganistán (siete asesinatos en 2021, seis en 2020) e India (cinco en 2021, seis en 2020). Así mismo, durante el 2022 se registraron 17 asesinatos de periodistas, de acuerdo con listados de Artículo 19 y la Unesco.

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Debido a estas cifras tan alarmantes, las periodistas son atravesadas por una doble violencia: el ser mujeres y el ser periodistas. A esto se suma la impunidad y el pacto patriarcal que existe dentro de los medios lo que trae consigo las nulas consecuencias para quienes violentan a las mujeres dentro de las redacciones.

A pesar de que en junio del año 2012 se creó el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos creado a partir de una Ley que reconoce el derecho de proteger a estas personas y tiene una junta de gobierno en la que participan las secretarías de Gobernación y de Relaciones Exteriores, la Fiscalía General y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Cuando un periodista enfrenta algún riesgo a causa de su trabajo puede solicitar la protección del mecanismo, pero esta protección está siendo rebasada por la violencia extrema que viven las y los periodistas dentro del país. Pero otro de los fallos de este mecanismo es que no contempla la violencia machista que las mujeres periodistas viven, por lo que quedan invisibilizadas y si bien cada empresa debería tener un protocolo propio para atender casos de acoso y violencia dentro de los medios, muchas veces éstos son ignorados debido, justamente, a este pacto patriarcal.

La denuncia pública como arma

En el año 2019 el movimiento #MeToo llegó a los medios de comunicación y una red de mujeres periodistas autonombradas La Colectiva Periodistas Unidas Mexicanas (Periodistas PUM) se dieron a la tarea de recopilar información sobre el acoso que se vive dentro de ellos.

Por medio de una encuesta online se registró el testimonio de 392 mujeres que laboran o laboraron en medios de comunicación, el informe llevó por nombre AcosoData: Termómetro del acoso sexual contra las mujeres en medios periodísticos y registró que un 73% de las mujeres que trabajan en medios han enfrentado en su trabajo algún tipo de acoso, hostigamiento o agresión sexual, aunque no todas lo reconocen como tal.

acoso hacia mujeres periodistas
Periodistas Unidas Mexicanas.

Las formas de agresión más comunes fueron comentarios sobre su vestimenta, frases en doble sentido y miradas lascivas. Sin embargo, hay un número considerable de casos en los que se condiciona el crecimiento laboral o la obtención de información y entrevistas a cambio de invitaciones personales o de carácter sexual. La mayoría de estas situaciones ocurrieron en los sitios de trabajo y fueron perpetradas, en primer lugar, por compañeros periodistas, y, en segundo, por algún jefe o superior y de las agresiones denunciadas el 99% fueron ejercidas por hombres. Además, existen 11 hombres que fueron señalados por más de una persona de haber ejercido violencia de género.

PUM, enfatiza en la importancia de la denuncia pública y de Twitter como herramienta política: “Es una forma de expresarte cuando sigues teniendo miedo o cuando no tienes certeza de que tu palabra vaya a ser protegida o considerada. Bueno, Twitter lo que hizo fue darnos una herramienta. Si no están los canales oficiales disponibles para nosotras tenemos que aprovechar los canales alternativos y Twitter es eso”, afirmaron para el portal Luchadoras.

A pesar de que hoy en día existen más redes de apoyo en donde las mujeres periodistas pueden denunciar públicamente una agresión, los medios continúan tejiendo pactos para eliminar todo rastro de las denuncias y silenciar a las mujeres, y lo que debería ser un espacio libre de violencia y usado para crear análisis críticos sin reproducir la estructura patriarcal sólo es un mecanismo más para oprimir a las mujeres.