En TikTok se hizo viral una entrevista bastante peculiar realizada a algunos padres, en el video se puede ver cómo se les pregunta datos básicos de sus hijas e hijos: cuándo es su cumpleaños, si tiene alergia a algún alimento, cómo se llaman sus amigos, cuál es el nombre de la escuela a la que asisten y en qué grado van. Parecería lógico pensar que al ser sus hijas o hijos los padres debían conocer las respuestas a estas preguntas tan sencillas, pero la mayoría de ellos no conocía esa información.

Por el contrario, las madres de familia contestaron rápidamente cada una de las preguntas y a raíz de esa marcada diferencia se generó una conversación en donde el tema central fue que cuando un padre no conoce a sus hijas o hijos parece divertido ver su despiste, pero si fuera la madre quien no sabe nada de sus hijas o hijos sería severamente criticada y señalada como una “mala madre”.

Situaciones como esta sólo evidencian la carga mental que recae completamente en las madres quienes son responsables tanto de las labores domésticas como del cuidado y crianza de las hijas e hijos, ambas situaciones sin remuneración económica, y a esto se suma las responsabilidades laborales que las mujeres que trabajan fuera de casa tienen.

Labores de cuidado en vacaciones

El año 2022 terminó con niñas y niños de vacaciones, pero el próximo 9 de enero las aulas vuelven a llenarse para continuar con el ciclo escolar y este movimiento de actividades crea más tareas y cargas mentales para las madres e incluso abuelas que se encuentran a cargo de las infancias. De acuerdo con la experta en cuidados Luz Galindo, a raíz de la pandemia por Covid-19 se ha detectado un momento de cansancio general en donde la prisa y el estrés permean a la sociedad en general.

Creo que en general estamos viviendo en un momento donde todo es prisa y estrés; estamos a medio comer, a medio descansar y me parece que después de la pandemia tanto el profesorado como las madres, padres y las redes de apoyo se encuentran cansadas y en países como México donde no tenemos políticas públicas que realmente se interesan por el aprendizaje de las niñas y los niños, es aún más cansado para sus madres y cuidadoras, afirma Luz Galindo en entrevista para La Cadera de Eva.

Sumado a este cansancio general y el regreso presencial a los salones de clase, existen también espectros como las vacaciones de diciembre; de acuerdo con Luz Galindo la carga mental para las mujeres (dentro del contexto urbano) incrementa cuando las niñas y niños se encuentran de vacaciones debido a que es muy probable que las madres que trabajan de manera formal o informal con una remuneración económica continúen laborando a pesar de las vacaciones escolares, esto las obliga a buscar personas –como las abuelas– que puedan cuidar a las infancias mientras ellas trabajan.

Es así como para las madres y cuidadoras aumenta la carga mental y las responsabilidades dentro del hogar, ya que no hay políticas públicas ni actividades que apoyen a las madres que trabajan; según Luz Galindo, en estas vacaciones no existen actividades como en el verano, aunque el acceso a esta clase de servicios también implica una serie de privilegios económicos con los que muchas familias no cuentan.

Carga mental en el regreso a clases

De acuerdo con Jennifer Conejero, , psicóloga de la Clínica Santa María y académica de la Universidad de Chile, las mujeres tienen una sobrecarga mental que tiene que ver con realizar sus trabajos remunerados sin dejar las obligaciones domésticas de lado y en temporadas donde las vacaciones terminan para reanudar las clases las desigualdades aumentan.

El preparar los uniformes, la comida para el receso, los libros y cuadernos, así como preparar a las niñas y niños para regresar a clases después de sus vacaciones son tareas que han recaído sobre las mujeres y aunque los roles de género van cambiando poco a poco, estas responsabilidades continúan recayendo en las madres.

La periodista Jimena Colombo retrata en entrevista para La Tercera que: “A pesar de que mi pareja colabora con algunas tareas de la casa cuando llega del trabajo, siento que él descansa en que yo le delegue. Es un avance respecto de los hombres ‘de antes’ que no ponían ni la mesa, pero todavía es insuficiente porque nosotras tenemos que pensar en todo. Qué almorzar al día siguiente y qué necesito para eso, qué necesitan los niños para el colegio, útiles, colaciones, ropa limpia, etc. En el caso de tareas y pruebas soy yo quien retiene esa información en la cabeza y está más atenta.

Lo mismo con las horas médicas, mi pareja es parte, está al tanto de las vacunas, de las indicaciones del médico, pero a la hora de tener un niño enfermo, no tiene idea si hay o no medicamentos en la casa […] Son cosas que él ni ha pensado, tal vez son detalles, pero todo va sumando. En ese diario vivir se evidencia mucho la carga mental que requiere organizar lo doméstico”.

¿Qué es la carga mental?

La carga mental, como parte del trabajo doméstico no remunerado, es la enorme cantidad de exigencias de logística, coordinación, y previsión de tareas que tienen las mujeres en el día a día y los malabares que deben hacer para cumplir con ellas, siempre en perjuicio de su tiempo y no sólo se trata de la ejecución de las mismas, sino que también implica pensarlas, organizarlas, aunque más no sea para delegarlas, conlleva una postergación de los deseos, actividades y desarrollo de la vida tanto personal como laboral de las mujeres e identidades feminizadas, afirma el portal Red de Psicólogxs Feministas.

Es por todo esto que, los estudios de género toman el concepto de carga mental con el objetivo de visibilizar la parte más invisible del trabajo doméstico.

Esta marcada desigualdad configura lo que desde una perspectiva de género se denomina suelo pegajoso, debido a que el trabajo doméstico, conyugal y/o maternal recae completa o mayoritariamente sobre las mujeres, se crea una adhesividad de estas al espacio privado, impidiendo el desarrollo de una carrera laboral o cualquier realización personal fuera del ámbito familiar y de la imposición de su rol de mujer y madre, finaliza el portal.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, el trabajo no remunerado es aquel que se realiza sin pago alguno. Contempla principalmente el trabajo doméstico y las labores de cuidado de niños, niñas, personas de la tercera edad, personas con discapacidad y/o personas enfermas.

Históricamente, las labores de cuidado sobre los hijos e hijas y las tareas del hogar han recaído en las mujeres, este trabajo no remunerado es 3.5 veces mayor que el de los hombres y representa el 20% del Producto Interno Bruto de distintos países, asegura ONU Mujeres, del mismo modo, estas labores de cuidado no remuneradas impiden que las mujeres puedan desarrollar una vida personal y laboral y pese a la creación de leyes donde se contempla el permiso de paternidad para los hombres, la corresponsabilidad de labores de cuidado en padres jóvenes sólo ha subido 7 minutos en los últimos 10 años, afirma el organismo.

En términos de horas dedicadas a la semana, tanto a nivel internacional como en México, se estima que las mujeres invierten tres veces más horas que los hombres para el desarrollo de estas actividades.

Esta carga de trabajo se pronunció aún más durante la pandemia por Covid-19, ya que antes del inicio del confinamiento en 2020 se registraba que 6 de cada 10 mujeres tenían ocupaciones remuneradas, pero al comenzar con el home office o trabajo virtual, el 34% de ellas declararon que además del trabajo remunerado también se incrementaron sus labores dentro del hogar.