“El Kurashi de Marie Kondo en casa”, se titula el último libro de la organizadora más famosa del mundo. Un poco de cómo puedes encontrar la paz y felicidad en casa a través de acciones pequeñas en el cuidado del hogar: organizar tu escritorio por las noches, cocinar alguna receta, tirar las tazas agrietadas o escuchar cierto tipo de música al momento durante el desayuno. Sin embargo, después de tener a su tercer hijo, Marie Kondo, compartió sentirse cansada, que su hogar a veces era un desastre y que eso también la hacía feliz. 

Durante una entrevista para el Washington Post, señaló que en más de una ocasión se sorprendió así misma bebiendo té en alguna taza agrietada o corriendo de un lugar a otro en casa para no quemar la cena, fue en esas situaciones donde, explica, también encontró tranquilidad y es que, siempre es un momento oportuno para recordarnos que la vida no es lineal ni estática y que, aunque la sociedad patriarcal espere siempre de la mujer la perfección para construir un hogar, la realidad es que también somos desastrosas, dejamos tiradas almohadas en el cuarto y no siempre se dobla la ropa con sumo cuidado.

“Mi hogar es un desastre, pero la manera en que estoy pasando mi tiempo es la correcta para mí en esta precisa etapa de mi vida”,  Marie Kondo al hablar del cuidado de sus tres hijos. 

La relación de las mujeres y el cuidado: el derecho a sentirse cansada

Existe una íntima relación entre el capitalismo, el modelo de la feminidad y el cuidado; la mujer que es buena, es aquella que provee a su hogar, a sus hijos y a su esposo con pulcritud y limpieza. La mujer que cocina tres veces al día comidas completas y que por las noches hornea pasteles, la mujer que prepara el lunch para todos los integrantes de la familia, que mantiene el hogar limpio, la ropa planchada, que es pasiva, amable y además, siempre luce impecable y maquillada, es el modelo que el capitalismo nos promociona, sin embargo, en la vida real las mujeres no funcionan así. 

Históricamente, las mujeres son quienes desempeñan el cuidado del hogar, limpian, cuidan, bañan, cocinan y protegen en función de lo que sus capacidades y tiempo les permiten, no obstante, esta constante carga de trabajo termina por volverse insostenible y cansada, pero la sociedad siempre demanda más a la mujer y la hace sentir culpable por no limpiar lo suficiente

Mujeres universitarias que no tienen tiempo de cocinar, madres que terminan limpiando por la noche cuando sus hijos duermen aunque estén agotadas, madres que trabajan y son señaladas por no tener completamente limpio su hogar, son algunos ejemplos de cómo, la sociedad se convierte en castigador cuando la mujer no limpia y ordena con dedicación. 

Ahora, tomando a consideración lo que representa Marie Kondo y sus mandatos del hogar perfecto, sus declaraciones brindan un respiro de cómo, las mujeres tienen derecho a rendirse, a renunciar al sentimiento de culpa y a encontrar la felicidad en un hogar que no siempre está ordenado. 

Finalmente, existe una necesidad de que las mujeres se sepan valiosas y plenas más allá de los mandatos de la feminidad y el hogar. Eliminar todo malestar por no ser lo suficientemente buenas (para la sociedad) en cuanto a la limpieza del hogar, en la cocina, en la repostería, en los cuidados e incluso, despojar de la romantización a la crianza y la repartición justa de labores con la pareja, son partes fundamentales para que la mujer se acerque a su emancipación y libertad.