El pasado 19 de enero Mariana, una joven de 14 años, se desmayó dentro de la Secundaria Técnica Número 2 ubicada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. El desmayo sucedió debido a raíz de un golpe en la cabeza, pero esto no fue un accidente, sino que se trata de una agresión en contra de la alumna quien lleva varios meses sufriendo de bullying por parte una de sus compañeras.

La agresión quedó documentada en un vídeo grabado por otro de sus compañeros, en las imágenes se puede ver que otra joven le reclama a Mariana el haber hablado mal de ella, Mariana lo niega y es cuando se involucra el hermano de adolescente que continúa reclamándole. Paola Gallegos, tía de Mariana, afirma que después de esto empujaron a su sobrina por lo que golpeó su cabeza y terminó desmayándose.

Paola también dijo que Mariana quedó inconsciente en el piso durante algunos minutos y a pesar de esto no recibió ayuda de ninguna autoridad escolar y ante la falta de un botiquín de emergencia, usaron perfume, gel antibacterial y agua para que recobrara el conocimiento, pero la joven no despertaba. De acuerdo a los testimonios recabados por Paola, fue hasta ese momento que el personal de la escuela la trasladó al servicio de urgencia del Hospital zona 2 del IMSS 5 de Mayo, donde permaneció varias horas bajo observación médica, afirmó El Heraldo.

Cuando se desmayó ningún profesor, ni directivos nos comunicó lo que había sucedido, el origen del problema, afirmó Paola Gallegos, tía de Mariana.

Después de verificar que todo estuviera bien, Paola fue citada en la escuela secundaria el pasado 23 de enero donde la trabajadora social acusó a la joven de “revictimizarse”, el prefecto afirmó que era una “mentirosa” y el director negó cualquier responsabilidad y dijo que no se involucrará en la reparación daños.

La tía de la menor interpuso la denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE) de Chiapas, contra la escuela, el director, los tutores de la menor que agredió a Mariana y el prefecto. Además, exige apoyo psicológico para Mariana y la mitad de los gastos médico. Paola busca que se haga justicia, que se le brinden los medicamentos que requiere su sobrina y que los papás de la niña que la violentó se hagan responsables, afirmó El Heraldo.

Mariana quedó inconsiente después de la agresión
Mariana quedó inconsiente después de la agresión.
Fotografía: El Heraldo.

Mariana ¿revictimizándose?

El argumento usado por las autoridades escolares no sólo es ridículo, sino que también es una agresión que la misma escuela está cometiendo contra Mariana, debido a que los comentarios y negativas del personal ante el bullying que vive la joven sí es revictimización.

Generalmente, la revictimización se encuentra presente cuando la víctima denuncia el abuso que ha vivido y son las autoridades quienes ejercen violencia contra ella, esta violencia puede darse de manera activa (actitudes y comportamientos agresivos), o pasiva (omisión de funciones, perdida de documentos, etc.).

Por otra parte, la revictimización también pone en duda la narrativa de la víctima y deja de lado evidencias físicas que muestran la agresión vivida. Esta revictimización también se puede ver en la vida privada de la víctima dejándola en una situación todavía más vulnerable ya que se ve como una situación penosa, haciéndolo sentir como culpable del acto violento que cometieron contra él, así como tratar de minimizar su experiencia traumática.

El bullying no es un juego

El bullying o acoso escolar se define como la conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada, señala el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés). En México, 18 millones 782 mil alumnos de primaria y secundaria son víctimas de bullying, de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

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De acuerdo con la Unicef, el acoso escolar tiene un impacto significativo de corto, mediano y largo plazo en la vida de los niños, niñas y adolescentes involucrados, ya sea como agresores, víctimas u observadores; este tipo de violencia afecta negativamente a las víctimas y disminuye su autoestima y confianza, lo que puede conllevar a que padezcan de frecuentes estados de ansiedad, depresión, autoagresión e incluso conducir al suicidio.