Tres años parecen no ser mucho tiempo, pero para la saxofonista María Elena Ríos este tiempo se ha permeado de miedo dentro de un proceso jurídico lleno de impunidad, revictimización y corrupción. La historia del caso comienza en 2019 cuando el 9 de septiembre Rubicel 'N'  ingresó a su domicilio y arrojó una cubeta con ácido sulfúrico en el cuerpo de Elena; los daños sufridos se reflejaron en sus mejillas, boca, cuello, brazos y piernas. Después del ataque, Ponciano 'N' ya esperaba a su compañero para después huir juntos en una moto.

En ese momento ella tenía 26 años y pasó casi seis meses en recuperación después de este intento de feminicidio. Desde el inició, Elena señaló a su expareja, Juan Vera Carrizal, empresario y exdiputado del PRI en Oaxaca, como el responsable de haber ordenado el ataque y fue ahí cuando comenzó el proceso jurídico para castigar tanto al autor intelectual del ataque como a los perpetradores, pero lejos de obtener justicia su caso ha estado plagado de corrupción.

En abril del año 2020 Juan Vera fue detenido bajo los cargos de autor intelectual del intento de feminicidio de María Elena Ríos, pero debido al inicio de la pandemia por Covid 19 y distintas estrategias de la defensa del exdiputado, el juicio se pospuso por casi tres años, sin embargo, la semana pasada el juez de control Teódulo Pacheco Pacheco decidió concederle la prisión domiciliaria “por motivos de salud”.

Dicha sentencia permite que Vera se mude a casa de su hija y siga desde ahí el proceso en su contra. De acuerdo con la abogada feminista Ana Karen Flores, esto significa que el juez modificó una medida cautelar, que en este caso es la prisión preventiva oficiosa, al resguardo en el domicilio del acusado con el objetivo de garantizar la seguridad de la víctima y evitar la obstaculización el procedimiento.

A raíz de esta resolución, distintas víctimas de ataques con ácido se pronunciaron al respecto por medio de un comunicado en donde afirman que el resguardarlo en su casa parece ser un juego de privilegios en donde gracias a los contactos de Juan Vera pudo llevar el proceso por medio de reuniones virtuales desde la comodidad de su hogar.

La tibieza de las personas juzgadoras del Estado de Oaxaca que han permitido la prisión domiciliaria de Juan Antonio Vera Carrizal (el autor intelectual del crimen contra María Elena Ríos) envía un mensaje social de tolerancia e impunidad hacia este tipo de crímenes que abre la puerta para más agresiones como ésta. No actuar con firmeza, además de minimizar todo el daño causado, nos pone en peligro a todas, afirmaron en el comunicado.

El comunicado emitido el pasado 24 de enero está firmado por 13 mujeres víctimas de ataques con ácido, en el documento exigen que el caso sea juzgado con imparcialidad, perspectiva de género y que se tome en cuenta la asimetría de poder y evidente riesgo en el que la saxofonista se encuentra. 

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María Elena Ríos

Una audiencia revictimizante: ¿por qué dejaron libre al agresor de María Elena?

Después de permitir que el acusado se resguardara en su domicilio, durante la audiencia virtual que se alargó más de 60 horas a lo largo de seis días, María Elena y su abogada, Diana González, denunciaron una serie de actos de corrupción que violaron sus derechos más básicos, como hacer uso de la palabra en la sesión, amenazar con retirar a su asesora jurídica o no permitirle ir al baño.

El tribunal de Oaxaca se atrevió a proporcionar datos confidenciales de mi representada, de su familia y míos propios a la defensa del acusado, violando la ley. Nunca había visto algo así en este país en mis años como representante legal, puntualizó la abogada Diana González.

Otro de los argumentos que se usaron para intimidar a María Elena durante la audiencia fue que ella se encuentra en el Mecanismo de Protección para Defensores de Derechos Humanos, por lo que el juez de control Teódulo Pacheco Pacheco afirmó que al formar parte de este mecanismo no corre peligro si su agresor sale de prisión, por lo que decidió, finalmente, dejar en la comodidad de su casa a Juan Vera Carrizal, un potencial feminicida.

Este argumento no sólo es una estrategia de intimidación, sino que realmente pone en alto riesgo a la saxofonista, ya que no solo no se tuvo en cuenta el gran poder que tiene el acusado y su familia (quienes también están siendo investigados por otros delitos) sino que se eliminó por completo el historial de amenazas y violencia que ha ejercido la familia del agresor contra la víctima, tratando de desprestigiarla, señaló la abogada Diana González.

Resolvió diciendo que como tengo medios de protección no me va a pasar nada. Siento mucha impotencia, porque esta situación me pone en desventaja [...] Tengo miedo de que mi agresor termine lo que empezó y me mate, afirmó la saxofonista.

Esta revictimización no se presentó solo durante el juicio donde Juan Vera Carrizal quedó libre, sino que empezó desde mucho antes como una consecuencia de la relación de poder que el agresor ejerció sobre ella. Fue en el año 2017 cuando María Elena conoció al exdiputado del PRI; de acuerdo con información de El País, ese año se abrió una vacante para un puesto en la oficina de prensa del entonces diputado del PRI y fue cuando comenzó la relación laboral entre ellos, poco tiempo después se convirtió también en una relación sentimental en donde Juan Vera violentó de distintas maneras a María Elena.

María Elena afirmó para el mismo medio que el exdiputado la hostigaba por medio de correos electrónicos y en un viaje por Estados Unidos, él la forzó a tener relaciones sexuales. Después de algunos meses en donde María Elena fue violentada pudo salir de la relación, pero las agresiones se concentraron en aquel ataque con ácido sulfúrico que claramente estaba dirigido a terminar con su vida. Después de la detención de los culpables, Juan Vera declaró en distintas ocasiones que ella merecía lo que le había pasado e incluso más hombres apoyaron lo dicho afirmando que María Elena era una “mujer interesada”.

María Elena Ríos trabajó conmigo y tenemos una amistad, pero eso no implica nada. Si tienes un estilo de vida sano, así te va, pero si tienes un estilo de vida fuera de lo normal vas a tener problemas, declaró Juan Vera Carrizal en su radio.

Es así como la revictimización se volvió una constante en el caso, ésta ha sido ejercida tanto por las instituciones como por el agresor, lo que claramente refleja un sistema machista en donde las mujeres son juzgadas. Por su parte, la abogada Ana Karen Flores afirmó que, de acuerdo al Código Nacional de Procedimientos Penales, se debe salvaguardar la integridad de la víctima así como proteger sus derechos y realizar una evaluación de riesgo, es decir, qué tan probable es que el procedimiento se vea obstaculizado o que se lleguen a presentar elementos que permitan generar una ventaja procesal para el agresor.

Así mismo es urgente implementar una perspectiva de género dentro del juicio para identificar las situaciones de desigualdad, desequilibrios de poder o situaciones que generen algún impacto desproporcionado en los derechos de las mujeres. También es necesario que realmente se pueda garantizar una reparación integral ante los daños causados a María Elena como una forma de sentirse escuchada, puntualizó la abogada feminista.

A raíz de la resolución del juez Teódulo Pacheco Pacheco y debido al peligro de ésta, Elena solicitó a la jueza Martha Santiago Sánchez un apelación al amparo del agresor, ante esto la jueza llegó a la resulución de que por el momento no existen las condiciones para que Juan Vera se encuentre en arraigo domiciliario. 

Ataques con ácido: una tortura feminicida

Los ataques con ácido son una forma de agresión violenta que se define como el acto de arrojar ácido en el cuerpo de una persona con la intención de desfigurarla, mutilarla, torturarla o asesinarla, de acuerdo con el texto Aspectos generales de la agresión con ácidos, un delito que deja huella, de la autora Judith Beltrán. A pesar de que es una forma de violencia feminicida que ha tomado fuerza en los últimos años, no existen registros oficiales que muestren el número de víctimas, sin embargo, la Fundación Carmen Sánchez se ha encargado de realizar este registro de manera independiente.

La Fundación Carmen Sánchez MX, que tiene el objetivo de prevenir, atender, erradicar, investigar y sancionar los ataques con ácido u otras sustancias corrosivas a mujeres mexicanas por situaciones relacionadas con la violencia machista, muestra que durante los últimos 20 años se han registrado 28 víctimas de ataques con ácido:

  • Las entidades federativas que más reportan estos crímenes son la CDMX, Puebla y el Estado. De México.
  • De las 28 víctimas mujeres solo 22 han logrado sobrevivir.
  • En la mayoría de los casos, las víctimas tenían entre 20 y 30 años de edad.
  • En el 85% de los casos el autor intelectual fue un hombre: 5 de ellos eran parejas y 11 de ellos exparejas sentimentales.
  • En el 90% de los casos el ataque ha ido dirigido al rostro.
  • La mayoría de los crímenes se cometieron en calle, pero 4 de ellos en la casa o la puerta de entrada.
  • Más del 30% de los ataques se cometieron por dos o más personas: ya sea como actores materiales o como intelectuales.
  • En el 96% de los casos no ha habido sentencia, pero 4 agresores ya fueron vinculados a proceso: 3 por feminicidio en grado de tentativa y uno por violencia familiar.

Según la abogada Ana Karina, los ataques con ácido son considerados (en algunos estados) dentro del delito de lesiones, sin embargo, debido a que la mayoría de ellos es perpetrado por una persona de confianza y existe una relación sentimental deberían ser considerados dentro del delito de feminicidio porque no sólo se trata de una lesión general, sino que esto pone en peligro la vida de las víctimas que, de por sí, ya son revictimizadas tanto por las instituciones como por la sociedad.

Las consecuencias de los ataques con ácido son físicas y psicológicas, y esta clase de agresiones han escalado por un sistema que respalda la discriminación y desigualdad de género, por lo que es urgente crear medidas de protección para las mujeres y tomar los ataques con ácido en serio para así castigar a los agresores.