Generalmente las y los periodistas son quienes buscan historias para contar a través de sus letras, pero esta vez es necesario convertir a las mujeres periodistas y defensoras de derechos humanos como el centro de la noticia ya que en 2013 se reportaron 47 agresiones en contra de comunicadoras y solo en 2021 se reportaron 232 casos, es decir, la cifra casi se ha quintuplicado en los últimos 10 años, afirma el informe Palabras impunes: Estigmatización y violencia contra mujeres periodistas en México, 2019-2022 publicado por CIMAC.

Es así como se confirma que la vida de las mujeres periodistas y defensoras se encuentra en peligro debido a su profesión y si bien no sólo las mujeres corren peligro al ejercer su trabajo, se ha visto que los ataques hacia ella escalan del ámbito labora al personal y esto también es una conducta machista.

CIMAC documentó que en un 78.74% de las agresiones contra periodistas y defensoras está presente la violencia psicológica, las amenazas, la intimidación, el hostigamiento y el descrédito de la labor, lo que puede desembocar en campañas de desprestigio. Estos ataques dirigidos a la vida personal tienen un razonamiento digno del patriarcado ya que, a pesar de la preparación que tienen las mujeres periodistas y defensoras, siguen siendo consideradas un ser frágil y que buscará, por instinto, proteger a su familia y así poder quebrarla para limitar su trabajo, afirma Adriana Sánchez especialista en temas de Protección de Derechos Humanos y Periodistas y Consultora Independiente.

De acuerdo con los testimonios recogidos por el informe de CIMAC, los ataques que reciben periodistas y defensoras principalmente son: amenazas de muerte, mensajes con contenido sexual, revelación de información personal e intimidación contra sus familias; esto trae como consecuencia la autocensura de las periodistas que optan por mantener un bajo perfil, pero, por el contrario, las defensoras hacen aún más visibles las amenazas como una manera de protegerse.

Las consecuencias observables y que están incluso documentadas por organizaciones como CIMAC, en el caso de mujeres periodistas es la autocensura; por el lado de las mujeres activistas, ellas han potencializado la visibilidad de la amenaza de la agresión y se observa que en el espacio del periodismo las redes de solidaridad no son tan sólidas, afirmó Adriana Sánchez , en entrevista con La Cadera de Eva.

Debido a esta polaridad entre ambas situaciones es necesario crear acciones que se adecuen por completo a las necesidades de cada grupo, afirmó Adriana Sánchez.

Según los datos presentados por CIMAC, son las reporteras que cubren la fuente política las que más ataques reciben por hacer su trabajo (un 54,49%) seguidas de las directoras de medios (un 14,86%) y las columnistas (un 8%). Estos ataques se usan para desacreditar a las mujeres en el espacio público y se ha visto que el ataque principalmente de usuarios hombres, reduce a las mujeres a un cuerpo al que amenazan con violar, asesinar, o denigrar con todo lujo de detalles y desgraciadamente se trata de una tendencia internacional ya que, según la UNESCO, el 73% de las periodistas en el mundo enfrentan ciberacoso por realizar su trabajo, afirma El País.

Los ataques digitales son reales

El trabajo que realizan las mujeres periodistas y defensoras no es muy diferente e incluso van de la mano ya que ambas pueden ser fuentes de información que están buscando un cambio, pero las barreras de protección para cada una de ellas sí cuentan con diferencias debido a las necesidades de proteger ciertas áreas.

Si bien hace algunos años las amenazas e intimidaciones que estaban hechas por medio de internet no eran tomadas en cuenta de manera seria debido a su procedencia, actualmente es necesario dejar ese pensamiento atrás para aceptar que cualquier comentario hecho en la virtualidad puede saltar a la vida real y así reconocer el peligro en el que se encuentran. Del mismo modo, las periodistas tienen una gran responsabilidad cuando se trata de cuidar sus fuentes ya que por pequeños errores es posible que las fuentes se encuentren en peligro debido a la información que están brindando, entonces sigue siendo una tarea de autocuidado y sororidad protegerse las unas a las otras.

Por otra parte, de acuerdo con datos de CIMAC, la criminalización de las protestas feministas ha traído consigo olas de violencia hacia las mujeres periodistas que cubren las marchas; según el informe reciente, las protestas feministas se han convertido en el principal escenario donde se violenta a las mujeres del gremio, incluidas fotógrafas y camarógrafas con un 13.16% de las agresiones, seguido de ataques contra las colegas que investigan temas de corrupción (10.16%) y las que cubren elecciones (7.56%).

Es una realidad que la pandemia por Covid-19 obligó a todos los medios de comunicación a trasladarse a un espacio virtual que hasta el día de hoy se mantiene, por lo que las agresiones hacia mujeres periodistas y defensoras también se mudaron a los espacios digitales, es por ello que Adriana Sánchez insiste en la importancia de proteger a las periodistas y defensoras desde dos ángulos principales: la protección de los equipos personales y la identificación de discursos peligrosos.

De acuerdo con Adriana Sánchez es de suma importancia crear antivirus especiales para proteger las cuentas personales y equipos de cómputo de las mujeres periodistas ya que es común que se creen virus para intervenir los equipos y así obtener información personal de la periodista y aunque hace algunos años esto continuaba sonando como parte de una película de espías, la realidad es que los hackeos de equipo electrónico están pasando.

Por otra parte, Adriana Sánchez menciona que es igual de importante tomar en serio las amenazas hechas en la virtualidad ya que por medio de la intervención de aparatos una amenaza en Facebook puede escalar hasta una acción directa que atente en contra de la vida de la periodista.

Las agresiones digitales pueden o no materializarse, pero estas repercuten en la libertad de expresión porque aparece el nombre de la periodista y el medio donde publica; se han documentado casos en donde todo inicia a través de una amenaza en Facebook porque hoy te dicen “te voy a matar” y mañana ya te mandaron la foto a tu Whatsapp (que quién sabe cómo lo consiguieron) de dónde vives y pasado mañana ya te mandaron la foto de la escuela a la que va tu hijo […] y si no tomamos como ciertas y posibles este tipo de amenazas a través de medios digitales, entonces estamos en más peligro, afirma Adriana Sánchez.

Hace algunos años era impensable que esto pasara ya que los equipos para hackear cuentas y computadoras eran demasiado caros e irreales, pero la tecnología se encuentra en constante evolución por lo que debemos tomar en serio lo que sucede dentro de ella.

Y de repente ya te encontraste con que tu agresor tiene la capacidad de adquirir instrumentos que pueden detectar desde dónde estás conectada y una pensaría que no es posible, pero ya hay casos documentados no solo a nivel nacional, sino a nivel internacional y sobre todo en la zona de Latinoamérica en donde incluso los gobiernos usan estas herramientas para perseguir mujeres periodistas, es un acto de terror, expresa Adriana Sánchez.

Si bien no existe una fórmula mágica para evitar más agresiones en contra de mujeres periodistas y defensoras, Adriana Sánchez explica que el camino más eficaz ante esta situación es la creación de protocolos que prevengan las agresiones en lugar de evitarlas y afirma que al ser un camino muy largo y que muestra resultados de manera muy lenta, los gobiernos lo dejan de lado.

La prevención es un proceso de construcción que requiere diagnosticar los problemas existentes, evaluar las condiciones de riesgo, ver cómo se encuentran los sistemas de garantías, ver quiénes son los sujetos en riesgo y, posteriormente, elaborar una estrategia de política pública estatal o regional que pueda disminuir los riesgos a los que se enfrentan las periodistas y defensoras, ya sean hombres o mujeres, porque la prevención es para todos y todas aquellas personas que realizamos activismo o de libertad de expresión, no para quien está en riesgo, comenta Adriana Sánchez.