Cuando se habla de mujeres lesbianas, por lo general, se les presenta como grandes compañeras, mejores amigas o colegas; pero no se les reconoce como dos mujeres que se relacionan sexual y afectivamente, es decir, como lesbianas

A lo largo de la historia, la invisibilización ha sido una de las formas de discriminación que viven las mujeres lesbianas. Activistas lesbofeministas establecen que, la condición de subordinación que la heteronormatividad y el orden patriarcal han conferido a las mujeres, provocó que las relaciones lésbicas fueran relegadas. 

En el contexto mexicano, al tener una sociedad sumamente machista, las lesbianas son consideradas como un grupo doblemente discriminado; es decir, por el hecho de ser mujeres y por su orientación sexual, de acuerdo con el Centro Transdisciplinario en Estudios de Género.

Invisibilización como acto de lesbofobia y misoginia

Existen formas diversas de afectos, deseos y placeres, así como orientaciones sexuales; pero, históricamente desde las instituciones religiosas, el Estado y la psiquiatría se ha entendido que la heterosexualidad es la única orientación sexual legítima y posible, según estudios realizados en España. 

Dichas investigaciones revelan que, esto ha provocado la criminalización de la diversidad sexual y la persecución de las personas no heterosexuales, que han sido tachadas como pecadoras, pervertidas, peligrosas y enfermas. En el espacio público, la sociedad espera encontrar personas heterosexuales, dejando de lado otras formas de relacionarse. 

Las calles, los lugares de ocio o restaurantes están codificados para responder al ideal heterosexual, de tal forma que, “si dos mujeres lesbianas se visibilizan mostrando su afecto, son vulnerables a la discriminación y violencia. Y lo son al desafiar la norma, que comprende que el espacio público es por naturaleza heterosexual”, según establece el estudio realizado por la Asociación Transexualia. 

Ante las expresiones de odio y misoginia, las lesbianas prefieren escoder su sexualidad, de este modo, evitan ser violentadas. “El hecho de tenernos que esconder hace que no seamos ‘visibles’ ni para el resto de sociedad, ni para las personas de nuestro propio colectivo. Y esto lleva a una carencia de referentes que dificulta el desarrollo personal de las lesbianas”, dice Fernanda Betancourt en el artículo La invisibilización lésbica en la comunidad LGBT: La letra que se teme nombrar.

El miedo de reconocerse lesbiana 

Se habla de una doble invisibilización de las lesbianas debido a que, en el propio movimiento queer o (L)GBT+, las mujeres lesbianas e incluso las bisexuales, no son nombradas ni representadas en las exigencias de dicha población, de acuerdo con testimonios anónimos recabados para La Cadera de Eva. 

Esto se debe a que, el peso que se le ha dado a la misma palabra que nombra su identidad sexual, es demasiado grande, según los testimonios. La mayoría de ellas expresan atravesar un proceso de aceptación doloroso para consigo mismas, “porque todavía la sociedad sigue percibiendo la palabra lesbiana como algo tabú y hasta ofensivo, volviendo entonces al amor entre mujeres más difícil de nombrar desde el exterior”, afirman. 

“Siempre que hemos escuchado mencionar la palabra lesbiana, la gente suele hacerlo como si se tratara de algo sucio, y  queramos o no, deja un impacto dentro de nosotras”, señalan. 

Factores como estos vuelven más difícil la autoaceptación sobre su identidad sexual; algunas de ellas hablan sobre esta etapa complicada de sus vidas, en las que si bien,  ya se habían aceptado como lesbianas, temen definirse a sí mismas bajo este término; por lo que optaban por llamarse a sí mismas de la igual manera que a los hombres homosexuales y utilizar la palabra gay en su lugar, siendo esta más normalizada y hasta amigable, según los testimonios. 

Esto conlleva, por ende, también una manera de invisibilizarse  a sí mismas dentro de la comunidad LGBT, un sitio donde por el peso de la palabra lesbiana, deciden evitar el termino y no reconocerse en el espacio público como lesbianas, indica la Asociación Transexualia. 

El amor de las lesbianas existe 

Ante esto, desde el movimiento feminista, las mujeres lesbianas han criticado y cuestionado estas formas de discriminación que tienen origen en una sociedad que, constantemente, reafirma la subordinación de las mujeres hacia los hombres, a través de la heterosexualidad. Un ejemplo de las organizaciones del movimiento lesbofeminista es el Archivo Histórico del Movimiento de Lesbianas-Feministas en México. 

El movimiento lesbofeminista en México se posicionó en la década de los 70, pues colectivas de mujeres “con deseos de liberación, decidieron enfrentarse al sistema patriarcal y sufrieron todas las represalias por su negativa a someterse a la heterosexualidad obligatoria”, afirma el Archivo Histórico Lesbofeminista. 

Gracias al movimiento lesbofeminista, la palabra lesbiana (re)evolucinó su significado, pues ya no estaba centrada en que las lesbianas eran “mujeres homosexuales” o “mujeres atraídas por otras”, sino que definieron este tipo de relaciones como: 

“La lesbiandad es amor entre mujeres, no es sólo sexo entre mujeres; el amor entre mujeres es la lesbiandad feminista, en la cual,  la sexualidad no es su centro sino que se vuelve parte de una posición política”, explica el Archivo Histórico Lesbofeminista. 

Es así, que se rescatan los orígenes de la palabra lesbiana, la cual tiene sus raíces en Grecia, en honor a la poeta Safo de Mitilene. La poeta es mejor conocida como Safo de Lesbos o simplemente Safo, nacida en la isla de Lesbos, a quien por el simple hecho de ser mujer y sentir abiertamente atracción por sus discípulas, se le perseguía. Dentro de sus poemas, uno de los temas principales que podemos encontrar, trata sobre la propia belleza de las mujeres, su vida diaria y amor hacia ellas. La isla de Lesbos estaba ligada a la libertad sexual, y así, con la imagen que se tenía de la poetisa,  el amor entre dos mujeres empezó a ser llamado lesbianismo o amor sáfico, según indica National Geographic.