Ser delgada, bonita y parecer una muñeca es una presión social que las mujeres vivimos desde pequeñas. En una breve encuesta preguntamos a nuestras seguidoras lo siguiente “¿De niñas vivieron alguna violencia para ser más delgadas o bonitas? Las leemos....”, las respuestas fueron diversas, desde presión para usar faja o ponerse un listón en la cintura para tener control, comparaciones con otras integrantes de su familia o comentarios sobre su peso.

Las constantes que encontramos en los comentarios fue que a raíz de comentarios de familiares, de los padres o madres fue como comenzó a surgir el trauma sobre el peso que desembocó actualmente con dismorfia  corporal, que es un trastorno mental caracterizado por la preocupación obsesiva por un defecto percibido en las características físicas.

“Ponte faja para que se te haga cinturita”

Diana cuenta que en su pubertad, alrededor de los 13 años era obligada a utilizar fajas con varillas, esto para que se le fuera haciendo “cinturita”, ella cuenta que odiaba usarlas ya que eran incómodas y molestas. “Debía ponerle la faja y después el uniforme de gala que también era súper incómodo, sentía en clase que algo me enterraba y era la varilla que se iban desprendiendo de esa cosa”.

“A mí me pusieron un listón rojo alrededor de mi abdomen para tener como un ‘control’, cuenta Mónica.

“Cuídate porque tienes tendencia a engordar

¿Cuántas veces no han escuchado esta frase? En diversas conversaciones con la nutrióloga Carla Aceves ha dicho que el ser delgado o con sobrepeso depende de una cultura del buen comer y tener una alimentación balanceada, pese a eso, los familiares tienen una actitud que acecha a las menores, en lugar de orientarlas sobre cómo comer y tener una vida balanceada que consiste en una alimentación nutritiva, ejercicio y descaso, aunque para la experta, ser delgado va más allá.

“Mis tíos siempre decían que tenía “tendencia a engordar” y siempre me sentí gorda, hasta que un día me enfermé y me dijeron los doctores que estaba baja de peso”, nos contó Patricia.

“A los 8 años ya había hecho mi primera dieta y creado mi primera rutina de ejercicio para adelgazar, a los 12 ya dormía con fajas, a los 15 ya había desarrollado TCA (bulimia nerviosa), a los 19 ya estaba en tratamiento, a los 22 y 24 recaídas… me odié, por mucho tiempo, pero estoy comenzando a amarme”, dijo Sandra.

“Mi mamá me creó complejo de gorda, quizá porque mi hermana menor era muy delgada, a los 15 ya tomaba anfetaminas. No era gorda solo tenía mucho busto”, dijo Esther.

“Algunos familiares le decían a mi mamá que yo estaba muy 'gordita', que tenía que bajar de peso. En la adolescencia adelgacé mucho y entonces le decían que me veía enferma. Toda mi vida he luchado con mi peso y quizá esté relacionado con esos momento”, dijo Luz.

“Desde que empecé la adolescencia subí de peso, eso no les gustó a mis papás y me metieron a natación, pero por la actividad tenía atracones de comida... subí más de peso porque dejé el deporte y seguía con mis atracones, lo cual me llevó a subir mucho de peso y para mi papá era fácil siempre señalarlo con comentarios tipo ‘ella necesita lonas para vestirse’.

A los 14 años me obligaron a tener fiesta de 15 años y como estaba pasada de peso me metieron a un régimen de alimentación con acupuntura, la señora me prohibió alimentos y en ese momento yo además de estar con el estrés de la fiesta (no deseada) tenia que prepararme para mi examen a la prepa y seguir estudiando... Desde entonces tengo problemas de disforia corporal y mi relación con la comida siempre ha sido difícil”, compartió Fer.

“Desde la primaria, me acuerdo que en 4to año mi mejor amiga se enfermó de una gastroenteritis y ‘enflacó’ y yo empecé a hacer cosas para enfermarme a ver si podía igual enflacar. Las mujeres en mi familia me compraban ‘remedios’. En secundaria mi grupo de amigas eran todas muy flacas, y todas con algún TCA así que yo dejé de comer y enflaqué mucho, hasta que me empecé a desmayar por todos lados. Y así he ido, siempre queriendo bajar, bajar, bajar”, escribió Paola.

¿Tú tienes una historia similar? Creemos en La Cadera de Eva que compartir este tipo de testimonios nos permiten reconocernos entre nosotras, acompañarnos y saber -aunque suene trillado- no estamos solas y fuimos víctimas de estas violencias, ya sea por ignorancia o inconsciencia… Ahora podemos comenzar a amarnos.