El feminismo ha comenzado a evidenciar actitudes machistas que se tenían normalizadas, cuestiones como el hecho de que el hombre sea siempre quien pague la cuenta han creado debates que continúan nutriendo al movimiento y cuestionan lo “socialmente aceptable”.

La tregua ante este debate ha llegado con el dicho “quien invita, paga”, pero la situación cambia cuando el hombre espera que al pagar tu parte de la comida que has consumido, te encuentres en una especie de “deuda” que se cobrará teniendo control sobre tus decisiones o tu cuerpo.

A través de Twitter, Chlo Matthews, una aspirante a paramédica, compartió una conversación con el hombre que había sido su cita la noche anterior. Chlo cuenta que habían disfrutado de una noche en el club inglés ATIK, cuando llegó la hora de pagar por los tragos que habían pedido, Danny (el hombre de la cita) se ofreció a cubrir el total de la cuenta así que ella accedió.

Al final de la cita, ella decidió ir a su casa a pesar de que Danny la había invitado a la suya. Chlo afirma que la cita había transcurrido con normalidad, pero todo dio un giro para mal cuando al siguiente día, Danny le envió un mensaje exigiéndole la devolución del dinero que había gastado en ella porque no accedió a tener sexo con él y eso fue una “pérdida de tiempo”.

Esto, aunque parece un caso extraordinario, sucede más frecuentemente de lo que se piensa. Dentro de las relaciones de heterosexuales, existe una dinámica de poder bastante marcada ya que hay infinitas reglas de “cortejo”, construcciones sociales impuestas desde hace años, como el hecho específico de que los hombres deben pagar la cuenta para afirmarse como “el macho proveedor”, el que puede demostrarle a la chica que es capaz de “tenerla como una reina, afirma Catalina Ruíz para el portal Cromos.

El machismo de pagar la cuenta

Catalina Ruíz, afirma que a las mujeres se les enseña que son una especie de “trofeo” que los hombres se tienen que ganar, y para ello, el tipo debe superar todos los obstáculos para que su doncella se le entregue. Por eso, muchos hombres no solo pagan la cuenta para demostrar su capacidad económica –o poder, o galantería–, también lo hacen porque esperan algo a cambio, y si no lo reciben, se molestan.

Fácil: el sexo consentido, el amor, el interés por una persona, no son una fría transacción, y las mujeres no somos princesas de videojuegos, ni el premio de una prueba de resistencia, somos personas que deberíamos poder escoger con quien estar sin que nos vean como una recompensa. Y olvidarse de eso, de que somos personas, de que no les debemos nada, es lo machista de pagar, afirma Catalina Ruíz para el portal Cromos.

Si bien, existen muchos hombres que tienen una amabilidad genuina a la hora de invitar a alguien y pagar la cuenta de ambos, es necesario continuar visibilizando esta conducta que, tan normalizada, presiona a las mujeres que sienten deberle algo al hombre que las invitó a cenar y pagó por sus alimentos y, de la misma forma, es importante recalcar que ninguna mujer le debe nada a quien se ha ofrecido a cubrir tus gastos por iniciativa propia.

Debido a este machismo tan normalizado, muchas mujeres han optado por comenzar a dividir las cuentas y pagar su parte, esto ha funcionado como un límite ante los hombres que están esperando algo a cambio, pero dentro de la estructura patriarcal en la que se vive, esto también representa una desventaja para las mujeres que ganan menos en sus trabajos por el simple hecho de ser mujeres.

Quiero igualdad, no necesito que paguen, ni que me lleven, ni que me cuiden porque puedo cuidarme sola… Es un lindo discurso, pero, lamentablemente, todavía es una utopía y no tiene que ver con nuestro potencial de autonomía sino con la realidad en la que vivimos, afirma la periodista Agustina Petrella.

Deuda histórica

De acuerdo con la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Canasami) destacó que en promedio las mujeres todavía tienen un salario 12.2% menor que el de los hombres, a pesar de que la brecha salarial disminuyó en los últimos tres años. Los resultados que se obtuvieron indican que la brecha del salario por hora por género ha disminuido entre 2018 y 2021; en 2018 ésta era de 13.1%, en 2019 de 13.6%, en 2020 de 14.4% y en 2021 de 12.2%.

Precisó que, en cuanto al salario por hora, durante el cuarto trimestre de 2021, las mujeres reportaron un ingreso de $49.40 por hora y los hombres de $54.10 por hora. Para dicha medición se consideró a la población ocupada asalariada y remunerada, de tiempo completo y con un empleo formal en el rango de edad de 25 a 54 años.

Asimismo, la académica en EAE Business School, Magalí Riera, enfatizó en que la brecha salarial persiste en todas las edades de la vida laboral, pero se hace más evidente a partir de los 30 años, en el caso, por ejemplo, de los trabajadores de la salud, el 73.2% son mujeres, que perciben sueldos hasta 23.7% menores que el de sus pares hombres, apuntó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Es precisamente esta brecha salarial la que hace injusto que las cuentas se dividan “50/50” ya que es evidente que las mujeres tienen un salario más bajo que los hombres, ambos desempeñándose en el mismo puesto; a esto se le suma todos los privilegios que el sistema patriarcal le otorga a los hombres.

Si el costo de sus privilegios es pagarnos la cita y acompañarnos a casa, le salen baratísimos... Tal vez, cuando vivamos en igualdad de condiciones, podremos replantearnos esta parte de la cultura. O tal vez no lo hagamos, porque no alcanzarían mil años para recuperar el dinero, el tiempo, la salud, en definitiva, las vidas, que hemos perdido las mujeres, a lo largo de la historia. -Agustina Petrella.

La realidad es que la sociedad aún está llevada por el sistema patriarcal, por lo que las mujeres aún están atadas a las normas sociales de lo que debería hacer una mujer, por ello, es necesario continuar cuestionando las prácticas cotidianas y deconstruirlas de manera personal.