Los viernes por la tarde -cuando hay menos gente en el gimnasio pero más hombres en el vapor-  José ha sido instigado a tener encuentros sexuales con otros varones. Él no se identifica como homosexual ni parte de la comunidad LGBT+, sólo anda desnudo en los vestidores, regadera, sauna y vapor.

Disfruta de practicar nudismo donde pueda, en el la playa –en la que se permita-, el gimnasio y su casa. Pareciera que estar desnudo es tomado como un mensaje que es parte de la comunidad, pero eso no lo sabemos. Él se considera heterosexual y frecuentemente ha tenido que responder con un “yo no le hago a eso”, ante las frecuentes invitaciones a tener un acercamiento sexual con otro hombre.

El vapor, los vestidores y el sauna son espacios donde la comunidad gay -sobre todo los varones- tienden a buscar sexo casual, sobre todo felaciones, wawis o blowjobs, incluso Luis Zapata, autor de “El vampiro de la Colonia Roma”, sitúa a su personaje principal Adonis en los Baños Torrenueva, un espacio ficticio, donde hacia sus conectes.

Estos encuentros sexuales en lugares públicos se le ha llamado “cruising”, surge en la comunidad LGBT+, consiste en tener sexo en lugares públicos como parques, bosques, playas, baños públicos, estaciones y lugares solitarios en genera, como los baños de vapor.

Los encuentros incómodos

José tiene frecuentemente este tipo de experiencias en el gimnasio al que asiste. “Estaba en el vapor y un hombre frente a mí se empezó a masturbar, me mostraba su pene, yo me volteaba. Después entró otro bato, se acercó al que estaba sentando y empezó a hacerle sexo oral”, narró.

Acto seguido, el chico a quien le hicieron la felación se quedó sentando, miro a José y trato de acercarse. “No güey, yo no le hago eso”, volvió a decir. El joven se sentó y volvió a entrar otro sujeto, quien se paró frente a él para recibir sexo oral. Al terminar, quien estaba sentado sólo dijo “la tienes bien rica” y el otro se salió.

José siguió sentando mirando hacia la pared, uno de sus grandes gustos es el vapor, dice que sólo se voltea cuando otros hombres tratan de tener un acercamiento hacia él.

“Güey entonces no te late esto”, le pregunto su compañero de vapor a José. “No, no me late”, replicó.

Los ofrecimientos sexuales en el baño es una constante en los gimnasios,  sobre todo al que va José, el cual está cerca del  World Trade Center. Los encargados del gimnasio han señalado que se pueden acusar a las personas que hacen ese ofrecimiento. Sin embargo, él ha decidido no hacerlo.

Los encuentros homosexuales en el vapor tienen historia

Los baños de vapor  tienen su antecedente prehispánico con el temazcal y el baño como lo conocemos viene de Europa, específicamente de Roma, donde las famosas thermas eran espacios de socialización. Se separaban por género. En Europa, en al antigua Roma asistir al vapor era como hacer un culto al cuerpo.

Los primeros baños de vapor en México fueron Los Baños de Doña Andrea, ubicados en el centro Histórico, instituidos en 1779. Un baño de vapor era un sinónimo de opulencia y asistir una forma de relacionarse. Después, estos espacios se comenzaron a decaer cuando hubieron la Ciudad baños propios.

Quienes permitieron que persistieran, al menos los vapores públicos fueron miembros de la comunidad gay. Juan Jacobo Hernández, quien fue integrante del Frente de Homosexual de Acción Revolucionara (FAHR), contó para Chilango su experiencia en los baños de vapor Costa Azul frente al metro Xola donde presenció a jóvenes mantener relaciones con otros, incluso algunos a cambio de 5 pesos, en aquel entonces.

“Fue la primera vez que vi hombres teniendo sexo a la vista de todos, sobre todo en el cuarto de vapor ruso, donde alguien abría la llave para que se llenara de vapor y así poder actuar más libremente. Ahí también vi a un chico tener relaciones en la regadera con más de diez hombres (¡los conté!), cosa que me dejó muy impactado en aquellos días”, contó.