Lucía escuchó una alarma lejana que sonaba insistentemente, había llegado la hora de levantarse para ir a la Universidad; tenía los ojos hinchados y llorosos porque se había quedado dormida mientras lloraba. En un esfuerzo abrió los ojos para apagar ese sonido insistente e inmediatamente notó los efectos secundarios de su impulso nocturno: los sonidos se sentían como cuando te encuentras debajo del agua, como apagados; le dolía la cabeza y podía sentir la taquicardia, espantada quiso ir a vomitar, pero sólo salía un líquido café y viscoso. Fue a finales de octubre en 2018 cuando Lucía intentó suicidarse.

En entrevista con La Cadera de Eva, Lucía (quién pidió cambiar su nombre para proteger su identidad), afirma que tiene varios años lidiando con Distimia, Trastorno de Ansiedad Generalizada y TDAH, pero no fue hasta después de su intento de suicidio que fue diagnosticada formalmente y comenzó a tomar medicamentos prescritos.

Llevaba muchos años deprimida, era una tristeza muy profunda que iba y venía durante ciertos periodos de tiempo, puedo describirlo como la desesperanza más profunda, no hay luz, no hay nada. En mi casa ya sabían de mi depresión, pero siempre pensamos que no era necesario tomar medicamentos a parte de la terapia que llevaba, afirma Lucía en entrevista para La Cadera de Eva.

En medio de un impulso por la ansiedad que sentía, una noche Lucía tomó casi 30 aspirinas. Ella afirma que pensó que no le pasaría nada y en medio del cansancio se quedó dormida, fue a la mañana siguiente cuando despertó aturdida, investigando se dio cuenta de que tendría que ir al doctor debido a la intoxicación que se había provocado ya que esa dosis de pastillas podría ser letal.

Me acuerdo que ese día en la noche mi mamá se fue a dormir y aunque sabía que me sentía mal, pensó que estaba tranquila. De pronto empecé a sentir mucha ansiedad y quería salir corriendo, así que me tomé las pastillas y pensé que no me harían nada porque nada más eran aspirinas, ahora sé que eso fue parte de mi impulsividad, comenta Lucía.

Hay que hablar sobre el suicidio

Según la doctora Laura Barrientos Nicolás, médica psiquiatra y académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, en 2020 hubo 7 mil 896 suicidios en México, 700 más con respecto a 2019 y mil más que en 2018. El suicidio “va como en escalera; cada año hay más y más visibles”, agrega la doctora para Gaceta UNAM.

Aunque hay más intentos de suicidio en mujeres, son de menos letalidad. En cambio, en hombres el porcentaje es muy alto: en 81.6% por ciento de los intentos, el suicidio se comete. En hombres, el método más utilizado para morir por propia mano es el ahorcamiento, seguido del uso de un arma y el lanzamiento al vacío. Las mujeres utilizan altas dosis de fármacos psiquiátricos o de otro tipo de medicamentos.

Otro dato lamentable, agrega la doctora Laura, es que el suicidio fue más frecuente en jóvenes de entre 14 y 29 años de edad. De 7 mil 896 personas que cometieron suicidio, 2 mil 293 tenían de 20 a 29 años de edad y mil 260 eran adolescentes de 10 a 19 años. Sumados (3 mil 553) son casi la mitad de los suicidios de 2020, según datos del INEGI.

Lucía cuenta, mientras se pierde en sus recuerdos, que como pudo llamó a su mamá ya que ella se encontraba trabajando en ese momento. Recuerda que le costaba mucho respirar, se sentía mareada y la taquicardia era cada vez más fuerte.

No sabía qué le iba a decir y cuando me contestó sólo le dije lo que había hecho y que necesitaba ir al hospital porque me sentía muy mal. No sé cómo, pero mantuvo la calma y me dijo que no me durmiera otra vez, que iba a llegar lo más pronto que pudiera y me metí a bañar para despejarme, cuenta Lucía.

La ansiedad, ligada a la depresión y al riesgo suicida, es otro trastorno mental frecuente. Hay personas que la padecen pero que, por la desinformación y el estigma sobre los trastornos mentales, tardan hasta 14 años en llegar a un servicio de psiquiatría, afirma la doctora Laura.

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En personas con intentos de suicidio previos, apunta la doctora Laura, se eleva mucho el riesgo de suicidio por lo que hay que estar “muy al pendiente” de sus pensamientos (si presentan ideas sobrevaloradas de culpa y desesperanza), o si hay datos de planeación suicida estructurada; por ejemplo, cuando escriben cartas de despedida.

Trastornos del sueño, pérdida del apetito y de la libido, crisis de ansiedad, “sensación de muerte inminente” o alteraciones en el estado de la conciencia son síntomas por los que se puede llegar a solicitar consulta a los servicios de urgencias.

Por otra parte, en un 50% de la población con intentos de suicidio, se presentaron causas como trastornos psicóticos, ataque de pánico, ruptura de la pareja, la muerte de un ser querido, una enfermedad crónica terminal, o más recientemente, la pérdida de estatus económico o del empleo por la pandemia de COVID-19, comenta la doctora.

Mientras esperaba que su mamá llegara, Lucía se sentía cada vez peor ya que se le dificultaba aún más respirar y la taquicardia le estaba provocando temblores en todo el cuerpo. Sin ser muy consciente de lo que pasaba, llamó a uno de sus amigos más cercanos quien la alentó a no quedarse dormida; su madre llegó muy rápido a pesar de que se encontraba lejos y ambas se movieron al doctor. Por suerte, no fue necesario hacerle un lavado estomacal y estuvo una semana tomando medicamentos para evitar una úlcera gástrica y con suero intravenoso para contrarrestar el efecto de las aspirinas.

Fue una semana bien rara, todos se preocuparon por mí y me recalcaron su apoyo, aunque después de que me recuperé sólo algunas personas cumplieron eso. Los oídos tapados me duraron toda la semana y el mareo se fue quitando poco a poco; a partir de ahí comencé un tratamiento psiquiátrico y psicológico, me explicaron que tengo tendencias suicidas por la depresión y la ansiedad y el medicamento que tomo es para controlar mis químicos cerebrales, afirma Lucía.

En los últimos años y específicamente durante la pandemia por la COVID-19, el tema de la salud mental ha tomado relevancia y aumentado su difusión a través de campañas por parte de grandes instituciones, gobiernos y grupos de profesionales, que se han encargado de visibilizar a través de los medios de comunicación la importancia de aquella, pero esto no ha quitado el estigma social que existe alrededor de los trastornos mentales y el suicidio. Muchas personas continúan negándose a hablar abiertamente de la terapia psicológica o el consumo de medicamentos psiquiátricos debido a los prejuicios que permean a la sociedad mexicana.

Y son estos prejuicios un factor de riesgo para las personas con ideaciones suicidas, diversos estudios han demostrado que preguntar a las personas sobre pensamientos y conductas suicidas no ocasiona ni aumenta estos pensamientos, preguntarle a alguien directamente "¿Estás pensando en suicidarte?" puede ser la mejor manera de identificar a alguien en riesgo de suicidio.

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Lucía lleva casi cuatro años tomando medicamentos psiquiátricos y entendiendo cómo funciona su distimia; ahora es capaz de calmarse, con ayuda del medicamento, durante una crisis de ansiedad y cada vez le es más fácil salir de los periodos depresivos.

Con la terapia entendí que no era mi culpa estar deprimida porque son los químicos de mi cerebro los que no funcionan correctamente y sé que el medicamento me ayuda a estabilizarlos, así que ya no me da pena decirle a la gente que los tomo, aunque a veces todavía me juzgan y me dicen que me volveré adicta a ellos, creo que todavía hay demasiada desinformación y esa desinformación también duele, comenta Lucía durante la entrevista.

Septiembre amarillo

Desde el 2003, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha promovido cada 10 de septiembre el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. El objetivo de este día es concientizar a nivel mundial que el suicidio puede prevenirse hasta en un 90%.

Actualmente septiembre amarillo es una campaña de la OMS, que está vinculada al mes, semana y Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Se escoge este color porque en 1994 fue fundado el programa Yellow Ribbon (Cinta amarilla) por los padres y amigos de un adolescente brillante, divertido y amoroso, Mike Emme (1977-1994), quien se quitó la vida cuando no sabía las palabras que decir, o cómo hacerle saber a alguien que estaba en problemas. Mike murió por suicidio en el momento de su desesperación más profunda.

Mike era conocido por su personalidad cariñosa, servicial y saber mucho de mecánica. El legado comenzó cuando Mike rescató un Ford Mustang 1968 de un campo donde se encontraba descuidado. Lo compró, lo reconstruyó y lo pintó de amarillo brillante. En el funeral de Mike sus amigos se preguntaban que podían hacer y la mamá les dijo: “por favor no te suicides, busca ayuda” y se puso esta frase en papel amarillo brillante junto con números de teléfono, a quién llamar para obtener ayuda.

Ford Mustang 1968

El efecto dominó había comenzado: un puente amarillo brillante que conecta a los necesitados con los que ayudan. La cinta se convirtió en el símbolo del programa cuando los adolescentes comenzaron a atarlos en su cabello y sujetarlos a su ropa y sombreros el día que Mike murió, cuenta el portal Psicología sin P.

Por su parte, Lucía ha superado su intento de suicidio poco a poco y son las personas que sí continuaron apoyándola después de eso quienes la acuerpan cuando la depresión regresa a su sistema.

Creo que no me quería morir, sólo quería dejar de pensar y sentir porque cuando me llaga la ansiedad y la depresión siento todo de manera muy intensa, entonces estoy aprendiendo a aceptar esa intensidad para no dejarme llevar por ella. –Lucía.

Si bien, en septiembre busca visibilizarse el suicidio y la importancia de la salud mental, un mes no es suficiente para brindar esperanza y apoyo a las personas que tienen ideaciones suicidas o a quienes han intentado suicidarse, es por ello que se deben dejar de lado los estigmas y es urgente hablar de suicidio, no como un tema tabú, sino como una problemática que existe y por la cual cada año, más de 700 mil personas pierden la vida a causa del suicidio en el mundo, lo que se traduce en una muerte cada 40 segundos, afirma la OMS.

Desde aquí te decimos que no estás sola, busca ayuda. Todo va a mejorar.