La vista como tal es uno de los cinco sentidos del ser humano, el ojo orgánicamente es un músculo y su funcionamiento nos permite observar todo aquello que está visible a nuestro alrededor, imágenes, colores, texturas y objetos, entre otros. Si bien, es un músculo muy desarrollado, no llega a ser tan nítido como un microscopio, sin embargo, es maravilloso el alcance que nuestra vista puede alcanzar a mirar, por ejemplo, la textura de una hoja, de nuestra piel, el atardecer, la inmensidad del mar, el bosque interminable y muchas más cosas.

En los vínculos que establecemos socialmente se resalta la importancia del contacto visual, como una forma de comunicación no verbal e interacción. En el caso del trabajo y/o vínculo con la niñez, el ponernos a su altura y mirarles a los ojos es una forma de interacción cercana y de respeto. Por otro lado, la importancia de la mirada física que establecemos con pacientes en crisis, con ansiedades de separación, de castración, de falta, y/o esquizoides, ayuda a tranquilizarlos, esto les apoya a traerlos de vuelta al aquí y ahora “dándoles un arraigo” decimos dentro de la clínica psicoterapéutica.

Sin embargo, para algunas personas el mirar o el “dejarse mirar” no es muy grato y puede ser hasta incomodo, ya que pueden sentirse invadidas, apenadas, agredidas, incomodas, por diferentes circunstancias, ya que la mirada nos confronta con una misma, no es en algunos casos, algo que tenga que ver con la otra persona, sino con algo propio que yo puedo ver a través de la mirada del otro, lo cual por supuesto puede incomodarme, atemorizarme y angustiarme pensando desde mi imaginario que “el otro” puede descubrir quién o qué pienso realmente.

¿Cómo identificar las miradas de acoso?

En otro sentido, si pensamos en las miradas de acoso, claro que se pueden percibir y en este caso, quien acosa sí está comunicando a la persona acosada su lascividad, lo cual es invasivo y violento. En tal sentido, lo que se propone a la víctima en acompañamientos de este tipo, es el contacto zero, el cual es muy amplio pero en lo referente a la mirada, proponemos a las pacientes que han vivido violencia, acoso y/o hostigamiento sexual, el no mirar en la medida de lo posible a su agresor ya que es tal el poder que éste ejerce sobre su víctima que puede manipularla a través de la mirada literalmente.

¿Cómo es la mirada psicoanalítica?

Otra connotación de la mirada es la psicoanalítica donde nos construimos a través de “la mirada del otro” lo cual se reproduce en el trabajo psicoterapéutico. De origen la mirada del otro parte de nuestras figuras madre-padre simbólicas y fundamentales en nuestro desarrollo. La analista sentada detrás del diván ve a su paciente a través de lo que le dice, de los tonos de su voz, de su transpiración, de su posición en el diván, de ahí que no es necesario “mirarse físicamente” ya que la mirada la vamos introyectando durante el proceso psicoanalítico, dejamos de mirar a nuestra analista para mirarnos a nosotras mismas-mismos, y al mismo tiempo, ese movimiento nos permite ver al otro. Nos damos cuenta que la mirada externa que necesitamos, la podemos generar nosotros mismos, ya que está dentro de cada una-uno de nosotros, así una deja de buscar esa mirada fuera de una, lo cual no quiere decir que dejamos de mirar, pero ahora miraremos desde el respeto al otro-otra-otres.

Hay muchas otras formas de mirar, por eso decimos que un análisis en realidad aun cuando “no nos miramos”, es mucho más profundo, porque podemos contactar “mirar” el inconsciente,  escucharlo, e interpretarlo a través de lo que nos dice él-la paciente en palabras, tonos, olvidos, titubeos, enojos, acting out, sueños, pagos extras, no pagos, llegar media hora antes o después a su sesión, querer concluir antes de tiempo su proceso, no terminar su sesión a los 45 minutos, o sentirse especiales por terminarla después de sus 45 minutos, lo cual el paciente puede mirar que todo esto forma parte de él-ella y de dónde viene. 

¿Cuál es e poder de la mirada?

Podemos decir, que el poder mirarse es un regalo, pero también tiene un impacto en las personas, cumpliendo diversas funciones en nuestra vida cotidiana, la mirada seductora, indiscreta, invasiva, lasciva, íntima, triste, amorosa, compasiva, retadora, dominante, curiosa, tranquilizadora, cómplice, de despedida, represiva, entre otras.  Recordemos que hace unos años la mamá con una miradita nos hacía quedarnos en un lugarcito, sin decir una palabra. En el caso de los amantes al besarse se miran invasivamente a los ojos con una necesidad de cercanía, o bien, se besan y cierran los ojos para mirarse dentro de sí. De igual manera en el caso de las personas invidentes, pueden mirar a través de su cuerpo, del resto de sus sentidos, principalmente del tacto, leen a través del sistema braille y desarrollan de una manera diferente sus sentidos a partir de lo cual pueden “percibir” mirar cuando alguien esta intranquilo, ansioso, enojado, gozoso, etc.

Finalmente, algunas frases en torno a la mirada que utilizamos cotidianamente, son las de Friedrich Nietzsche, “si miras durante largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”; Amélie Nothomb, “la mirada es una elección. El que mira decide fijarse en algo en concreto y, por consiguiente, a la fuerza elige excluir su atención del resto de su campo visual. Ésa es la razón por la cual la mirada, que constituye la esencia de la vida es, en primera instancia, un rechazo”; William Shakespeare, “¡oh, pero que amarga cosa es mirar la felicidad a través de los ojos de otro hombre!”; Octavio Paz, “el mundo cambia si dos se miran y se reconocen”; Zygmunt Bauman, “las miradas se encuentran a través de una habitación atestada, se enciende la chispa de la atracción. Conversan, bailan, se ríen. Ninguno está en busca de una relación seria pero de alguna manera una noche puede convertirse en una semana, después en un mes, en un año o en más tiempo. ¿Y desde ti, cuál es el sentido de tú mirar?”.

Norma G. Escamilla Barrientos es licenciada en pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM y tiene maestría en psicoterapia psicoanalítica por el Centro Eleia, A.C.

@EscamillaBarr