Los jóvenes aseveran que el principal reto al que se enfrenta su generación es encontrar trabajo, ya que los empleadores consideran que no tienen experiencia, pese a contar con los conocimientos y habilidades que se les pide. Además, también -algunos de ellos- señalan que sus comentarios u opiniones dentro de sus familias no son tomadas en cuenta por considerarlos pequeños.

Las personas de 15 a 29 años representan el 25% del total de la población en el país, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020. En el Día Internacional de la Juventud, se celebra el 12 de agosto, La Cadera de Eva habló con seis personas jóvenes que cuentan sus experiencias dentro del campo familiar y laboral, todos coinciden en que permea una mirada adultocentrista en los centros de trabajo, es decir, se subestima la opinión y experiencia de las generaciones más jóvenes.

Los seis jóvenes entrevistados, Luis de 24 años, Samantha de 20, Regina y Sarah de 17 e Itzel y Gaby de 30 años señalan que sus opiniones no son tomadas en cuenta en la familia, ya que son considerados “los más chicos”, “no tienen la suficiente experiencia para opinar”, incluso no los creen capaces de tomar opiniones.

Luis, diseñador gráfico de 24 años cuenta que en su familia muchas veces lo han “tirado de a loco” porque supuestamente le falta experiencia", su opinión en casa pocas veces es valorada ya que es el más chico. Lo mismo le pasa a Samantha, quien dice: “muchas veces no se me toma en cuenta porque piensan que no tengo la madurez para dar una opinión”.

Esta situación también la vivió Itzel, quien cuenta que: “cuando era niña subestimaban mi opinión por mi edad, solían no escucharme, castigarme por hablar o ser indiferentes. Me decían que era una contestona solo porque decía lo que pensaba y me hacían la ley del hielo”.

“Nos dicen que no tenemos experiencia”

Luis identifica que esta idea de hacer a un lado a los jóvenes se ve en los trabajos: “en el momento de buscar un trabajo no me lo han dado por la edad, lo relacionan con la falta de experiencia, cuando ni al caso, además de que también no les gusta que alguien más joven sepa más que ellos”.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) en su primer trimestre de 2021, estima una tasa de desocupación de 7% en la población joven (15 a 29 años), cuatro puntos porcentuales más alta que la tasa de desocupación para el conjunto de la población mayor de 29 años (3%).

Gaby, contadora pública y maestra en administración, cuenta que ella vivió discriminación por parte de una Fintech a la que se postuló, pasó cinco etapas y al final le preguntaron si se consideraba apta para el puesto tomando en cuenta su edad.

“Cuando me hicieron esa pregunta respondí que ‘por supuesto, que había comenzado en el ámbito laboral a corta edad mientras estudiaba la universidad y confiaba en mis capacidades de liderazgo’. Me hicieron sentir bastante segura en que me quedaría con el puesto, pero noté que la pregunta era porque les preocupaba que fuera tan joven para un puesto directivo y al final solo recibí un correo en donde me daban las gracias por participar en el proceso de reclutamiento pero que habían decidido elegir a otro candidato con más experiencia”, cuenta Gaby.

Itzel considera que ella no ha vivido como tal discriminación en el área laboral, pero asume que ella misma se ha limitado a tomar puestos altos por subestimarse y no creerse capaz de ejercer el puesto para el que se postula.

“Yo soy grande, tú pequeña, yo tengo la razón y tú no”

¿Recuerdas la película que habla sobre adultocentrismo? Tal vez la conoces mejor como Matilda, una comedia familiar que relata la historia de una niña que a través de los libros, aprendió a utilizar su imaginación para cumplir sus metas. Pero realmente utilizó su inteligencia y valentía para hacerles ver a los adultos que la rodeaban que ella también era válida en el mundo.

“Yo soy grande, tú pequeña. Yo estoy bien, tú estás mal. Yo soy listo, tú tonta… ¡Y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo!”, fue lo que el padre de Matilda le dijo para hacerla entender que ella no podía opinar sobre ningún tema mientras no fuera una adulta.

El adultocentrismo habla de una relación de poder entre los diferentes grupos de edad que son asimétricos y están a favor de los adultos, e decir, los ubican en una posición de superioridad, se cree que la opinión de los jóvenes o menores tiene menos valor frente a la de un adulto.

Aunque esta frase es parte de una película de ficción, se acerca más a la realidad que viven las y los jóvenes, donde sus opiniones no son válidas hasta que son considerados personas adultas. Este es el caso de Regina y Sarah, dos adolescentes de 17 años que, a pesar de estar próximas a ser “adultas”, aún se enfrentan con el adultocentrismo.

“Desde que recuerdo, siempre que estoy hablando con cualquier persona de mi familia e incluso con mi mamá, parece que sólo me oyen por cortesía, ni siquiera porque les interesa lo que les estoy diciendo o simplemente no toman como válido lo que les comento”, dice Regina.

Ella está en proceso de decidir cuál carrera profesional le agrada, además tiene la meta de estudiar en el extranjero. Por ello, inició con la búsqueda de los recursos necesarios para lograrlo. También se considera feminista, lo que le trajo un constante cuestionamiento por parte de su familia sobre sus creencias y su proyecto de vida.

“Cuando hablo de las decisiones que estoy tomando en esta etapa, las descalifican; me dicen que no lo voy a lograr, que al final voy a terminar haciendo lo que ellas o ellos piensan. Me dicen que lo que planeo, no los voy a poder hacer porque aún estoy muy chica”, cuenta en entrevista para La Cadera de Eva.

Al respecto, Sarah de 17 años y amiga cercana de Regina, también reconoce que el adultocentrismo es uno de los retos a los que enfrentan como jóvenes, sobre todo en una época donde a través de internet, pueden acceder a cualquier información de forma inmediata: “nos da más libertad para crear nuestras propias opiniones más allá de lo que nos dice la famillia”, comenta.

“El problema con los jóvenes, es que los adultos no les dan el crédito que merecen porque ahora tenemos mayor información al alcance de las manos. No nos reconocen como personas que somos capaces de tomar decisiones importantes, que pensamos y opinamos. Y que hoy en día, tenemos la oportunidad de hacer las cosa de forma más fácil de lo que les tocó a ellos, y eso no está mal”, afirma Regina.

Así como a Matilda se le enseña que los adultos son los que siempre tienen la razón en todo, las y los jóvenes también han aprendido que a las personas de generaciones más grandes no se les cuestiona en absoluto. Sin embargo, los movimientos sociales, como el feminismo, han generado mayor conciencia sobre los derechos humanos, la dignidad  y el respeto desde las generaciones más viejas hasta las más jóvenes, de acuerdo con expertas.

¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan los jóvenes?

Las entrevistadas coinciden que uno de los principales retos para los jóvenes es encontrar trabajo y con paga justa: “te enfrentas a la limitante de no tienes experiencia, no te contrato y si no te contratan cómo tendrás experiencia”, dice Gaby.

“Creo que en la actualidad es complicado para una empresa o negocio que consideren a un joven como capacitado en puestos de alto mando, y no porque no tengan las capacidades, sino porque se tiene ese sentimiento de si a mí me costó escalar por qué a otros no”, reflexiona.

Luis coincide con lo mismo: “algunas empresas buscan personas jóvenes con 5 años de experiencia, con un CV impecable pero el contexto para todos los jóvenes es distinto, no puedes pedirle a un joven en una situación vulnerable que sacó con dificultades una carrera que tenga esos 5 años de experiencia con un manejo de programas al 100%, es ilógico”.

“Otro reto es la mala paga y el trato tan violento que imponen algunas empresas, que bueno eso siempre ha pasado, pero siento que, en caso de nosotros, se aprovechan porque estamos ‘chiquitos’", dice Luis.

“Por ser jóvenes creen que somos inexpertos, que falta madurez o que no podemos hacer ciertas cosas porque tal vez como somos parte de otra generación tenemos puntos de vista distintos a las otras generaciones, que están como en la cabeza de muchos espacios en donde en donde tenemos que laborar o en donde en donde hacemos nuestras actividades”, comparte Samantha.

Y por último, sería el adultocentrismo, me ha tocado que mis jefes me traten mal (violencia verbal) porque les enoja que en algunas cosas sepa más que ellos, te ponen el pie para que ya no puedas crecer laboralmente, no entienden que todos somos un equipo, que estamos ahí para apoyarnos y salir adelante con el proyecto.