En algunas familias aún predomina el pensamiento de que “las nalgadas se deben dar en su momento”, es decir, que una nalgada educa, según el conocimiento popular. Sin embargo, una investigación de Harvard señala que este acto es un tipo de agresión y tiene un impacto en el cerebro de los menores, similar a quienes vivieron abuso sexual.

Lo que encontraron fue que los niños que habían sido regañados con nalgadas, tenían más probabilidades de desarrollar ansiedad, depresión, problemas de conducta y otros problemas de salud mental.

“Muchas personas no piensan en las nalgadas como una forma de violencia”, dijo Katie A. McLaughlin, psicóloga clínica.

En el estudio se encontró que los niños que había sido violentados de esta forma tenían una mayor respuesta neuronal en múltiples regiones de la corteza prefrontal, incluso en regiones que forman parte de la prominencia.

¿De qué va el estudio?

Se analizaron datos de un gran estudio de niños de entre 3 y 11 años; se enfocaron en 147 niños alrededor de los 10 y 11 años que habían sido reprendidos con algún castigo físico.

Los niños fueron expuestos a rostros de actores que tenían expresiones “temerosas” y “neutrales”. Un escáner capturó la actividad cerebral de los niños al estar expuestos a estas imágenes.

La reacción de los niños

“En promedio, en toda la muestra, las caras temerosas provocaron una mayor activación que las caras neutras en muchas regiones del cerebro... y los niños que recibieron nalgadas demostraron una mayor activación en múltiples regiones de PFC a las caras temerosas en relación con las neutras que los niños que nunca recibieron nalgadas, ”, escribieron los investigadores.

También se encontró que la reacción de los niños que habían sido víctimas de violencia física era similar a aquellos que vivieron abuso sexual.

“Es posible que no conceptualicemos el castigo corporal como una forma de violencia, en términos de cómo responde el cerebro de un niño, no es tan diferente al abuso", dijo McLaughlin. 

“Es más una diferencia de grado que de tipo”, dijo la psicóloga McLaughlin.

El conclusión, Jorge Cuartas, otro de los investigadores asociados, señaló: “es importante considerar que el castigo corporal no afecta a todos los niños de la misma manera, y los niños pueden ser resilientes si se exponen a posibles adversidades”.

El objetivo es que se tome consciencia de que las nalgadas son un tipo de violencia y pueden tener consecuencias en la salud mental de los menores.