En los últimos años, el reggaetón ha tomado gran fuerza por todo el mundo, este ritmo latino se ha posicionado como uno de los movimientos más grandes y, obviamente, ha sido criticado por muchas personas que prefieren otro tipo de música. Según grupas feministas, el reggaetón se ha convertido en una oda a la libertad sexual femenina, es por ello que cada vez se ven más hombres preocupados por todo el machismo que baña este ritmo, pero no sucede así cuando se habla de metal, cumbias o indie rock, ¿por qué?

Según la etnomusicóloga española Silvia Martínez, todos los géneros musicales tienen machismo dentro de sus letras algunos incluso de manera más explícita que el reggaetón; existen canciones de rock que hablan abiertamente de feminicidios, trovas que endulzan el amor romántico, salsas que cuentan la muerte de personas con VIH y todas ellas son aceptadas socialmente, entonces, ¿por qué sólo se rechaza el reggaetón?

La carga racista y clasista del reggaetón

Si bien no se puede negar que existe un machismo muy marcado en el reggaetón, una de las causas del rechazo de éste es, según Silvia que, por un lado, molesta a los sectores más conservadores con unas letras y movimientos de baile que se consideran obscenos, la aparente simplicidad de su música y la “vulgaridad” de sus letras hace que los intelectuales se lleven las manos a la cabeza, pero, por otra parte, el rechazo hacia este género también está teñido de clasismo y racismo.

Es así como Laura Schroeder explica que, aunque tiene varias raíces, se dice que el género comenzó en Panamá, donde el hip hop en español y el reggae jamaiquino se unieron. Sin embargo, se asocia más con Puerto Rico, donde apareció como un estilo de música clandestina en los años 80, y desde ese entonces, continuó ganando seguidores. A principios de la década del 2000, el género se había vuelto popular en todo el continente americano y había entrado en los listados musicales de Estados Unidos.

Es así, como en algunos países se le ha categorizado de “clase baja” y ha servido como otro indicativo de la división económica y social entre clases y no fue hasta que las clases sociales más altas y blancas lo aceptaron que comenzó a popularizarse como una música para bailar.

Las mujeres como sujetas con deseos

Según grupas feministas, el reggaetón es un género que puso en discusión el derecho de las mujeres a tener una sexualidad abierta y vivirla con su consentimiento, del mismo modo reconoció que las mujeres no son simples objetos para admirar y que cualquier hombre espera conquistar, sino que tienen deseos sexuales y el derecho de sentir placer. El reggaetón surge permeado de la revolución sexual que se cargaba desde los años 60 y el perreo se convierte en una manera de visibilizar la sexualidad de las mujeres ya que sin espacios donde mostrar esa sexualidad, esto se convierte en la única alternativa para escapar de la “pureza” y “castidad” que el patriarcado ha impuesto.

@tengo.tres.nombres Responder a @dante_divino_comediante Ojala fueran así de identificando el machismo con sus amigos #reggaeton #perreo #feminista #fypage ? Yo Perreo Sola - Bad Bunny

De esta forma, distintas cantantes feministas se han reapropiado del género y del perreo para convertirlos en espacias donde las mujeres pueden reconocer su derecho a sentir placer y su cuerpa. Según Karen Santiago, Elegir el goce de las cuerpas es y será transgresor en un sistema que está diseñado para oprimir y violentar a las mujeres, es por ello que el trasero es también un territorio político y un espacio de resistencia.

Así mismo, Karen comenta que cuando se elige mover el trasero, se elige la provocación. Pero además se trastocan muchas cosas: es siempre una resistencia al “deber ser”. Y, en muchos sentidos, es una transgresión al “no-ser”. Es decirle al mundo que las mujeres están ahí, que van a mover la cola y, además, les va a gustar. Perrear es un acto que representa la marginalidad y la transgresión, cuando las llaman putas o vulgares es la manifestación de un mecanismo que busca estigmatizar y castigar, un intento para que regresemos al “deber ser”.

Las grupas feministas no niegan las letras machistas que existen en este género y les parece importante seguir visibilizándolas para así crear nuevas narrativas, pero éste género se ha convertido en un territorio de defensa del consentimiento y el reconocimiento de las cuerpas y, del mismo modo, el perreo se baila con la consciencia de que éste transgrede el estatus patriarcal al que han sido sometidas las mujeres.