La imagen típica que se tiene de un soldado es la de un hombre adulto, fuerte, uniformado y portando un arma. Sin embargo, esta no siempre es la realidad. Tanto mujeres, como niñas y niños han formado parte de los ejércitos y grupos armados a lo largo de la historia e incluso los han sostenido económicamente y cubierto labores domésticas y de salud. También, niños y niñas han participado en campañas militares, fungido como mensajeros y, más recientemente, cometido ataques suicidas. Hoy en día, se calcula que más de 300,000 niñas y niños pertenecen a fuerzas armadas activas en 18 conflictos en todo el mundo. Las niñas constituyen aproximadamente el 40%.

Hasta 2007, la Organización de las Naciones Unidas identificaba a estas niñas como “niñas soldado”. Esta categoría muchas veces excluía a un gran número que, aunque no combatían, pertenecían a fuerzas armadas y realizaban actividades de apoyo, como cocinar, limpiar, cuidar a niños más pequeños, dar asistencia médica y servicios de transporte y traducción. Es por eso que ahora se les conoce como “niñas asociadas a fuerzas o grupos armados”, término que comprende también a niñas que incluso nacen dentro del grupo, por lo que abarca todas las edades.

La preferencia de los grupos armados por los menores de edad se debe a que no resultan sospechosos, se pueden escabullir rápidamente por su tamaño y agilidad, y se les puede manipular o engañar fácilmente. De hecho, hay niños que muchas veces no son conscientes del riesgo que corren al combatir. Les hacen creer, por ejemplo, que si se untan aceite de coco en el cuerpo estarán protegidos contra las balas enemigas. A diferencia de los niños, las niñas son elegidas, además, por razones sexuales y de reproducción, incluido el alto valor que se le adjudica en algunas culturas a la virginidad femenina.

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Reclutamiento

Además del reclutamiento tradicional de los ejércitos nacionales que admiten a menores de 18 años, otros grupos armados utilizan diferentes tácticas de “reclutamiento”. Lo escribo entre comillas porque, aunque sí llega a suceder, no es muy común que una niña decida de manera completamente voluntaria entrar a un grupo armado. De hecho, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) considera que “el reclutamiento de menores de 18 años en grupos armados es siempre producto de una acción forzada”. Muchas veces, toman la decisión de unirse porque no ven otra alternativa ante la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades que el mismo conflicto ha ocasionado. Y es mucho más común que se les atraiga con engaños, ofreciéndoles comida, por ejemplo, o que sean secuestradas, en ocasiones incluso de manera masiva.

Salud física y mental

Desde su ingreso, las niñas viven agresiones físicas, psicológicas y sexuales que impactan enormemente en su salud. Es común que se les obligue a cometer actos de violencia contra sus propios familiares y amigos antes de ser secuestradas, y no obedecer las reglas del grupo siempre conlleva castigos como la tortura o la violación sexual que además se realizan de manera pública, por lo que las restantes niñas se ven obligadas a presenciarlo. Además de las actividades de apoyo que realizan las niñas, muchas veces son entrenadas para combatir. Los entrenamientos son arduos y rigurosos y pueden durar más de 7 horas al día. También, es muy común que se les obligue a emparejarse o casarse con soldados adultos. En Uganda, un objetivo importante de contar con niñas era que pudieran tener hijos, y así, aumentar el número de soldados, por lo que se buscaba embarazarlas. Por el contrario, en Colombia, el objetivo era únicamente sexual y se les obligaba a tomar anticonceptivos y abortar en caso de embarazarse. Todas estas circunstancias aunadas a la situación de conflicto y la falta de higiene en la selva, que es donde suelen vivir, deriva en problemas serios de desnutrición, heridas, enfermedades e incluso discapacidades, además de los traumas que genera la violencia que viven día a día.

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Regreso a la vida civil

Dependiendo del conflicto, hay niñas que han logrado escapar y regresar a sus comunidades. También se ha dado el caso de que las autoridades estatales las encuentran y las rescatan o que son liberadas después de un pacto con los grupos armados. Se considera que, a diferencia de las personas adultas, niños y niñas deben ser extraídas del grupo armado en cualquier momento y no esperar a que el conflicto concluya. Sin embargo, lo más común es que justo esto último suceda. No obstante, estas niñas muchas veces han quedado al margen de los programas de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) que se dan al término del conflicto, al no ser reconocidas oficialmente como combatientes o no tener armas para comprobar que lo fueron. Esto implica consecuencias a largo plazo, pues limita las oportunidades de participar en programas paralelos o subsecuentes de organizaciones no gubernamentales que piden comprobar haberse desmovilizado a través de los programas gubernamentales. 

También puede suceder que no sean atendidas como menores de edad por estar embarazadas o tener hijos, lo cual en algunas culturas es equivalente a ser adulta. Asimismo, los niños asociados a grupos armados suelen regresar a sus comunidades y ser vistos como héroes que simbolizan lo que se considera la masculinidad ideal, cuyo máximo representante es un soldado que protege a los débiles; es decir, a las mujeres e infantes. Por el contrario, las niñas traen consigo una deshonra que afecta a la familia entera. Y es por esto que muchas veces son rechazadas por sus propias familias. Es así que las niñas asociadas a grupos armados inician su pertenencia al grupo de manera desigual y la terminan del mismo modo.

En los últimos años, los programas de DDR han evolucionado; algunos ya no requieren de la entrega de armas y se han hecho mucho más accesibles para las niñas. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer y por entender sobre la mejor manera de apoyarlas en su proceso de integración a la sociedad civil de manera que tengan suficientes recursos (no económicos, únicamente) para sobrepasar los obstáculos que se les presenten.

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Referencias

1. Cohn, C. (2013). Women and Wars: Contested Histories, Uncertain Futures. [Mujeres y guerras: historias disputadas, futuros inciertos]. Cambridge: Polity Press.

2. Dallaire, R. (2011). They Fight Like Soldiers, They Die Like Children. [Luchan como soldados, mueren como niños]. Nueva York, NY: Walker Publishing Company, Inc.

3. Keairns, Y. E. (2003). The Voices of Girl Child Soldiers. Colombia. [Las voces de las niñas soldado. Colombia]. Oficina Cuáquera ante las Naciones Unidas. Disponible en https://quno.org/resource/2003/1/voices-girl-child-soldiers

4. Robison, M. (2018). 10 Shocking Facts About Child Soldiers. [10 hechos impactantes sobre los niños soldado]. El Proyecto Borgen. Disponible en https://borgenproject.org/shocking-facts-about-child-soldiers/

5. UNICEF México. (2020). Rechaza UNICEF reclutamiento de niños en grupos armados. Disponible en https://www.unicef.org/mexico/comunicados-prensa/rechaza-unicef-reclutamiento-de-niños-en-grupos-armados

6. UNICEF. (2007). The Paris Principles. Principles and Guidelines on Children Associated with Armed Forced or Armed Groups. [Los principios de París. Principios y Directrices sobre los Niños Asociados a Fuerzas Armadas o Grupos Armados]. Disponible en https://www.unicef.org/mali/media/1561/file/ParisPrinciples.pdf

Paloma Pineda Sacristán 

Es licenciada en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; se encuentra cursando una maestría en Gestión del Desarrollo Sostenible en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Rhein-Waal en Alemania. Es becaria del Instituto Mora y su línea de investigación se centra en temas de género, paz y seguridad, con un enfoque especial en la violencia de género y la posguerra.