La acelerada digitalización puesta en marcha en respuesta a la pandemia por COVID-19 ha corroborado que a medida que más mujeres y niñas se vuelcan a los espacios digitales la ciberviolencia de género aumenta, poniendo en evidencia que las desigualdades estructurales de género que atraviesan todas las sociedades también se reproducen en el ciberespacio.

A la fecha, esta forma de violencia de género se ha convertido a nivel internacional en uno de los temas de derechos humanos de las mujeres y las niñas de mayor complejidad ante la casi nula información sobre sus características y la falta de herramientas jurídicas adecuadas para brindar protección a las víctimas.

En el informe sobre Ciberviolencia y Ciberacoso contra las mujeres y niñas en el marco de la Convención Belém Do Pará, ONU Mujeres ha documentado que el 90% de las víctimas de la distribución no consentida de imágenes íntimas son mujeres, quienes tienen 50% más probabilidades que los hombres de ser víctimas de suplantación y robo de identidad en línea.

Ciberviolencia de género 

La violencia de género en línea o facilitada por las nuevas tecnologías es un acto de discriminación ejercido con la intermediación de las TIC que afecta principalmente a mujeres, adolescentes y niñas, a personas integrantes de la comunidad LGBTIQ+ a cuerpos o identidades que no cumplen con los estereotipos de género basados en directrices heteronormativas. Esta violencia se dirige en contra de integrantes de tales grupos a partir de su sexo, orientación sexual o identidad de género acarreándoles efectos desproporcionados.

Los niveles de violencia de género en línea han sido particularmente evidentes ante la acelerada digitalización propiciada por las medidas de confinamiento y distanciamiento social adoptadas a propósito de la pandemia del COVID-19. Reportes han comprobado que la red internacional de trata de personas (cuyas víctimas son en un 80% mujeres y niñas, número que asciende a 95% en los casos de explotación sexual) ha desarrollado un nuevo modus operandi cibernético en el que internet es utilizado como una herramienta para el reclutamiento, venta, publicidad y/o la explotación de mujeres y niñas.

Se ha reportado un incremento del abuso de género en línea de hasta el 38%,siendo común la distribución no consensuada de imágenes íntimas y de actos de sextorsión, ciberhostigamiento y ciberacoso, violencia sexual en línea, así como actos de grooming y explotación sexual facilitada por las TIC en contra de mujeres y niñas.

¿Quiénes comparten, distribuyen y difunden las imágenes?

Diversos estudios consultados para la elaboración de este informe han documentado un patrón que revela que, si bien los responsables de la violencia de género en línea poseen una gran diversidad de perfiles y características, en su mayoría, tienen una identidad masculina.

Los atacantes incluyen parejas y exparejas sentimentales, amistades, compañeros de trabajo o de clase, miembros de familia, desconocidos o individuos conocidos sólo en línea, cada uno de los cuales cuenta con motivaciones diferentes para ejercer la violencia. 

Estudios indican que aproximadamente 40% de las víctimas conocían a sus agresores en línea y que, en un tercio de los casos, los agresores tenían o habían tenido una relación íntima con la víctima.

Complejidad del ciberacoso y ciberviolencia 

A la fecha, esta forma de violencia de género se ha convertido a nivel internacional en uno de los temas de derechos humanos de las mujeres y las niñas de mayor complejidad ante la casi nula información sobre sus características y la falta de herramientas jurídicas adecuadas para brindar protección a las víctimas.

La ciberviolencia de género en contra de las mujeres y las niñas es todavía un campo relativamente inexplorado y sobre el cual se posan múltiples interrogantes. Este tipo de agresiones y abusos basados en el género no han sido aún completamente conceptualizados y la clasificación de aquellas conductas que constituyen violencia digital de género contra las mujeres y las niñas tampoco ha sido profusamente explorada, encontrando múltiples disparidades en la terminología utilizada en este tema.

La violencia en línea en contra de las mujeres no es un hecho ocasional o episódico, sino que se sitúa dentro de patrones sociales más amplios de poder y desigualdad de género en contra de las mujeres y las niñas que ya existían antes de la llegada del internet y que ahora, simplemente, se han entrelazado e interactuado con las nuevas tecnologías. 

Como lo ha señalado la REVM-ONU, internet se está utilizando en un entorno más amplio de discriminación y violencia por razón de género, generalizado, estructural y sistemático contra las mujeres y las niñas, que determina su acceso a Internet y otras TIC y su uso de estas. 

La ciberviolencia en contra de las mujeres y las niñas tiene su origen y es consecuencia de la creación y normalización de estereotipos de género, los cuales están vigentes y se multiplican en espacios e interacciones digitales. Además, esta violencia también encuentra sus raíces “en factores relacionados con el género, como la ideología del derecho y el privilegio de los hombres respecto de las mujeres, las normas sociales relativas a la masculinidad y la necesidad de afirmar el control o el poder masculinos.

CON INFORMACIÓN DE CIBERVIOLENCIA Y CIBERACOSO CONTRA LAS MUJERES Y NIÑAS EN EL MARCO DE LA CONVENCIÓN BELÉM DO PARÁ