Como hija de profesores normalistas cercanos a las luchas sociales, Yndira Sandoval estuvo rodeada, desde su infancia, de ejemplos de activismo social. Hoy trabaja en favor de los derechos humanos de las mujeres y es fundadora de la organización Las Constituyentes Feministas, desde donde ha impulsado iniciativas como la  Ley 3 de 3 contra la violencia, que jugó un papel importante en las últimas elecciones del país. 

“Crecí en un contexto muy politizado, soy hija de dos profesores normalistas disidentes cercanos siempre a la lucha y la causa social, no necesariamente con toda la conceptualización que me tiene hoy como feminista, pero sí como defensora de derechos humanos”, dijo Yndira en entrevista para La Cadera de Eva

Yndira Sandoval. Fotografía tomada de internet. 

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Yndira es feminista, defensora de derechos humanos y activista política. Egresó de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública, y cuenta con estudios en Antropología Social por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

Es consultora especializada en temas de género, derechos humanos de las mujeres y procesos comunitarios para la construcción de paz y democracia. Sus publicaciones y metodologías giran en torno al empoderamiento de las mujeres y la erradicación de la violencia, así como el modelo de implementación de la paridad de género. 

Además de ser fundadora de Las Constituyentes Feministas, ha colaborado en espacios como la Articulación Nacional TODAS Mx, la Red Nacional de Feministas #NosotrasTenemosOtrosDatos y la RED SEGURIDAD JUSTICIA Y PAZ.

Defender los derechos humanos de las mujeres

Para Yndira Sandoval, ponerse las gafas violeta es parte importante de su labor social. La perspectiva feminista acompaña todos sus proyectos, está comprometida con el movimiento feminista que en la actualidad tiene pendientes muchos caminos por recorrer en México. 

“No todas las feministas son defensoras de derechos humanos y no todas las defensoras de derechos humanos son feministas”, afirma Yndira.

“No hay una instancia que otorgue los carnets de defensoras de derechos humanos. Considero que toda mujer que defienda un derecho humano por el simple hecho de hacerlo, de visibilizar, de promoverlo, de protegerlo, de divulgarlo, de generar acciones frente a las distintas instancias del estado para su protección y garantía, es en sí misma una defensora de derechos, humanos aunque no necesariamente así se asuma”, enfatizó.

El año pasado Yndira fue nombrada por el Centro de Mujeres Americas como Mujer Líder de las Américas 2021, por su trayectoria como activista y defensora de los derechos humanos de las mujeres.

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“Recibimos agresiones de manera directa por el hecho de ser mujeres”

Yndira Sandoval, como muchas otras activistas en México, ha experimentado la violencia, discriminación y desprestigio. En nuestro país, las mujeres que defienden los derechos humanos están expuestas a un doble riesgo: el riesgo por ser activistas y el riesgo por ser mujeres. 

“Quienes nos asumimos como defensoras de derechos humanos recibimos agresiones de manera directa por el hecho de ser mujeres. Las principales agresiones son una serie de violencias estructurales, sistemáticas, de violencia política y de violencia institucional”, asegura Sandoval.

Desde su perspectiva y experiencia como defensora de derechos humanos, afirma que en México hace falta una política pública que promueva el fortalecimiento y reconocimiento del trabajo de las activistas.

“Uno de los grandes pendientes está en el marco jurídico de violencia política contra las mujeres por razones de género, ya que allí no estamos consideradas las activistas y las defensoras de derechos humanos”, señala Yndira.

“La participación política también nos incluye a las defensoras de derechos humanos, a las activistas, a las periodistas, a las universitarias, a las sindicalistas, es decir, no solamente a funcionarias, a candidatas y a militantes. Allí hay un gran pendiente para que las defensoras de derechos humanos podamos ser protegidas por este marco jurídico, pero en general por el Estado. En segundo lugar, no hay una política pública que promueva el fortalecimiento de nuestro trabajo, que lo reconozca como tal”, agregó.

Según explicó la activista, un ejemplo de violencia institucional a la que han sido sometidas las defensoras de derechos humanos, las organizaciones de la sociedad civil, las colectivas y las activistas, es la circular número 1 del Gobierno Federal donde, asegura, se generó una instrucción institucional que desconoce el aporte de la sociedad civil organizada (incluyendo a las defensoras de derechos humanos) en la vida democrática del país. “Mandató que no se ejerza ni se destine presupuesto para nuestro trabajo”, enfatizó. 

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“También, las agresiones provienen de los medios de comunicación, de los gobiernos, de la ciudadanía en general, porque por ejemplo, si colocamos que hemos sido perseguidas de manera institucional por el Estado, también eso se presta a que seamos nosotras blanco y centro de cierto tipo de violencias que vulneran nuestros derechos humanos de manera general”, dijo Yndira. “Ello, además de la falta de presupuesto y política pública, que promueva y fortalezca nuestro trabajo”, agregó.

Violencia contra las defensoras de derechos humanos en México

De acuerdo con información de la organización PBI México, los altos índices de violencia contra las mujeres que se presentan en México son un indicador de los riesgos a los que las mujeres activistas están expuestas. 

“Las mujeres defensoras de derechos humanos en México enfrentan un doble riesgo al realizar su trabajo: por defender los derechos humanos y por ser mujeres. A los altos niveles de violencia, que inhiben su participación en la vida pública, se suman estereotipos y normas culturales que cuestionan la actuación política y social de las mujeres”, asegura la organización PBI México.

A pesar de que en nuestro país las mujeres activistas han jugado un papel fundamental en la promoción de la justicia social, la paz y los derechos de las mujeres, enfrentan día con día un entorno hostil para la realización de su labor social. Según datos de PBI México, “el acoso y la difamación pública contra mujeres defensoras suelen ser el inicio de una serie de violencias psicológicas, físicas y sexuales”.

En muchas de las ocasiones la violencia no se detiene allí, sino que sus hijos, hijas y familia en general también son amenazadas. 

Según PBI México, de fines de 2012 al primer semestre de 2017, se registraron 280 agresiones contra mujeres defensoras, 15 ejecuciones extrajudiciales y al menos cuatro víctimas de desaparición forzada. De 1,037 personas defensoras afectadas por violaciones en este periodo, el 27% fueron mujeres. La detención arbitraria y el hostigamiento fueron las violaciones más comunes, seguidas de amenazas de muerte y actos de vigilancia.

Ser defensora de derechos humanos en uno de los países más peligrosos para las activistas

“Nuestro país es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo y la defensa de derechos humanos”, asegura Yndira Sandoval, quien además enfatiza los distintos recortes presupuestales a los que ha sido sometido el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.

“No se cuenta con personal especializado, con una visión desde el marco de derechos humanos que apunte de verdad al asunto de reducción de riesgos”, afirma Yndira. “En el último año se han abierto muchísimos más expedientes y más incorporaciones de defensoras de derechos humanos, especialmente mujeres, al mecanismo de protección de defensoras de derechos humanos, agregó.

Para Yndira, el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas requiere una visión en favor de la reducción de riesgos.

“Creen que deben blindarnos en una esfera de metal; cada que yo denunciaba un asunto de riesgo, de analisis de contexto, de condiciones que vulneran mi quehacer en la defensa de derechos humanos, me ponían una chapa nueva, una reja nueva, una lámpara nueva, una escolta, pero nunca vieron que el tema del acceso a la justicia, de visibilizar nuestro trabajo, de generar políticas públicas que fortalezcan nuestro trabajo y que nos coloquen como sujetas de cambio, como agentes de cambio en una vida democrática”, dijo la activista.

“Hace falta una política pública, un presupuesto etiquetado, un modelo de atención para la violencia que vivimos las defensoras de derechos humanos. No es que tengamos derechos especiales, pero si tenemos daños específicos”, enfatizó.

Además, la defensora de derechos humanos señaló la falta de acceso a un modelo especializado para la atención integral de las activistas que se encuentran en riesgo, en términos generales, la creación de un modelo de protección para defensoras de derechos humanos con perspectiva de género. 

“Que se coloque las gafas violetas para ver que el hecho de ser mujeres implica un riesgo doble”, dijo Yndira. “Tenemos derecho a defender derechos”, enfatizó.

Las 4 D de las defensoras

Para Yndira Sandoval es de suma importancia que las defensoras de derechos humanos cuenten con las herramientas necesarias para la protección de sí mismas en la realización de su trabajo, por ello, recomienda aplicar “las 4D de las defensoras”:

1. Documentar todo lo que suceda

2. Denunciar siempre, “nuestra voz es nuestra principal herramienta”, asegura. 

3. Defender los derechos humanos, teniendo en la mano el marco jurídico, “nuestra capa y nuestro escudo es la legislación que nosotras mismas hemos creado porque el marco jurídico de derechos humanos que tenemos ha sido gracias al movimiento feminista y al movimiento amplio de mujeres, especialmente a las defensoras de derechos humanos”, enfatizó. 

4. Defender los derechos humanos con dignidad, “eso tiene que ver también con que se rompa el pacto de impunidad de las instituciones, no se nos puede ir la vida defendiendo nuestros derechos humanos, politicemos el autocuidado”, señaló.  

“No hay que hacerle la chamba al Estado, ese Estado que nos criminaliza, nos persigue, nos desconoce y nos vulnera, cuando es el Estado mismo quien tiene la responsabilidad convencional y constitucional de proteger a quienes defendemos los derechos humanos”, dijo Yndira.

“¡Qué vivan las defensoras de derechos humanos! y digo que vivan no sólo como una consigna para reconocer su trabajo, sino porque vivas nos queremos y es inadmisible que en un régimen que se jacta de ser democrático, la defensa de los derechos humanos implique un riesgo de vida permanente”, concluyó.