Querida feminista blanca:

Odiar al reggaetón no te hace más feminista, pero si más racista.

Ah, sí, nos gusta provocar, pero déjame dar un poco de contexto a esta frase.

A pesar del hecho de que muchos dicen que la comercialización relativamente reciente del reggaetón ha resultado en un cambio en el tono de muchas canciones exitosas (piense en la seducción romántica en lugar de la cosificación), no obstante, se lo condena y se lo ha etiquetado como "de clase baja" en varios países y ha actuado como un indicador más de las divisiones económicas y de clases sociales. El reggaetón, que ha sido tildado de vulgar y de baja calidad, ha sido prohibido de la transmisión pública en lugares como Cuba, quizás la crítica más frecuente dirigida hacia él.

Un ejemplo fácil:

La canción de Nicky Jam, “Hasta el amanecer”, es sorprendente, gracias al video musical, que muestra al artista persiguiendo a una mujer en una lavandería y rogándole que vuelva a casa con él.

Sin duda, la mujer ha sido cosificada o degradada en prácticamente todos los géneros musicales, el reggaetón no es una excepción en este sentido, la representación de la mujer y su cuerpo en la ópera ha sido incluso tildada de misógina, sin embargo, están surgiendo remedios como la voz femenina. se afirma cada vez más dentro del género.

El reggaetón, como muchas otras formas de música negra, cuenta con una diversidad de mujeres negras pioneras que pasan desapercibidas para el público en general. La legendaria Ivy Queen, La Zista, Lisa M, Jenny La Sexy Voz y, más recientemente, Goyo, son los nombres de mujeres negras resuenan más allá de nuestra conciencia colectiva. Son la parte inaudita de la historia del sonido que las masas blancas ignoran. La verdad es que el reggaetón siempre ha sido negro, y depende de nosotros traer a estas mujeres al frente.

Cierta agudeza en el ritmo deja escuchar un trauma multigeneracional más profundo experimentado por las mujeres y los niños africanos esclavizados. Es un trauma que representa una memoria cultural colectiva forzada a un estado de resiliencia transformadora por generaciones de mujeres africanas esclavizadas que se atrevieron a sobrevivir. Sus vientres oscuros y llenos de enfermedades de los barcos esclavistas atravesaron el Atlántico contra viento y marea. En Jamaica, los negros usaban la música para estudiar el suelo y la danza era conocimiento. Las canciones de adoración, celebración, trabajo y dolor de África occidental encontraron una diáspora de Cuba, Haití, República Dominicana, Puerto Rico, Brasil y las Colonias.

Sí, el reggaetón puede ser machista, como cualquier otra forma de música sobre la faz de la tierra. De hecho, es una expresión del estatus del mundo. El patriarcado es un sistema de opresión, pero el racismo también lo es. Tenemos que ponerle más atención.

Jennifer Rubio, mejor conocida como Ciguapa, es una educadora y escritora dominicana. Divulga sobre antirracismo y feminismo a través de las redes sociales y ha trabajado como profesora de música en República Dominicana.

Twitter: @soyciguapa