La violencia es una especie de nube que se esparce en cada uno de nuestros poros, aunque podamos olerla, sentirla, incluso a veces verla, cuesta trabajo nombrarla. En palabras de Nilda Chiraviglio, psicoterapeuta y escritora, “estamos construidos desde la violencia, la hemos naturalizado”, dice en el foro Violencia doméstica, violencia feminicida y el mito del amor romántico.

Las cifras demuestran lo que la especialista Nilda Chiraviglio enuncia, el 70% de las mujeres han vivido violencia, es decir 7 de cada 10 la han padecido y de éstas, 51.6 % ha padecido violencia psicológica, 49.7 % violencia sexual y 34.7% violencia física, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021.

La violencia contra las mujeres aumentaron 4 puntos porcentuales de 2016 al 2021, las entidades con más violencia son Estado de México (78.7%), Ciudad de México (76.25) y Querétaro (75.2%). ¿A qué se debe el aumento de la violencia? En palabras de Nilda Chiraviglio, ésta corresponde a cuatro grandes paradigmas que se entrelazan con el mito del amor romántico:

  1. Jerarquía: dentro de las relaciones por lo regular uno domina y otro se somete, esto se refleja tanto en la relación con las mascotas, perros, hijos; nuestro comportamiento dentro de estos campos refleja el nivel de violencia que practicamos y aceptamos.
  2. Confrontación: Cuando se busca la razón, aunque para la doctora Chiraviglio la razón no existe porque la realidad no existe, “lo que pasa afuera pasa por nuestra interpretación de vida e interpretamos lo que está pasando”.
  3. La competencia: cuando se replica el pensamiento de “tengo más hago más, digo más, hago más que tú idiota”, dice la especialista.
  4. La exclusión: esta opera cuando se piensa “no piensas igual que yo, te desaparezco, te excluyo, te mato”.

¿Cómo confrontar a la violencia contra las mujeres?

La violencia tiene solución a partir de mirar desde otro punto estos paradigmas, al respecto Nilda Chiraviglio señala que se puede erradicar cuando:

“Valoro al otro, dejo de confundir la autoridad con autoritarismo. Si hoy en vez de decir que la sexualidad exclusiva es una condición, digo que la sexualidad exclusiva es el resultado de la relación de pareja que construyo cada día, la construyo con el tiempo y en el tiempo. Si hoy puedo decir que el orgasmo me vale gorro, que perseguir el orgasmo es lo mismo que perseguir la sexualidad exclusiva, el orgasmo es el resultado de un encuentro maravilloso, no el objetivo”.

Nilda Chiraviglio nos invita a mirar desde dentro y dejarnos de ver po lo que nos define entre las piernas, asumirnos como seres humanos, así tratar a los otros: “hay que dar un paso al frente y decir soy más una mujer, soy un ser humano y te voy a tratar a ti como otro ser humano, si reflexionáramos sobre esto y cambiáramos todos los días, lo más fácil y chiquito, todos podríamos ir sembrando la semilla de otro tipo de vida y la comunicación sin violencia”, dice.

¿Cómo se comienza a educar desde la violencia?

En la misma conferencia, “Violencia doméstica, violencia feminicida y el mito del amor romántico”, el médico psiquiatra, Enrique Oscar Stola, aborda como los hombres desde pequeños están expuestos a la violencia lo que determina cómo se deben comportar, lo que desencadena en violencia.

En 2019, de acuerdo con un estudio consultado por Oscal Stola, 10% de los hombre entre 15 y 29 años no reconocía la violencia de género y decía que era un invento, la encuesta se repite en 2021, esta aumentó a un 100%, o sea, el 10% piensa que la violencia machista es un invento.

“Los hombres se encuentran con imágenes pornográficas a los 9 y 8 años. En general, el 90% de los adolescentes hasta los 18 o 19 años consume pornografía todos los días, lo que les genera un compromiso emocional, deseos masturbación, además un aprendizaje de que la sexualidad empieza a partir de su erección y cualquier cosa que le hagan le debe producir placer”.

En cambio, el especialista señala que las mujeres que ven pornografía la consumen pasa saber lo que desean de ellas, “no hay un reconocimiento del propio deseo sino el rol que van a cumplir para satisfacer al propio varón, una jovencita que está llevando una relación sexual de acuerdo a lo que varón quiere, pensando que es libre…”, explica.

Desde ese momento se empieza a observar cómo los hombres son educados para alimentar su masculinidad, esto se refiere a la obtención de estatus a través de una casa, un carro, incluso una esposa e hijos.

“La mujer genuinamente se relaciona con este estafador va a encontrar las mejores disposiciones y atención, ‘desconfíen de los caballeros’, ‘ellos designan quién es una dama y quién es una puta’, cuándo él siente que ya está atrapada, se comienzan a realizar actos de dominación, se comienza han adquirir cosas que alimentan su imagen de macho (auto, casa, hijos, poder)”, explica el especialista.

En la relación lo que le pasa a él es el centro de atención, la mujer tiene que empezar hacer un trabajo. Claro que hay afecto, pero que lleva a la dependencia. “Se acusa a las mujeres de repetir patrones de violencia. Cómo se puede enamorar de alguien que fue un femicida, lo elige porque ahí se estableció una conexión afectiva, éste es un estafador afectivo. Hay un mandato fuerte dentro del amor romántico, “siempre hay que dar una nueva oportunidad”. Los varones no dan una segunda oportunidad.

¿Cómo salir de esta violencia? Para la terapeuta Nilda Chiraviglio es desde el cuestionamiento de estos cuatro paradigmas, para Enrique Oscar Stola, desde políticas públicas que cuestionen el poder de los hombres, que inciten a la modificación de estas conductas.