A lo largo de la historia encontramos nombres que han pasado a la historia de nuestro país por trabajos impresionantes y que han forjado el fotoperiodismo. Desde El Niño (Jaralambos Enrique Metinides) que traía consigo fotografías de nota roja (sin caer en la brutalidad) sino más bien, en lo sútil y en una composición impecable, hasta un Nacho López (Ignacio López Bocanegra) que sería parteaguas en el fotoperiodismo mexicano del siglo XX al documentar a la sociedad. 

Históricamente, el periodismo fue ocupado por el periodista masculino que laboraba en El Sol de México, Excélsior, El Nacional o tal vez, en La Prensa; el periodismo mexicano tocaba con los dedos una época dorada en los ochentas y con ello, el fotoperiodista también, entonces, ¿cuál era el papel de la mujer fotoperiodista?, ¿qué rol debía ocupar en el periodismo fotográfico?, ¿la cobertura de un evento de nota roja?; impensable. 

No se trataba de que la mujer fotoperiodista no existiera; las mujeres que desempeñaron el fotoperiodismo se han encontrado siempre a la sombra del fotoperiodista masculino estrella, por ello, la francesa Francos Hugier y ganadora del World Press Photo señala que las mujeres fotoperiodistas no son “una especie en peligro de extinción” sino “una especie ignorada” 

"Siempre ha habido mujeres fotógrafas, pero se ha hecho más hincapié en los hombres; hemos existido desde siempre,  pero se ha hecho más hincapié en los hombres” señala Francoise.

Y sí, las mujeres fotoperiodistas han sobrevivido no sólo a las complejidades de la misma profesión, sino también sobrevivido a la vulnerabilidad de enfrentarse al machismo y sexismo de un espacio dominado por hombres; la mujer fotoperiodista se mantiene latente capturando a través del lente la vida misma.

Sara Castrejón: La fotoperiodista 

Intentar armar un rompecabezas de la mujer en el fotoperiodismo es casi imposible sin hablar de Sara, la mujer que documentó la Revolución Mexicana y la prueba fehaciente de que desde siempre, la cámara no es un artefacto puramente utilizado por el hombre sino todo lo contrario, la cámara es un testigo de toda aquella persona que decida compartir un trozo de su mirada. 

Nacida en Guerrero, Sara viajó a ciudad de México para estudiar este oficio pues su cámara se había convertido en una extensión de sus manos y ser fotoperiodista era del anhelo de su vida, sin embargo, estallaría la Revolución y los fotoperiodistas consolidados de la capital decidieron huir del país; no querían saber de los enfrentamientos, de las personas y de las muertes. Este gran vacío de profesionales abrió una ventana para Sara y todos aquellos fotógrafos regionales que serían los pioneros en la documentación de la revolución, explica Francisco Najera Catrejon, sobrino de Sara en el documento “Entrevista al fotohistoriador Carlos Córdova”

De acuerdo a información de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el trabajo de Sara otorgó una perspectiva diferente respecto a la de sus compañeros que se enfocaron en enaltecer la figura masculina mientras que Sara contaba las historias a través de la cotidianidad y de la vivencia de las mujeres y niños. El dolor de una madre que ha recibido una mala noticia, los rostros de las mujeres revolucionarias, las líderes y coroneles zapatistas, sus ropas, los niños jugando en las calles o los hogares  vacíos de las mujeres que habían quedado viudas y aunque pudiese parecer excluyente, la realidad es que el ojo de Sara no era el mismo que el de sus colegas; no mejor, ni peor, solamente, un lente de cámara que estaba profundamente influenciado por su educación social, cultural y familiar.

Aunque las mujeres estaban en todas partes en sus funciones de soldaderas, enfermeras, oficiales y soldados comunes, Castrejón fue una de las pocas en participar con la cámara. Por desgracia, la participación de las mujeres en la Revolución Mexicana es un tema poco explorado. Pero, cuando esa historia se escriba, imagino que la fotografía aportará información valiosa y pistas que puedan seguirse. Castrejón también fotografió a mujeres de otras ocupaciones, como enfermeras y las que posan en retratos”, señala el artículo Sara Castrejón: photographing revolution, representing women escrito por John Mraz.

Las mujeres también somos actores sociales activos; protagonistas y testigos de todo evento por lo que invisibilizar el papel de la mujer fotoperiodista es también negar nuestra propia historia.

La fotoperiodista: precarización laboral, machismo y violencia

La violencia que vive el periodista/comunicador/fotoperiodista es una realidad en nuestro país, si comparamos los primeros tres años del sexenio de Enrique Peña Nieto con los primeros tres de Andrés Manuel López Obrador, el resultado que arroja el programa de Libertad de Expresión y Género del CIMAC, es por más, alarmante. Las agresiones se han disparado hasta en un 209%.

El contexto de un país como México donde se encuentra presente la violencia de género, violencia feminicida y una crisis de derechos humanos abona a la existencia de ataques constantes y de alto riesgo en contra de las mujeres que ejercen en alguno de los rubros del periodismo, indica el CIMAC.

Existe una brecha de género entorno a los ataques y violencias, pues mientras que el hombre atraviesa situaciones de ataques, estos se limitan a su entorno profesional, mientras que la mujer es violentada en una manera diferente, dentro y fuera del entorno profesional; misoginia, sexismo, exclusión e invasión de su vida íntima. El 78% de las mujeres que se desempeñan en alguno de los rubros del periodismo señalaron vivir violencia psicológica, intimidación, el descrédito a su labor y campañas de desprestigio. 

La fotoperiodista e ilustradora Patricia Cázares narra que para entender el peligro de ser una mujer en esta área no es necesario despojarla de su cualidad de ser mujer, es decir, que el riesgo que viven es exactamente el mismo que el de millones de mujeres en nuestro país, donde el acoso y el machismo es imperante. 

“Ser mujer fotoperiodista en México es eso, ser mujer, vivimos la delincuencia, la violencia que vivimos en nuestro país, las lesiones, injusticias (…) por ejemplo, cuando cubrimos una marcha o cuando no existe un espacio reservado para que te protejas físicamente, es común que los hombres fotoperiodistas te quieren pasar  Ser un blanco fácil para cualquier persona que te quiere agredir es un tema de mucho riesgo”

De acuerdo al Informe anual "Palabras impunes: Estigmatización y violencia contra mujeres periodistas en México 2019-2022" estas son las principales violencias que viven las mujeres periodistas.

  • 78,74%: Amenazas, intimidación, descrédito, violencia psicológica
  • 31.68%: Violencia física, especialmente, por parte de cuerpos policiales; detenciones arbitrarias, desapariciones, feminicidios
  • 6.51%: Violencia patrimonial, cuando se pierden bienes debido al allanamiento de sus viviendas o el despojo de su material de trabajo
  • 4.17%: Violencia económica, se presenta cuando a consecuencia de ataques recibidos son despedidas por su propio medio o se ven involucradas en procesos legales que no pueden cubrir
  • 2.99%: Violencia sexual, actos que implican insinuaciones, hostigamiento y que ponen en riesgo su seguridad personal

Siendo la principal violencia la psicológica y el descrédito de la labor, Patricia explica que existe un fenómeno muy común dentro del fotoperiodismo y en general, en la fotografía pues siempre se ha minimizado el trabajo de la mujer, en contraparte, la figura del fotoperiodista es señal de profesionalismo. 

“Considero que sí es un espacio mayoritariamente ocupado por hombres lamentablemente, además, es normal creer que la profesión del fotógrafo es eso, un hombre que se dedica a la fotografía, mientras que las mujeres que se desempeñan en lo mismo las consideran no tan importantes, como si para la fotógrafa fuese un hobbie o un pasatiempo”

Cultura UNAM en conjunto con Corriente Alterna, señala que este acoso y violencia de género es una herramienta de control general para mantener a la mujer en una posición de sometimiento a través del aislamiento, difusión de rumores o ridiculización, siendo preocupante que estas prácticas se desarrollen en espacios laborales. 

Asimismo, la fotoperiodista Cristina Felix originaria de Culiacán, explica que en su trayectoria profesional ha aprendido a no medir su trabajo por las narrativas o la mirada masculina del fotoperiodismo por lo que ha iniciado una red de mujeres fotoperiodistas al norte del país que sirva de apoyo, crecimiento laboral y acompañamiento. En 2021 fue violentada digitalmente por grupos religiosos quienes señalaron a Cristina por su postura a favor del aborto luego de que la  la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional criminalizar a las mujeres que abortan, sin embargo, no recibió ningún protocolo o respaldo por parte de su medio y meses después, fue despedida  narra para el artículo “Fotoperiodistas mexicanas: ejercer la profesión desde el patriarcado.”

La mujer está sujeta no sólo a resistir en un ambiente hostil, sino también a las deficiencias de un mercado laboral donde laboran en promedio 26.1% horas semanales en empleos informales y sin prestaciones de ley (76.8%) y donde ganan en promedio dos mil 500 pesos quincenales, de acuerdo a información de DataMéxico.

Mujer excluida, mujer negada, mujer fotoperiodista

“Además de las agresiones, las mujeres deben enfrentar la invisibilización y aceptación social de la violencia que se ejerce en su contra, así como la pervivencia de estigmas, estereotipos y miedos, que, entre otras causas, impiden su acceso efectivo a la justicia y a los medios de protección” (El enfoque de género en la protección a defensoras de derechos humanos: Las experiencias de México y Honduras)

El fotoperiodismo concebido como una profesión netamente masculina responde a la exclusión de las mujeres y a la violencia de género, por lo que apropiarse de estos espacios es una lucha directa contra la normalización hegemónica que históricamente, ha instaurado el pensamiento androcéntrico en la prensa mexicana. La filosofa Djamila Ribeiro señala que es necesario que las mujeres se reconozcan como sujetas políticas y se apropien de ello con la finalidad de desplazar ese pensamiento y resignificar nuestra identidad. 

A las mujeres se les ha arrebatado el discurso de diversas formas, una es la negativa a permitirles que ocupen un lugar en los medios de comunicación como sujetas de toma de decisiones y para difundir su palabra; la otra es ubicarlas en estos bajo una perspectiva heteropatriarcal que las cosifica y sexualiza como meros objetos, sin darles la voz para que puedan mostrar su verdadera identidad, explica "Estigmatización y violencia contra mujeres periodistas, 2019 - 2022". 

La mujer que ejerce el periodismo en todas sus áreas y muestra realidades ignoradas, representa una lucha constructiva que rompe el cascarón del imaginario social del periodismo tradicional; el periodismo masculino y el fotoperiodista de conflictos y guerras, el hombre reacio que arriesga y se lleva los máximos galardones del periodismo y fotografía. Ejercer desde el feminismo crea un espacio de refugio para otras compañeras, acompaña a las víctimas de violencia y enfrenta la versión patriarcal con la que los medios abordan temas de género y luchas sociales. 

Las fotoperiodistas existen, han sido testigos y escritoras de nuestra historia al igual que el hombre; las fotoperiodistas resisten allá afuera y cierran la brecha de género en un sector que nos ha sido negado, una fotografía a la vez. 

"Este periodismo devuelve su humanidad a las mujeres y reclama la palabra y el discurso para hacer visible la historia de niñas, adolescentes, adultas mayores, lesbianas, estudiantes, migrantes, mujeres con discapacidad, de pueblos originarios, afromexicanas, parteras y un largo etcétera." (Libertad de Expresión y Género de CIMAC)