La lucha feminista en México se ha colado en muchos puntos de la vida, cada una de las mujeres que luchan, desde su trinchera, están logrando cuestionar y remover las tradiciones más antiguas que están llenas de machismo y misoginia.

El cuestionar las tradiciones impuestas llevó a varias activistas a entrar a la cantina Indio Azteca ubicada en Monterrey; el local albergaba dentro de sus muros 102 años de historia donde las mujeres habían sido relegadas ya que la entrada estaba únicamente reservada para los hombres, pero el pasado 13 de octubre un grupo de activistas y reporteras decidieron ingresar al lugar a pesar de la insistencia del encargado por evitarlo.

Honestamente, yo también tengo como hombre un espacio solamente para mí, donde mi mujer se siente tranquila. Mi mujer está tranquila sabiendo que estoy en un lugar como hombre donde no tengo ninguna tentación con mujeres, afirmó el encargado.

Sin embargo, las mujeres le dejaron claro que entrarían bajo su propio riesgo y solo a tomar algo, sin intención de molestar a nadie, a pesar de que el sujeto insistía en buscar excusas para persuadirlas y que se retiraran. Después de intentar razonar con el hombre finalmente pudieron entrar al local, el cual estaba vacío y, como era su cometido, sólo buscaron tomar algo y consumir alimentos mientras disfrutaban de su victoria.

La activista Ivabelle Arroyo publicó en su cuenta de Twitter una fotografía de ella y sus compañeras dentro de la cantina y catalogó el acto como un “pasito adelante”, esto le trajo críticas por parte de hombres que seguramente se sintieron sumamente ofendidos ante tal injusticia.

Actos de rebeldía

Distintos medios afirmaron que la acción de las mujeres no generó ningún impacto sobre la violencia estructural que viven las mujeres mexicanas y eso es cierto, pero también es cierto que este acto de rebeldía antisistémica no tenía como objetivo desaparecer mágicamente el machismo.

Acciones como esta tienen una carga simbólica en cuanto a los privilegios que tienen los hombres ya que más allá de entrar a una cantina el romper una tradición que ha segregado a las mujeres del goce y la diversión trae consigo el mensaje de que las mujeres están comenzando a entrar a espacios donde años antes era imposible ingresar y no sólo se refiere a cantinas y pulquerías, sino que también aplica para lugares de trabajo, educación y derechos humanos por los que no se tendría que pelear.

Si bien nos encontramos muy lejos de conseguir derrocar el sistema patriarcal, las pequeñas victorias simbólicas también forman parte del movimiento feminista.