Le conoció en la Universidad; un hombre de 23 años que exaltaba su amor por la poesía y que, de tajo, saltaba de una relación a otra obteniendo beneficios y dejando a su paso un hilo de mujeres que lloraban a escondidas en los baños de la facultad; la romantización de lo que debía ser el amor cegaba colectivamente, la desinformación y la banalidad de un término; el narcisismo. Con este testimonio, Macarena narra el inicio de una relación de juventud que se volcó rápidamente a la violencia, al aislamiento y a la lucha por su autonomía.

Históricamente, el concepto de una persona con personalidad narcisista se ha visto a través del ojo romántico e indiferente que desvincula al individuo de la violencia; el hombre narcisista miente y manipula pero no golpea ni asesina, ¿entonces, cuál es el problema?

La red se inundó de test, bromas y endiosamientos a quienes poseen características narcisistas. La ligereza del autodiagnóstico y la desinformación abonan a la violencia, al respecto la psicóloga feminista y especialista en sexualidad, Rocio Pedraza, indica lo siguiente. 

“Esta información propicia que se vea como un foco menos violento y maltratador de lo que sucede en una relación; lo minimiza y se pierde de vista lo riesgoso puede ser convivir con este tipo de personalidades.”  

Existe una necesidad urgente de deshacernos de la romantización de lo que socialmente, entendemos por narcisismo; hay que hablarlo con la seriedad imperante, porque el narcisista maltrata y expone a situaciones de riesgo a la pareja; violencia sexual, económica, emocional, patrimonial o física, por mencionar algunas. Rocio Pedraza comenta que además de perpetuar esta relación jerárquica de poder hombre/mujer, no permite ver con claridad si nosotros estamos dentro de una relación de esta naturaleza o si alguien cercano a nosotros lo está viviendo. 

El primer acercamiento de Macarena que sirvió como refugio y luz para buscar ayuda profesional fue un texto titulado “El sepultamiento del complejo de Edipo” en donde se expone al narcisismo como una dificultad con relación al mundo externo; una investidura libidinal que se dirige al propio yo, a la fantasía omnipotente y a la incapacidad de experimentar auténticos sentimientos de tristeza, duelo y anhelo, carencias básicas de sus personalidades. Este contacto con un concepto aligerado deja resonando la existencia de una nula empatía en las relaciones de estas personas; un punto de inflexión para mirar a través del prisma de una personalidad que se cimienta en la cultura patriarcal mexicana. 

El narcisista decide a consciencia 

En el narcisista se destaca la nula capacidad de empatizar con sus semejantes, es decir, hace que no los vea como un igual. Por ello, al entrar en una relación no se entra de manera equitativa sino desde una posición de poder; el narcisista no entiende las necesidades de la pareja, no las escucha y tampoco las respeta y no porque sean actos inconscientes, en realidad, ellos deciden hacerlo así, comenta la especialista.

“Sí, conscientes son. Ellos deciden no dar esta escucha y respeto, sobretodo se hace entrando en una relación, pues desde ese momento, el narcisista define qué va a obtener o ganar de esa persona y desde ese beneficio, se viven manipulando a la pareja; en este ejercicio donde la persona se cree en este sentido de grandeza, ella es quien impone y no la otra, es ahí donde se desata el poder”

Macarena recuerda escuchar constantemente frases que le recordaban que estaba sola y en contraparte, la exaltación de su pareja que apelaba al amor romántico y a la caballerosidad disfrazada de violencia y manipulación. “Yo sería incapaz”. “¿no ves que sólo me tienes a mí?”, “¿viste?, te dije que no eran tus amigas”, al respecto, la psicóloga Rocio indica que estas acciones nos dejan un sinfín de dudas y gaslight que dificultan ver con claridad estos rasgos y más, en un contexto social donde normalizamos la educación dicotómica hombre / mujer.

No olvidemos cómo las mujeres y hombres son tratados de cierta manera, a las mujeres se les permite algo y a los hombres otra cosa en función de su sexo como tal. El sistema de género nos va acomodando de acuerdo a nuestros atributos; algunos actos violentos o maltratadores son festejados y engrandecidos por la sociedad, fomentando que se desarrolle una personalidad narcisista desde la infancia, acota Rocio Pedraza.

Por otra parte, Coral Herrera, columnista y especialista en temas de género indica que los hombres aprenden a gozar de los privilegios que ofrece al patriarcado al saber que las mujeres se encuentran siempre deseosas de ser amadas; “los hombres patriarcales saben que pueden mentir y aprovecharse porque el mundo está lleno de mujeres que no identifican este trato como algo malo, es decir, no se asume como violencia porque está normalizado en nuestra cultura”, explica en su artículo "La honestidad masculina y el amor romántico".

En México, hemos aprendido culturalmente a vivirnos bajo la necesidad de ser amadas (románticamente) para sentirnos plenas y valoradas; el amor es un punto central que nos dicta cómo ser mujer, explica Rocío, por ello, los narcisistas pueden desgastar todo en la vida de la otra persona, deshacen el amor propio, aíslan quitando las redes de apoyo, sabotean lo que creamos y desde esa posición manipulan, siempre apelando a un arma muy poderosa que es “lo hago por amor”. 

El narcisismo indetectable y normalizado; un imperante en la violencia 

“No permitía que hablara con mis amigas y menos con mi mamá; constantemente me decía que sólo nos teníamos el uno al otro, que no tenía talento y que debía aprender de él. Mi herramienta para defenderme durante cinco años, fue aceptarlo (...) cuando comencé a tratarme con un especialista, entendí la profunda manipulación que había ejercido en mí; me encontraba frente a un hombre narcisista y violentador; él jamás lo aceptó.” 

De acuerdo a información del Instituto Nacional de Psiquiaría Ramón de la Fuente, en México el 25 por ciento de personas entre los 18 y 65 años de edad presenta algún problema de salud mental, sin embargo, de ese universo sólo el 3% acude en busca de atención médica, terapia u orientación.

Herbert Rosenfeld, psicoanalítico británico especializado en personalidad narcisista, recuerda en uno de sus diarios (On the Psychopathology of Narcissism a Clinical Approach, 1964) a uno de sus pacientes que se negaba a recibir ayuda por parte de los analistas pues eso suponía una debilidad negativa dentro de su comportamiento de superioridad.

“La falla del paciente de crecer bajo el cuidado del analista es vista como un trabajo de la agresividad de la pulsión de muerte, alimentando la determinación del paciente de triunfar sobre al analista al no recibir su ayuda”

Por otra parte, la normalización de las relaciones violentas cimentadas en el amor romántico del sacrificio y del dolor, dificulta que se detecte el comportamiento narcisista como señal de violencia; no hay un golpe o un moretón que delate que vivimos en una situación violencia con un hombre narcisista. Rocio explica que esta relación nace desde el beneficio y el desconocimiento, al colocar a una persona en un estado de subordinación bajo el precepto de "no ser igual" la pone en bajo una circunstancia donde existe una violencia que no es visible y que la mujer, no puede nombrar. 

"La primera violencia que se vive es la manipulación y la facilidad que tiene el narcisista para encontrar y tener la razón en todas las situaciones que se están llevando a cabo, se anula, se ningunea, no se le cree y no se le da voz a la persona que es víctima en una relación narcisista (...) las palabras que golpean el propio auto concepto también duelen y esas son heridas que se van haciendo, no sólo en el cuerpo y la piel sino en la mente, en los pensamientos, en las ideas, en el corazón y en los afectos."

Es momento de invitar a un ejercicio de reflexión empático. A menudo, miramos desde la otredad la violencia emocional y la despojamos de seriedad por no cumplir con la idea generalizada de lo que sí es violencia; golpes, moretones, violaciones... feminicidio. Consideramos que lo único que es necesario hacer es la simpleza de escapar de la relación, sin embargo, olvidamos que se sobrevive con lo que se tiene, con los recursos que hemos aprendido y que podemos emplear. Para Rocio, existen diversas resistencias que pueden parecer mínimas pero que son ejemplo de lucha.

"Hay mujeres que viven con hombres narcisistas y que para ellas, su herramienta es el silencio, desde afuera, podemos creer que es algo tonto o que no las moviliza, pero esa es su manera (válida) de resistir, también, existen mujeres que deciden volverse invisibles y hacerse a un lado del camino de su pareja. A la par, existen mujeres con herramientas más desarrolladas como acudir con un especialista o una red de apoyo; cada una de las mujeres aplicará el arma que tiene para sobrevivir a su relación con un narcisista", explica la especialista. 

Amigas, madres, tías, hermanas; salvadoras y compañeras

En conjunto con Diván Sensual, se recolectan los siguientes tres puntos fundamentales en un proceso de sanación y realización; nosotras mismas. las mujeres que nos rodean y una especialista que acompañe en el proceso. 

  • Conectar conmigo misma: Es necesario escucharnos y sentirnos, ¿qué me genera malestar? Debemos empezar a mirar desde nuestros ojos qué está pasando; no desde los ojos de la otra persona. Muchas veces, ya somos conscientes de lo que pasa y es más doloroso pensar que no tenemos cómo salir porque nos han anulado como personas, sin embargo, regresar a nuestro cuerpo, cuestionarnos y reflexionar es primordial. Asimismo, un ejercicio de autocuidado es escribir recordatorios de los aprendizajes y fortalezas que nos sirvan como protección y testimonio sobre la persona que nos lastimó; una guía que nos ayude a poner atención a señales que están pasando y que nosotras mismas escribimos cuando lo sentimos; mirar, escribir y sentir a través de mis propias experiencias.  
  • Redes de apoyo: Las mujeres de nuestro alrededor nos sostienen; nos comparten, orientan y dan claridad en lo que se está viviendo. Las amigas, madres, hermanas, tías, hijas, hacen mucho desde el amor para movernos de sitios maltratadores; las mujeres salvamos y acompañamos. La amistad y alianza de mujeres es un acto de solidaridad donde buscamos, liberarnos de opresiones y violencias, juntas.
  • Profesional en materia de salud psicoemocional con perspectiva feminista: Es importante acercarse con un profesional que nos ayude a mirar el fenómeno como sucede; sin culpas ni revictimizaciones, por ello, Rocio Pedraza recomienda que sea un especialista con una perspectiva feminista que acompañe desde la empatía y la escucha, pues vivir este proceso sin culpas ni señalamientos es fundamental para las mujeres que vivieron una situación de violencia emocional con un narcisista.

Finalmente, sólo queda eximir las culpas de un amor que se nos ha vendido como ideal; la culpa de ser violentada jamás cae en nosotrxs. Desde un sentido aristotélico, el amor también es un acto político que es capaz de reivindicar los espacios de nuestra sociedad, si queremos cambiar el paradigma de cómo nos relacionamos de manera afectiva y romántica, es necesario cuestionar y despojar el concepto de "amor" de la violencia, el machismo y la desigualdad.