Cierra los ojos e imagina que has encontrado los pantalones perfectos: son cómodos, el color te encanta, la tela es de buena calidad, te hacen sentir feliz con tu cuerpa, tienen buen precio… pero no tienen bolsillos funcionales.

La ropa diseñada para mujeres y más específicamente los pantalones no cuentan con bolsillos funcionales, es muy fácil encontrar prendas con bolsillos diminutos en donde ni siquiera cabe tu propia mano o, de plano, son simulados ya que se puede ver la costura en donde deberían estar los bolsillos, pero en realidad sólo es un adorno muy ineficaz.

Este estilo de ropa parece ser mera coincidencia, pero en realidad es otra de las consecuencias del sistema patriarcal y el capitalismo. De acuerdo con la diseñadora de moda y creadora de contenido Sereinne, en el año 1600 comenzaron a introducirse bolsillos cosidos directamente a las prendas masculinas. Debido a que las mujeres eran consideradas “propiedad” de los hombres no manejaban dinero ni bienes, por lo que solían usar bolsas hechas de distintas capas de tela que se encontraban atadas debajo de sus faldas, lo que hacía que fuera imposible acceder a ellas.

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Según la investigadora Barbara Burman y la historiadora Ariane Fennetaux, lo que contenían estas bolsas era principalmente perfumes, peines pequeños o anteojos, pertenencias que también podían ser guardadas en las mangas o escote del vestido.

Todo esto parecía ser eficaz para la época, pero a finales del siglo XVIII con la llegada de la Revolución Francesa y la entrada en la Modernidad la moda cambió y los vestidos perdieron todo el volumen que les permitía esconder los bolsillos, por lo que estos desaparecieron. Por su parte, el periodista Paul Johnson afirmó que el pensamiento común de la época era que las mujeres “ya tenían cuatro protuberancias externas, dos senos y dos caderas, y un bolsillo para dinero dentro de su vestido sería un quinto desgarbado”.

Finalmente, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial la ropa para mujeres se vuelve más funcional debido a la necesidad de ocupar puestos de trabajo y con ello comienzan a fabricarse pantalones con bolsillos completamente funcionales, pero esto no duró mucho ya que cuando terminó la guerra las prendas para mujeres regresaron a ser ajustadas y debido a que se buscaba una “silueta delicada” los bolsillos volvieron a desaparecer.

El capitalismo explotando las necesidades

Una de las actividades favoritas del capitalismo es explotar las necesidades humanas hasta crear una industria para suplirlas y fue justo eso lo que pasó con la industria de las bolsas. Cuando la moda voluminosa cambió a finales del siglo XVIII apareció el llamado “retículo”, “indispensable” o “balandrán”, cuyo nombre significa “ridículo”.

Mujeres portando retículas en el siglo XIX. Fotografía: Getty.

Estas bolsas se elaboraban con tela y podían ser bordados o muy decorados; a mayor cantidad de adornos mayor estatus social, de hecho, los retículos se convirtieron en una condición indispensable para toda mujer que buscara ser considerada para el matrimonio. Los retículos contenían utensilios para el maquillaje, cartas, pañuelos o abanicos.

A raíz de la aparición del retículo, el capitalismo se encargó de generar una industria a partir de las bolsas que prácticamente eran considerados sólo para las mujeres, implicando un enorme gasto extra para las mujeres que aún continúan buscando dónde guardar artículos personales.

Bolsillos: un acto político en contra del sistema

Los bolsillos, a diferencia de las bolsas, son considerados espacios ocultos y privados. En los siglos anteriores estos compartimentos ofrecían un grado de privacidad porque las personas debían compartir dormitorios y muebles en sus casas, así que el bolsillo era a veces el único lugar privado y seguro para los pequeños objetos personales, afirma el Victoria and Albert Museum.

El uso de los bolsillos en las prendas masculinas se ha convertido en una manera silenciosa de reforzar los estereotipos de género debido a que en los hombres se han usado para subrayar su libertad y el derecho a la propiedad privada, mientras que en las mujeres sólo se ha buscado que la ropa sea agradable para la vista de los demás, en lugar de crear prendas funcionales.

Los bolsillos para los hombres simbolizaban su capacidad de poseer cosas, dinero, propiedades. Eran derechos que las mujeres no tenían. Ahora hay bolsillos, pero son más pequeños que el de los hombres, afirma Natalia Silva diseñadora de moda.

Es así como el uso de bolsillos en prendas femeninas se convirtió en un acto político y fueron las sufragistas a finales del siglo XIX quienes comenzaron a usar los bolsillos como un acto rebelde ante las imposiciones patriarcales, es así como las feministas ese tiempo comenzaron a distribuir manuales en donde podían aprender cómo coser bolsillos a sus propias faldas.

Es decir que los bolsillos son más que machistas: son políticos […] Quite los bolsillos y limitará la capacidad de las mujeres para moverse por los espacios públicos, Chelsea Summers.

A finales del siglo XX cuando las sufragistas ganaron el derecho al voto también ganaron el derecho de usar bolsillos amplios en donde pudieran guardar su propio dinero y las llaves de su casa, esto se convirtió en un símbolo de lucha y poder ya que no sólo cargaban su dinero y sus llaves, si no que en ello se reflejaba la libertad y autonomía en donde ya no era necesario estar con un hombre para tener bienes materiales.

Los bolsillos y sus contenidos nos dan una idea de cómo las mujeres pueden poseer, usar y pensar sobre las posesiones materiales y con esas posesiones, habitar y negociar el mundo social y económico, describe la exposición de bolsillos del Victoria and Albert Museum.

Los bolsillos en la actualidad

Si bien esa lucha se ganó, en la actualidad los bolsillos en la ropa de las mujeres continúan siendo demasiado pequeños y, de acuerdo con la diseñadora Natalia Silva, esto continúa segregando a las mujeres y reforzando los estereotipos de género en donde la belleza y delicadeza está muy por encima de la comodidad y eficacia, lo que resulta preocupante.

Un estudio realizado en 2018 por los periodistas Jan Diehm y Amber Thomas analizó los bolsillos en pantalones de hombres y mujeres de las 20 marcas más populares de Estados Unidos y encontraron que los bolsillos de mujer son un 48 % más cortos y un 6.5 % más estrechos que los de los hombres.

Estudio de Jan Diehm y Amber Thomas.

Además, probaron con objetos muy básicos para medir qué cabían y no en ellos, estos fueron los resultados:

  • Un iPhone X no cabe en el 60% de los bolsillos de las mujeres, pero si en el 100% de los bolsillos de los hombres.
  • Un teléfono Samsung Galaxy solo cabe en el 20% de los bolsillos de las mujeres, pero cabe en el 95% de los bolsillos de los hombres.
  • Una cartera promedio no cabe en el 60% de los pantalones de mujeres, pero sí en el 100% de los bolsillos de los hombres.
  • Una mano promedio de mujer cabe en apenas el 10 % de los bolsillos de las mujeres, pero sí en el 100 % de los bolsillos de los hombres.
  • Una mano de hombre cabe solo en el 5% de los bolsillos de las mujeres, pero en el 100% de los bolsillos de los hombres.

No se trata de algo menor, al negar los bolsillos se continúa segregando la labor de diferentes mujeres, estamos diciendo que no es utilitario el trabajo de las médicas, de las ingenieras. Las mujeres necesitamos bolsillos, sentencia Natalia Silva.

Esto parece ser una exageración, pero detalles como estos continúan perpetuando estereotipos de género debido a la carga simbólica que estos traen consigo, es así como el crear prendas con bolsillos o modificarlas para que tengan bolsillos funcionales se ha convertido en un acto político.