Las escalinatas que rodean el Ángel de la Independencia se han pintado de rojo, desde arriba se ve como si el monumento dejara brotar sangre para depositarla en cada uno de los escalones. Esta sangre ha sido tejida con hilo rojo por la Colectiva Hilos, bajo el título de ‘Sangre de mi sangre’.

Esta colectiva está compuesta por mujeres artistas, periodistas y psicólogas que enseñan, a quien quiera aprender, a tejer para así hacer más grande la obra colectiva ‘Sangre de mi sangre’ que empezó a tejerse en 2019 en donde colectivos de desaparecidos, madres de mujeres asesinadas o de víctimas de trata se han sumado a los tejidos colectivos para así contar sus historias, tener un impacto visual, o al menos mantener la mente ocupada en uno de los momentos más desesperados de sus vidas.

Esta obra colectiva ha sido creada con una técnica propia de cada persona, distintos hilos, e incluso en distintos estados donde las víctimas se han sumado al proyecto artístico para visibilizar estos casos y de acuerdo con Claudia Rodríguez este manto es la “metáfora perfecta” para reflejar el dolor de las 108,787 personas desaparecidas y a las 10 mujeres asesinadas diariamente en México, según datos actuales del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.

Fotografía: El País.

De acuerdo con las palabras de Emelina Guzmán, cuyo hijo es parte de la lista de desaparecidos, esta obra colaborativa pretende llegar a los 100.000 metros cuadrados, para así representar a cada persona desaparecida en México. Este tejido representa la sangre derramada por la violencia que existe en el país y mientras también se ha convertido en una manifestación silenciosa por parte de los familiares de las víctimas, el tejido ayuda a sobrellevar la búsqueda de sus seres queridos o fallecidos, afirmaron familiares para El País.

El inicio del tejido

Esta protesta en contra de la violencia en México comenzó en 2019 cuando en Guadalajara, Jalisco, se registraba un aumento en los feminicidios, y cobró más relevancia en el país en el 8M del año 2020, a partir de ahí ha sido expuesto en diferentes museos y monumentos del país. Al inicio de la obra, las mujeres y familiares de víctimas de desaparición se reunían los domingos en el Parque Rojo de Guadalajara para tejer y acompañarse en su dolor.

Fotografía: El País.

El tejido ha contado con la participación de más de 400 personas y se ha replicado en distintas regiones del país, incluidas Sonora, Sinaloa, Oaxaca, CDMX, Querétaro, Chihuahua, Jalisco, Tepic, Puebla, Colima, Guanajuato, Tamaulipas, Veracruz, Baja California, Quintana Roo y Tabasco.

De acuerdo con Claudia Rodríguez, el tejer colectivamente se ha convertido en una manera de empatizar y acuerpar los sentires de las mujeres que se encuentran en búsqueda de algún familiar desaparecido o están lidiando con un feminicidio.