El pasado 26 de noviembre, falleció en Barcelona la antropóloga feminista María Dolores Juliano. Ella se formó como maestra, además de estudiar pedagogía y antropología en la Universidad de Mar del Plata, donde se licenció en 1975. Después del golpe de Estado de 1976 que desembocó en la dictadura cívico-militar de Videla se vio obligada a exiliarse.

A partir de ahí se estableció en Barcelona, donde realizó su doctorado y su tesis “Integración y marginación en la cultura rural catalana. Análisis de endoculturación”. Desde 1977 fue profesora de antropología en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, cargo que ocupó hasta que se jubiló el 2001.

Publicó numerosos estudios sobre la antropología de la educación, los movimientos migratorios, las minorías étnicas, los estudios de género y la exclusión social. Una de las características más marcadas en su trabajo es que cada investigación estuvo acompañada por un compromiso social y se le consideró una feminista relevante.

Sus trabajos se encuentran publicados en distintos medios, puedes dar clic aquí para conocerlos.

El patriarcado moderno

En una entrevista para Pikara Magazine realizada en 2014, Dolores Juliano habló sobre los roles de las mujeres dentro del franquismo, afirmando que, si bien se ha modificado la sociedad, la iglesia católica mantiene los modelos sexuales tradicionales. La idea de pecado o desviación está muy presente en ella y en las religiones monoteístas, por lo que el enunciado de las leyes religiosas parece igualitario, pero en la práctica nunca es ni fue así.

Por otra parte, Juliano comentó también que dentro del franquismo la homosexualidad estaba castigada legalmente y muchos hombres gays eran encarcelados. Con las lesbianas, la estrategia social era negar su existencia. se consideraba que la conducta violenta y delictiva era propia de los hombres, así que una mujer con características o aspecto masculino, o que no asumía sus roles tradicionales de género, era sospechosa de delinquir. Se castigaba a las lesbianas, no por la práctica sexual misma, sino por la atribución social de desajuste, por apartarse de la norma.

Esto se debe a que se persigue la sexualidad autónoma de las mujeres. Está bien visto que la mujer sea coqueta, que tenga interés por ser atractiva y deseable, que esté enamoradísima del marido y viviendo para servirle y procrear y se penaliza que sea consciente de que su sexualidad forma parte de sí misma y que la utilice como ella quiera. Es la autonomía lo que está mal visto, no solamente en materia de sexualidad, sino en otros muchos aspectos. La disidencia de las mujeres se castiga más que la de los hombres, reafirma Dolores Juliano.

APVB