El capitalismo está atravesado en nuestras vidas, el cómo impacta en nuestras cotidianidad  abre una pauta para reflexionar, dice Natalia Flores, quien impartió el taller Capital - vida: ¿cómo el capital limita la igualdad?” el 8 de octubre en la librería U-tópicas en coordinación con La Cadera de Eva. 

Al taller asistieron alrededor de 20 participantes a raíz de la convocatoria anunciada por redes sociales. La mayoría de las mujeres, dedicadas a la economía que buscan transformar la idea arcaica de cómo funciona este sector y cómo pueden aplicar los conocimientos aprendidos a su vida diaria y replicarlos a su alrededor. 

La ponente Natalia, que participa activamente en las colectivas Kaja negra y Trenza resiste, dio inicio a esta discusión invitando a las participantes a presentarse, con la finalidad de generar el diálogo y la familiaridad, permitiéndonos escuchar la perspectiva de estudiantes, pedagogas, antropólogas, biomédicas, ingenieras y politólogas sobre las dificultades a las que se enfrentan cuando hablamos de un capitalismo que no beneficia a la mujer

“Estudio la ingeniera de software; carrera que elegí para poder apoyar a mi familia. Leo en Twitter los textos de Natalia y me ha ayudado mucho, porque todas vivimos diferentes situaciones de acuerdo a nuestro contexto, en mi caso, es normal atravesar situaciones difíciles en esta área donde no hay muchas mujeres.” Explicó Eréndira, quien participa en el colectivo feminista de su facultad.

 

A propósito de esto, la activista enfatizó precisamente esta brecha,  -no precisamente salarial-, donde las mujeres se dedican a sectores más rezagados que los hombres, mientras que ellos tienen puestos mejor remunerados. A las niñas se les enseña a ser maestra o enfermera, mientras que a los niños, se les enseña a jugar con las computadoras.

¿Por qué a nuestras niñas les mostramos acciones dedicadas al cuidado? A este fenómeno se le conoce como la segregación ocupacional.

En promedio, los hombres ganan $500 más que las mujeres. En el mercado del dinero las mujeres tienen menos oportunidades que los hombres, y esta es una verdad que siempre está latente y hemos normalizado.

Este ejemplo queda mejor trazado cuando hablamos de que el 70% de hombres son quienes poseen una tarjeta, además de ser  -usualmente- los acreedores a un crédito y al AFORE;  las mujeres no, pese a que son quienes administran los gastos y manejan las finanzas en la mayoría de los hogares. 

El mito de una economía alejada de nuestras vidas. 

A menudo se cree que la economía pertenece a cierto sector de personas que se sientan a discutir, hablar de números y gráficos que podrían parecer incomprensibles, sin embargo, está en nuestro día a día sin importar qué hagamos. No podemos separar la economía de todo lo demás, hay que comprenderla como una parte de todo lo demás; de la cultura, nuestras relaciones, lo identitario, lo afectivo y lo social.

“No hablamos solamente como esas perspectivas de comprar - vender, sino de una economía como una totalidad social. Tiene que ver con todo lo que nos rodea, desde lo individual hasta lo subjetivo”, explicó Natalia.

Entrando en materia del capitalismo, las compañeras coincidieron en que es un sistema que nunca se mantiene estático, sino que muta y se adapta a nuestras necesidades. 

De acuerdo a la especialista, el capitalismo se ha convertido en una forma de ver la vida y dicta nuestras interacciones, valores e incluso aspiraciones, “no hay una sola esfera de nuestra vida donde no esté el capitalismo”.

"Es terrible tener que salir a vender tu trabajo, tu tiempo y tus habilidades para poder cubrir tus necesidades más vitales. La meta última y más importante de este sistema es la acumulación de capital; la meta de todos y el modelo aspiracional.", lamentó Flores Garrido.

Esta situación nos ha orillado a competir y anhelar la vida acomodada, en lugar de trabajar en colectividad y demandar bienes y servicios de calidad que nos beneficien a todos. 

Por otra parte, la importancia de separar el mercado de “El mercado” es muy importante, pues de acuerdo a Natalia, el tema del intercambio de bienes per se, es algo positivo, sin embargo, entra en discusión cuando éste sector se aprovecha de los recursos y toma decisiones; ¿qué se hará con esto?, ¿qué se hará con aquello?. Orillándonos a pagar por recursos que deberían ser de fácil acceso y gratuitos, por ejemplo, el agua. 

“¿Por qué el mercado va a decidir lo que hacemos el agua?, ellos deciden que irá a las industrias cerveceras, por ejemplo. Entonces, nosotros no podemos tomar decisiones que nos afectan directamente, quizás “sería mejor racionalizarla” o “llevemosla a comunidades rezagadas”

Finalmente, Natalia acotó que debemos recordar que el género no es lo más importante, sino que debemos luchar junto con otros sectores para generar el cambio, pues el feminismo no va por la igualdad sino por la justicia.