Hace un año, María Clemente García Moreno hizo historia, junto a Salma Luévano, al ser las primeras personas trans en acceder a la posición de diputadas federales, como parte de la bancada de Morena. Desde entonces, García Moreno ha asistido a casi todas las sesiones ordinarias y ha presentado diversas iniciativas relativas a la no discriminación, producción nacional de cáñamo, violencia sexual, entre otras. Sin embargo, renunció al partido denunciando “hipocresía interna” para volver poco después, y recientemente parece posicionarse apoyando la “corcholata” de Marcelo Ebrard.

Sin embargo, no es -únicamente- su labor legislativa la que mantiene a María Clemente en el centro de la polémica; en redes sociales la diputada da detalles de su vida íntima y sus relaciones personales, así como de sus actividades como trabajadora sexual. Y es precisamente en Twitter donde en días pasados publicó imágenes y videos sexualmente explícitos, lo que le ha valido recibir duras críticas. Ella ha defendido estas publicaciones y su contenido en general como parte de su libertad sexual.

Es mi cuerpo, es mi decisión, mi cuerpo es mío, solo mío, tengo autonomía. Mi cuerpo no le pertenece al Estado, afirmó María Clemente.

¿Clasismo, transfobia, o crítica válida?

No es la primera vez que la diputada se enfrenta públicamente, su activismo a favor de la comunidad trans y el trabajo sexual se ha visto continuamente atacado tanto por grupos conservadores como colectivas feministas trans-excluyentes y abolicionistas.

Quienes la defienden, insisten en que criticarla desde su trabajo sexual, su identidad o sus prácticas sexuales es clasista y discriminatorio. Otros defienden su derecho a compartir en redes el contenido que decida, pero hacerlo desde cuentas distintas a aquellas en las que informa sobre su trabajo legislativo.

Entre sus detractores, un reconocido colectivo abolicionista se pronunció sobre la incompatibilidad de ser trabajadora sexual y legisladora, posición que también abrió el debate sobre los estereotipos que este colectivo sufre. 

Ciberflashing

Más allá de las críticas discriminatorias, muchas activistas han afirmado que las imágenes y videos compartidos por María Clemente podrían considerarse un tipo de ciberflashing, el cual está considerado dentro de la Ley Olimpia como una forma de violencia digital y considera que el envío de imágenes sexuales debe estar precedido por el consentimiento. Aunque Twitter es una plataforma pública, muchos quienes siguen a María Clemente lo hacen por contenido enlazado a su trabajo como funcionaria pública, no por ser una cuenta que comparte contenido pornográfico.

De acuerdo con Marcela Hernández Oropa quien da Atención a víctimas y desarrollo de proyectos del Frente Nacional para la Sororidad, lo que normalmente se entiende por ciberflashing, es justamente el envío de imágenes íntimas o de contenidos sexual a personas que no desean recibirlos.

La cuestión con la diputada María Clemente, es que ella está haciendo uso de sus plataformas para subir imágenes y videos sexualmente explícitos pero, no los está dirigiendo específicamente a alguien, por lo que no hay esta actitud acosadora con alguna persona; Marcela afirma que “a través de su plataforma comunicativa ella está subiendo este tipo de contenidos, lo cual en realidad hacen muchísimos otros perfiles nada más que tienen menos visibilidad que ella y son menos controvertidas porque ella tiene un cargo este público”.

Las personas tienen la opción de bloquear su cuenta, entiendo que pueda percibirse de una forma agresiva e incluso he escuchado que lo califican como daño a la moral o haciendo paralelismo a los actos de exhibicionismo en vía pública, pero, a nivel de derecho, no hay algo definido que catalogue esa conducta como algo contra lo que pueda se pueda proceder, afirma Marcela Hernández Oropa en entrevista para La Cadera de Eva.

Del mismo modo, Marcela afirma que los vídeos publicados por la diputada federal María Clemente se convertirían en un delito si fueron publicados sin el consentimiento de la otra persona, pero parece ser que no es el caso.

La importancia de crear términos en español

Por su parte, Marcela Hernández Oropa recalca la importancia de crear terminologías precisas y entendibles sobre las violencias que suceden dentro de Internet.

Casi todo lo que se usa para nombrar los diferentes formas de violencia digital son términos importados de lenguas de origen anglosajón y pienso que es muy pertinente la construcción de conceptos desde nuestras realidades y nuestros contextos, sobre todo porque América Latina no tiene los mismos contextos sociales, ni las mismas escalas de valores sociales que tienen otras sociedades, como por ejemplo, el estadounidense o algunas europeas, y eso muchas veces genera confusión al momento de usar los términos por lo que me parece muy importante la producción de conocimiento desde nuestras realidades, así como la forma en que nombramos las diferentes conductas y situaciones desde nuestra realidad, afirma Marcela Hernández Oropa.

Esto ayudaría a que las personas que no están inmersas en el mundo digital puedan entender de manera precisa las nuevas legislaciones y las luchas que existen para hacer de Internet un nuevo lugar seguro.