A veces, la depresión se siente como un grito contenido en el pecho. La propia enfermedad impide que ese sentimiento salga convertido en voz y, para no preocupar a los demás, la persona afectada puede elegir disfrazarla de que todo está bien.

La realidad es que la depresión profunda, aquella que llega a evolucionar en ideación, planeación o tentativa suicida suele ocultarse tras la sonrisa más expresiva. Y tenemos que hablar sobre esto, para empezar porque el 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental y la depresión, según lo ha dicho la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la nueva pandemia.

Pero también porque gran parte de los problemas para apoyar a alguien que se encuentra en riesgo de suicidio empiezan en que no hemos normalizado expresar nuestras emociones. El sistema capitalista nos ha hecho creer que tenemos que vernos y sentirnos bien todo el tiempo, para nunca dejar de ser productivas; y desde los mandatos patriarcales, como mujeres somos exigidas a mostrarnos bellas y amables en todo momento.

En este complejo contexto, ¿cómo puedes darte cuenta si una amiga necesita escuchar una palabra que le salve las ganas de vivir? Quienes se han especializado en la prevención, contención y atención del riesgo suicida recomiendan, en primer lugar, poner atención a cualquier cambio de actitud frente a las actividades que normalmente disfrutaba la persona. Por ejemplo, si le encanta el ejercicio pero ya no lo hace o si cada fin era la que organizaba la salida a bailar y de pronto ya ni lo propone.

Otras señales pueden ser irritabilidad o pocas ganas de interactuar socialmente. Respuestas irregularmente escuetas a la pregunta de cómo estás o evasión de conversaciones personales también podrían prender ciertas alertas. Datos de la OMS revelan que cada año se suicidan 700 mil personas en el mundo y entre las y los jóvenes de 15 a 29 años, esta es la cuarta causa principal de muerte.

Ante cualquier conducta que te genere sospecha de que algo no está bien, y aunque tu amiga siga sonriendo, lo mejor es acercarte y hacerle sentir calidez sin prejuicios. Podrías comentarle directamente que la has notado rara y recordarle que no está sola; si logras su confianza, es clave que jamás minimices lo que siente ni le devuelvas sugerencias como que “ya no estés triste” o “no llores”.

Indaga sus motivos, hazle sentir que la comprendes y estimula que profundice en sus relatos e incluso en sus llantos. Si llega a decir que siente desgano por vivir, que ya no encuentra razones o que ha pensado en quitarse la vida, acércale ayuda profesional de inmediato. Desde la Ciudad de México, el Consejo Ciudadano ofrece Primeros Auxilios Psicológicos gratuitos, 24/7, confidenciales y sin fronteras a través del Chat de Confianza 55 5533 5533.

Una palabra a tiempo hace la diferencia. Detectar que tras una sonrisa hay un corazón roto o una mente aturdida, puede salvar la vida de tu amiga. Llamemos a las cosas por su nombre y enfrentemos el problema del suicidio sin estereotipos ni prejuicios.

*Las opiniones vertidas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten.

La autora es Maestra en Desarrollo Humano por la Ibero, egresada del Programa de Liderazgo de Mujeres en la Universidad de Oxford y fundadora de Ola Violeta A.C., desde donde trabaja por el derecho a la conciencia corporal de niñas y mujeres. Su buzón de twitter está disponible en @MaElenaEsparza